| 25 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Sánchez, hace escasas semanas
Sánchez, hace escasas semanas

¿Dónde va Sánchez?

Sánchez vuelve a jugar con Europa con el CETA como lo ha hecho en Cataluña con la secesión: su oportunismo para adaptar los intereses generales a las necesidades personales es ya legendario.

| ESD Opinión

 

 

La decisión de oponerse o, en el mejor de los casos, optar por la abstención ante la previsible aprobación de España del CETA, el programa comercial entre la Unión Europea y Canadá, coloca al PSOE de Pedro Sánchez en un escenario impropio de un partido con vocación de Gobierno: al lado de los extremismos europeos, de derechas y de izquierdas, incapaces de aceptar que en un mundo global las relaciones de todo tipo son inevitables y que, por eso, la única actitud razonable es intentar sacarles el mayor provecho.

El tactismo de Sánchez, que adapta siempre los principios a sus intereses personales, incluye ya factores de riesgo

La tendencia autárquica de Podemos en España o del Frente Nacional en Francia no sólo es inviable, sino que además es contraproducente. Que el PSOE se sume a eso es la penúltima evidencia de que a Sánchez sólo le ocupan y preocupan los cálculos electorales y de que, además, no se ve capaz de mejorarlos con propuestas sensatas y articuladas: se limita a imitar al partido de Pablo Iglesias, renunciando a la centralidad e intentando convencer a los votantes de Podemos de que el PSOE le iguala en todo lo que defiende y le mejora en términos de experiencia y tradición.

Una locura

Es una estrategia alocada, pero sobre todo indigna de una formación que ingresó a España en la Unión Europea y que superó, hace treinta años, ese tipo de discurso rancio y demagógico que entonces se dirigió a la OTAN y ahora lo hace a Bruselas o Washington.

Y además es contradictorio llenar los discursos de constante apelaciones a la innovación, la investigación y los nuevos modelos productivos para, a continuación, despreciar los escenarios internacionales en los que precisamente esas virtudes hacen brillar más y competir mejor a los países.

Entre la copia y el original, el ciudadano medio suele elegir el segundo. Seguramente Pablo Iglesias sí lo sabe

El tactismo de Sánchez, que adapta siempre los principios a sus alicortos intereses personales, incluye ya factores de riesgo de enorme irresponsabilidad: su equidistancia con respecto al secesionismo catalán, al que intentar repudiar y honrar a la vez en un tirabuzón insoportable; encuentra reflejo en esta pavorosa actitud ante el CEPA, merecedora de rechazo en toda la socialdemocracia europea e, incluso, en su propio grupo parlamentario en la eurocámara.

Porque no es serio presentar un acuerdo con Canadá, una de las democracias más avanzadas del mundo, como un peligro para nadie. Y porque no lo es, además, hacerlo por razones ajenas al contenido del debate y mucho más imbricadas en la pelea electoral con el partido que le ha aparecido al PSOE por la izquierda.

Un oportunista

Un hombre de Estado no hipoteca nunca interes colectivos a afanes personales, y como en el caso de Sánchez sucede repetidamente lo contrario, es imposible incluirle ya en esa categoría. Un oportunista, en fin, nunca puede aspirar a gobernar un país como España, y menos cuando sólo puede hacerlo con otro de la misma condición pero algo más rápido en ocupar ese nicho.

Entre la copia y el original, por si el secretario general del PSOE no se ha percatado, el ciudadano medio suele elegir el segundo. Seguramente Pablo Iglesias sí lo tiene claro.