| 19 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Soraya Sáenz de Santamaría junto al ex ministro, José Manuel Soria.
Soraya Sáenz de Santamaría junto al ex ministro, José Manuel Soria.

El premio a Soria reaviva el “fuego amigo” entre los partidarios de Soraya y

La opinión pública tiene ya su veredicto. Lidiar con la olla a presión del ex ministro agobia al PP y reabre la guerra sin cuartel en el Gobierno. Y todo con un cercano horizonte electoral.

| Ricardo Rodríguez Opinión

Dos minutos. Ese fue el lapso de tiempo transcurrido la noche del viernes entre la investidura fallida de Mariano Rajoy y el comunicado oficial que coronaba a José Manuel Soria como candidato al Banco Mundial. La pirueta, que denota mala conciencia, mantuvo a por uvas a dirigentes del PP tales como Fernando Martínez Maillo o Rafael Hernando en el epílogo de la caña y la croqueta en Casa Manolo. Hasta tal punto estaban en una burbuja ajena al espectro del ex ministro que los populares iban con el piloto automático de la sesión parlamentaria. El olor a napalm tardó en llegarles, pero lo hizo en el paseo desde el bar hasta sus domicilios.  

Para entonces, la maniobra ya estaba haciéndose difícilmente digerible en el seno del propio partido. La incomodidad ante la situación creada y, especialmente, ante la catarata de bofetadas, forzó a Mariano Rajoy a avalar de viva voz la aspiración del ex titular de Industria en una charla informal con la prensa en una escala técnica del vuelo a China. La opinión dominante en la proximidad presidencial, pese a la preocupación instalada en sus filas, es que el ruido quedará en nada. Pero de la presión ambiental podría depender mucho cómo termine de encarar Rajoy la tormenta. Una marcha atrás era desdeñada desde despachos monclovitas, como si la posibilidad de impedir a Soria, en su condición de funcionario público, aspirar a un cargo directivo del Banco Mundial, pudiese constreñirse al ámbito de la voluntad individual del canario.

Sin embargo, en el Partido Popular son conscientes de que el nombramiento del ex ministro les abre un boquete en su propio casco. De la inoportunidad del momento no han tardado en apercibirse los temerosos de la soledad parlamentaria. Al presidente del Gobierno en funciones le van a dar un aviso todos, desde el PSOE a Podemos pasando por C´s, una muestra del tipo de Oposición a que deberá atenerse - de lograr la investidura - a través de la comparecencia de Luis de Guindos en comisión parlamentaria.

Resultan obligadas las explicaciones por un comportamiento tan espléndido con quien ya fue despedido del Gabinete con frialdad e incluso dando oxígeno a las dudas sobre su honestidad tras su vinculación directa con empresas offshore radicadas en paraísos fiscales, cuando además Rajoy ha debido ser advertido en su entorno de las fuertes críticas que tendría que padecer si se plegaba al deseo de Soria. “Se podrá vestir de cualquier manera, pero no ha sido la mejor decisión pensando en el interés del partido”, apunta a ESdiario un miembro del Ejecutivo.

Rajoy ha debido ser advertido de las críticas que tendría que padecer si se plegaba al deseo de Soria. "Se podrá vestir de cualquier manera, pero no ha sido la mejor decisión pensando en el interés del partido", dice un miembro del Gobierno

Las pretensiones de José Manuel Soria sólo sirven para reavivar la llama de la división en el núcleo de poder marianista, entre los fieles a Soraya Sáenz de Santamaría y los miembros del denominado “G-5”, el grupo que cuenta entre sus filas con los ministros José Manuel García-Margallo, auténtico líder intelectual del clan, y De Guindos, la presidenta del Congreso, Ana Pastor, el comisario europeo, Miguel Arias Cañete, o el tardíamente incorporado presidente del Senado, Pío García Escudero. En esta hornada admiten sus citas con el otrora titular de Industria, sus palabras de aliento y hasta el cierre filas con él. El bando sorayista, en cambio, empezando por Cristóbal Montoro, nunca ha renegado del castigo infligido al canario.  

José Manuel Soria hubo de abandonar el Ministerio por la puerta de atrás, incapaz de ofrecer explicaciones a los españoles, más allá de un reconocimiento de haber cometido graves errores en su rendición de cuentas ante los medios de comunicación. La vuelta de Soria a los titulares, que algunos pretenden ver como una anécdota exprimida exageradamente, ha cobrado entidad generando un irreprimible malestar en el PP. Y ello a las puertas de las citas con las urnas en Galicia y en el País Vasco. “Ante el cariz del fuego amigo, podemos dar cinco de los quince días de la campaña electoral hechos a nuestros adversarios”, aventuran ya desde la calle Génova.