| 18 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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El resultado de la reunión entre Rajoy y Puig dependerá de Pedro Sánchez

Sin estar invitado a la cita, Pedro Sánchez ha estado muy presente en la reunión entre Mariano Rajoy y Ximo Puig de este jueves.

| Vicente Climent Edición Valencia

Los acontecimientos políticos en Cataluña tienen más que ocupado este jueves a Mariano Rajoy, que ha convocado Consejo de Ministros y reuniones con los líderes de la oposición para dar respuesta a los independentistas.

 Tan ocupado que la audiencia que el presidente del Gobierno tenía concedida a Ximo Puig para este jueves  no figuraba en las agendas públicas de sus protagonistas la noche del miércoles, aunque finalmente se ha celebrado pero con cambio de horario

Y el eje de la conversación -menciones a Cataluña aparte- ha sido el previsto, la financiación valenciana. Puig ha "trasladado" a Rajoy el "problema valenciano" en pleno problema catalán, ha ofrecido un decálogo para la reforma del modelo, y ha asegurado que cree imprescindible que se haga en 2017 y superando partidismos. 

 

Antecedentes

La financiación autonómica es un desastre para la Comunidad Valenciana. No es una opinión, es un hecho. Eso sí, el PP culpa al PSOE de Rodríguez Zapatero de haber hecho una reforma perjudicial para los valencianos, y portavoces del socialismo valenciano que no se sabe muy bien si siguen el argumentario o lo redactan salen al paso retrotrayéndose al “modelo Zaplana” para encontrar las causas de la asfixia económica de la Generalitat.

El fondo del asunto es que el Estado paga en transferencias a esta administración autonómica como si fuéramos un millón menos de valencianos de los que somos. Porque es que después del último retoque al modelo se vino a vivir con nosotros (detrás de la longaniza atada al perro) pues éso, un millón de personas con las que no se había contado, pero que también van al médico y llevan a sus niños al colegio.

Por muy heredada que fuera la situación, el PP de Rajoy podía haber cambiado el actual estado de cosas durante su mayoría absoluta. Pero la crisis y Cataluña -siempre Cataluña- aplazaron la solución al problema. La crisis, porque había que esperar a ingresar más para corregir la injusticia que el propio ejecutivo central tardó horrores en reconocer que se estaba -y se está- cometiendo con la Comunidad, ya que no era plan quitarle nada a nadie para dárselo a los valencianos. En cambio, si aumentaba el dinero disponible porque la economía mejoraba y Montoro recaudaba en mayor cuantía, bastaría con (es un decir) darnos diez euros más a nosotros y cinco más a los demás, y así se corregía la desigualdad y teóricamente nadie podría quejarse.

La razón catalana para el aplazamiento siempre es la misma desde tiempos de Aznar, y huele demasiado a excusa visto el éxito de tanta cautela: no abrir el melón para que el Govern no pueda montar lío. ¡Pues ya ven de qué ha servido!

Llegado este punto el PP perdió su mayoría absoluta y ahora ya no puede cambiar él solo el modelo vigente. Otra excusa, pero esta vez con fundamento. Excusa, porque con el tiempo que lleva quejándose la Generalitat (ésta, ojo, y la de Alberto Fabra), y con ella -tots a una veu- todas las estructuras institucionales de la Comunidad Valenciana, Rajoy no la había desenfundado en público hasta el pasado sábado. Con una coda fundamental: no habrá reforma … sin acuerdo con el PSOE.

¿Y ahora qué?

Ya llegamos adonde íbamos. Ximo Puig (president), porque es su obligación y porque de paso desmonta la mimetización del adversario con la defensa de lo valenciano y se carga de razones palleteras, le había pedido varias veces a Mariano Rajoy (presidente) una reunión para abordar este asunto capital. La última vez, en vísperas del fin de semana de la Interparlamentaria del PP, y aprovechando que el Miño venía por unas horas a desembocar al Mediterráneo. Y sólo ido el inquilino de La Moncloa hemos sabido que se iba a ver -pero allí- con el llogater del Palau. Que, por su parte, ha ido bien pertrechado de datos de expertos, oportunamente desempolvados en vísperas del programado encuentro. 

Y ¿para qué, si la solución al galimatías de la financiación sólo se puede alcanzar con el consenso de Pedro Sánchez? He ahí la clave. Rajoy, para esquivar el desgaste que le puede suponer menear este avispero, parece pretender que cada pastor conduzca al redil a su rebaño propio. Es decir, él a las autonomías del PP, y Sánchez a las del PSOE. Y así, por mucho que Compromís se queje a Puig, con sólo dos voces (más los catalanes, una vez más los catalanes) resolver este asunto de una vez por todas. Si antes no conviene ir creando más comisiones de estudio con las que ganar tiempo.

En el PP, con las protestillas castellanas que se quiera, eso es posible. Pero ¿y en el PSOE?, ¿Sánchez podría aunar a las no-naciones de Ximo Puig, Susana Díaz y los demás y -pelillos a la mar- liderarlas, comisión parlamentaria mediante? El valenciano no parece dispuesto a esperar tanto. Pero ése es el despeje a córner del presidente Rajoy. Porque de momento el balón sigue en su área. Al menos hasta que alguien del PP dé la réplica a la versión de la Generalitat sobre el encuentro. Porque, atención: una de las frases clave (y muy poco resaltada) de las que Rajoy pronunció en Alboraya, y que nos pueden servir para entender su actitud, es que, en materia económica “no se puede volver a las políticas anteriores” ahora que vamos -dijo- “mejor”. Atentos al matiz: mejor, no bien.