| 30 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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El día en que la mujer le ganó la partida a la reina
El día en que la mujer le ganó la partida a la reina

El día en que la reina Sofía le dijo a don Juan Carlos todo lo que callaba

Los reyes eméritos han tenido sonadas discusiones. Como pareja, todo se rompió hace muchos años. Desde entonces, doña Sofía ha callado. Hasta que un día, habló para pedir respeto.

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Los reyes eméritos nunca han sido un ejemplo de matrimonio bien avenido. Hace muchos años que forman una especie de pareja artística que se une cuando los compromisos de la Corona lo marcan. Mientras que doña Sofía se muestra sonriente y distendida, en un intento de que las diferencias maritales no sean tan visibles, don Juan Carlos hace todo lo contrario. ¿Quién no recuerda aquel partido de fútbol en que la soberana quiso besar a su marido y él la rechazó? ¿Y qué hay de aquella vez a la salida de un hospital que la reina recordó a su esposo que les estaban esperando en otro lugar y el la mandó a paseo? Tan solo dos ejemplos que muestran lo que entre ellos existe.

Aunque don Juan Carlos y doña Sofía han mantenido sonadas discusiones, ninguna tan fuerte como la que se produjo cuando el rey tuvo que regresar apresuradamente de Botswana debido a que se había roto la cadera. Cuando la soberana llegó a la clínica donde su marido convalecía, toda España sabía que en su viaje privado estuvo acompañado por Corinna, la mujer con quien compartía ya ocho años de profunda amistad. La reina miró directamente a los ojos de su esposo y con rostro serio y gesto adusto le dijo que por qué seguía empeñado en humillarla públicamente. Doña Sofía le recordó aquel día en el Club Náutico de Palma cuando la hizo esperar para empezar a comer hasta que llegó Marta Gayá.

Estaba claro que algo así tenía que suceder. El rey miró a su mujer y no supo responder. Eso enfadó más a la soberana, que escuchó como de sus adentros manaba una catarata de reproches al hombre con quien eligió compartir su vida. Y entonces maldijo el día en que decidió volver a España y no quedarse en La India, donde viajó con sus hijos, buscando el amparo de su madre y su hermana tras descubrir que no era la única en la vida de don Juan Carlos.

Por la mente de la soberana cruzaron muchos nombres: actrices, modelos, mujeres de la nobleza… Y no se calló ni uno. Todos los verbalizó ante un atónito don Juan Carlos que no sabía donde meterse y que, en ese momento, hizo algo que encolerizó más a su mujer, negar. Ella se levantó y le dijo que no se atreviera a dejarla por mentirosa. Él bajó los ojos y se limitó a escuchar. Tras ese episodio, la reina se sintió liberada. Por fin se había atrevido a transformar en palabras lo que eran puntos negros en su cabeza. Puso nombres y apellidos. Cuando abandonó el hospital, se juró a sí misma que haría su vida, que ya nada le ataba al padre de sus hijos y que le daba igual si la gente hablaba o callaba, que ella, y solo ella, marcaría su hoja de ruta.