Risto Mejide o cómo del amor al odio a la prensa del corazón hay un paso

Risto Mejide no deja de asombrar. Y es que, para muchos, ha sido toda una sorpresa que haya vendido la exclusiva de su boda con Laura Escanes al papel couché. ¿Qué le pasa a Evaristo? Ayer anti prensa del corazón y hoy protagonista por voluntad propia. Está claro que a nadie le amarga un dulce y que él no iba a ser una excepción.

La metamorfosis rosa de Mejide empezó cuando abrió las puertas de su intimidad con Laura vía Instagram. En declaraciones a la revista Papel lo justificó así: “Yo pongo en el escaparate lo que decido que la gente vea, pero jamás abriré la tienda”. Pero, ¿qué quería decir Risto con eso del escaparate? “Que mi intimidad sigue siendo mía. Lo que pongo en el escaparate, sí, que la gente lo vea, que los medios comenten. Entiendo que haya gente a la que le interese. Desde que hago eso, la presión de los paparazzi se ha ido. Les hago el trabajo. Y es mucho más agradable publicar la foto que tú quieres publicar con tu pareja que encontrarte un paparazzi cuando estás tomando algo en un bar”.

Obvio que pocos conocen los medios como Mejide, de ahí que haya sido él quien haya negociado personalmente la exclusiva. La transacción incluye, además de la boda y preparativos anteriores, la difusión del trabajo de la joven novia, que se ha empeñado en ser la nueva Dulceida. La verdad es que sorprendió cuando empezó su andadura como blogger. Sin embargo, está claro, que quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija. Y no es que la chica no sea mona y estilosa pero de ahí a que se venda como influencer pues va un mundo. ¿Eres blogger o trabajas?

La relación de Laura y Risto empezó cuando él pasaba por reconquistar a la madre de su hijo, Ruth Jiménez. Ahí estaban cuando la sombra de Laura Escanes se hizo presente. La periodista lo pasó muy mal. Creía que Mejide lo tenía claro pero se equivocó. Menos mal que el sol sale para todos, también para la encantadora Ruth, que hoy es feliz junto a Santiago Tejedor, un compañero de profesión que le ha devuelto la sonrisa. ¡Qué viva el amor!