| 28 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Rajoy y Rivera durante una reunión en La Moncloa.
Rajoy y Rivera durante una reunión en La Moncloa.

Rajoy se viene arriba convencido de que Rivera pagará su error de principiante

Queda mucho hasta que suene la campana, casi dos meses de tiras y aflojas, pero poco a poco los partidos van destapando sus cartas tras la investidura fallida de Pedro Sánchez.

| Benjamín López Opinión

Rajoy está contento”, decía un alto dirigente del PP. Contento por cómo ha salido el debate de investidura y por cómo se están desarrollando los acontecimientos posteriores. En cuanto al debate en sí, dos son las razones de que los populares vean las cosas con optimismo. La primera es el fracaso de Pedro Sánchez; la segunda, el distanciamiento tan evidente que se puso de manifiesto entre el PSOE y Podemos.

Eso es un alivio, aunque no se fían. Desde el PP miran con recelo los problemas internos que está sufriendo el partido de Pablo Iglesias y tienen el temor de que, al final, ante la expectativa de cierto fracaso electoral acaben cediendo ante el PSOE por temor a perder en las urnas parte de su poder. Es más, los populares creen que empieza a haber dos almas dentro de la formación morada: Íñigo Errejón encarna la tesis del “más vale pájaro en mano que ciento volando” mientras que Iglesias aboga por llevar el órdago hasta las últimas consecuencias. Seguramente las expectativas que ofrezcan las encuestas a medida que nos acerquemos a la fecha límite para la investidura (próximo 3 de mayo) decantarán la posición definitiva de Podemos y del resto de partidos.

El otro motivo por el que Rajoy está “contento” es el cariz que están tomando los acontecimientos tras la sesión de investidura. En el PP se frotan las manos con lo que consideran que es un fallo garrafal de estrategia de Ciudadanos: su alianza de hecho con el PSOE. Creen que Albert Rivera se ha retratado y que muchos de los antiguos votantes populares que se marcharon al partido naranja no le perdonan que quiera llevar a La Moncloa a Pedro Sánchez, el heredero de ZP en políticas y sectarismo ideológico. El socialista va diciendo que él tiene 131 escaños, más que los 123 de Rajoy. Mete ahí a los 40 de Ciudadanos sin que Rivera proteste ni mucho ni poco ni nada.

De hecho ya han comenzado a torpedear a Ciudadanos con argumentos de ese tipo porque saben que la decisión del catalán se entiende mal. Sólo sus votantes más incondicionales la respaldan. Por eso desde el PP le han dicho que es “el número dos de Sánchez” y que si le citan por separado del PSOE es por respeto hacia un partido que debería tener su propia identidad, dicen con evidente mala leche.

Es más, los populares están convencidos de que Rivera es consciente de su metedura de pata. De ahí el afán que demuestra el líder de C´s por que se reúnan los equipos negociadores y no los líderes. Acudir a una cita con Rajoy junto a Sánchez podría ser letal para su imagen ante buena parte de los votantes que le dieron su confianza el 20D. Él quiere evitar esa foto a toda costa mientras que Rajoy no sólo no tiene inconveniente en que se produzca sino que le vendría muy bien.

Y es que el líder de Ciudadanos está atrapado en su propia estrategia. Quería ocupar el centro político pero se le ha ido la mano y ha frenado unos metros, bastantes, hacia la izquierda. Si se repiten las elecciones eso le puede costar muy caro. Más aún si Rajoy decide dar un paso atrás y ceder el puesto de candidato a otro miembro del partido sin tanto pasado, sin tantas cargas sobre sus espaldas. Nadie en el PP se lo va a pedir, desde luego, pero quizás él mismo ya esté barajando esa opción.