| 28 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

× Portada España Investigación Opinión Medios Chismógrafo Andalucía Castilla y León Castilla-La Mancha C. Valenciana Economía Deportes Motor Sostenibilidad Estilo esTendencia Salud ESdiario TV Viajar Mundo Suscribirse

Rajoy despachó el asunto del que depende la vida de Sánchez en unos minutos

Cómo ha cambiado el cuento para el líder del PSOE. De aquellos barros vienen estos lodos y lo que pasó en la reunión que mantuvo el líder del PP con sus hombres fuertes despeja toda duda.

| Antonio Martín Beaumont Opinión

En el PP se lo esperaban y quizá por eso siempre fueron dos pasos por delante del PSOE. De hecho, la cuestión salió a relucir en uno de los primeros Comités Electorales con el propio Mariano Rajoy a la cabeza. El director de la campaña, Jorge Moragas, abrió fuego hablando de la veintena de propuestas que se le acumulan sobre la mesa para celebrar debates electorales: “¿Qué hacemos cuando Pedro Sánchez rete al presidente a un cara a cara en televisión?”

Todos los asistentes a la reunión, empezando por el propio Rajoy, eran conscientes de que Sánchez querría jugar esa baza. Era imperioso para el candidato socialista (ahora sí) intentar reforzar ante la opinión pública su condición de única alternativa frente al PP. Para que ese cuadro se visualizase con nitidez, el secretario general del PSOE tenía que buscar la complicidad de los populares para limitar el duelo televisivo a la confrontación en exclusiva con el líder popular. El “sorpasso” de Unidos Podemos impregna cualquier estrategia de los de Ferraz. Precisamente, otro de los presentes (me guardo su nombre por discreción) se refirió enseguida a Pablo Iglesias: “Éste también ansía polarizar la carrera electoral. Iglesias nos reclamará un duelo. Prepárate, presidente”. La postilla inundó la sala de sonrisas que dieron por concluido el asunto. No hubo más. No hacía falta. Rajoy despachó el “tema Sánchez” en un abrir y cerrar de ojos.

El PP descarta el cara a cara pese al convencimiento de que la reacción templada de Rajoy ante los ataques de Sánchez le hizo ganar simpatías y apoyos

En apenas un puñado de minutos, el equipo de campaña del Partido Popular descartó la opción de repetir ahora el debate que enfrentó a Rajoy y Sánchez el 14 de diciembre para las anteriores elecciones. Aquel lance no gustó nada. Ni a Rajoy, por los insultos personales que recibió de Sánchez, ni a su formación por cómo se desarrolló. Y ello pese al convencimiento de que la reacción templada de su candidato ante los ataques del socialista, dentro de lo desagradable que fue la encerrona, le hizo ganar simpatías y apoyos entre los espectadores. Luego, el trato dispensado por el líder del PSOE a lo largo de la legislatura interrupta, el desprecio a los votantes del PP verbalizado con ese ofensivo  “no es no” a un partido respaldado por más de 7 millones de votantes, hizo que la brecha en la relación sea insalvable.

Los últimos cuatro meses han servido para que saltase por los aires esa cierta complicidad forjada en vísperas de los comicios del 20-D entre los dos partidos tradicionales para poner algunos diques de contención a la irrupción de los “emergentes”. El interés entonces fue el duelo Rajoy-Sánchez delante de las cámaras, sin duda. Aquello ya es historia. En esta nueva ocasión, sin embargo, el debate a cuatro es la apuesta de Génova 13. Más aún, en ningún momento ha habido el mínimo resquicio para modificar tal planteamiento. Lo cierto es que, en justa y calculada aplicación del principio de conveniencia, los populares admiten en voz baja que les interesaría más una contienda televisiva entre Rajoy e Iglesias a solas, para que los españoles visualicen que el único capaz de frenar el populismo ultraizquierdista de Unidos Podemos es el PP.

En cualquier caso, el enorme número de invitaciones recibidas para celebrar debates es un argumento poderoso para acotar la celebración a una única propuesta. A cuatro, además. No se trata de ponerse estupendos, sino de pura racionalización de los tiempos. Así que veremos ahora cómo se plasma el formato de ese gran debate. Lo que desde luego sí parece es que se va haciendo cada vez más difícil mantener las mismas pautas del pasado, las reglas estrictas en cuanto a tiempos, temas y hasta fijación de tiros de cámara. Claro, sin volverse tan loco como para olvidar que en la “democracia de audiencia” en la que estamos instalados, en la pequeña pantalla es donde cada vez más se juega el futuro político del país.