| 28 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Algunos como Bird o Johnson se salvan de la quema.
Algunos como Bird o Johnson se salvan de la quema.

La idealización de los 80

Los 15 años es una etapa muy boba, te hace enamorarte de personas repulsivas, saltar por grupos de música que no valen ni para fiestas de pueblo o admirar a deportistas que hoy no valdrían.

| Pablo Lolaso Opinión

Cualquier tiempo pasado nos parece mejor, es así. En un siglo XXI tan deshumanizado todo lo que nos recuerde a calor de brasero, cassetes en un coche sin aire acondicionado, televisiones sin mando a distancia o deportistas en pantaloncitos muy cortos nos parece mejor. Y resulta que no, que no es mejor, es simple nostalgia.

Nostalgia porque todo lo que vivimos desde que empezamos a darle cuerda a nuestra memoria a largo plazo (alrededor de los seis años) hasta que nuestra mente -y nuestro hígado- se estabilizó (alrededor de los 25-30 en función de lo tardía de la adolescencia de cada uno), lo recordamos con tal intensidad que nos hace dudar de si nuestro presente no es una mierda pinchada en un palo. Y resulta que no, que no es una mierda, resulta que todo ahora es bastante mejor.

Debate aparte es si nos gustan las cosas mejores o nos gustan las cosas que nos gustaban cuando nos gustaba cualquier mierda. Porque los quince años es una etapa muy boba, te hace enamorarte de personas absolutamente repulsivas, saltar por grupos de música que no valen ni para la fiestas de Ventas de la Retamosa, o, y aquí quería yo llegar, admirar a deportistas que hoy en día no tendrían hueco en nuestras ligas. No, no lo tendrían, lo siento.

Y me vale cualquier deporte. Los hay perfectamente cuantificables: atletismo, natación, ciclismo. Los tiempos no engañan y cada vez se corre más rápido, se nada más deprisa y se pedalea con mayor cadencia. Esto es indiscutible. El mejor corredor de los años 70 u 80 sería alguien muy del montón en la actualidad. El problema viene con los deportes colectivos, esos que tanto me gustan porque están sujetos a reglas más complejas y el análisis de su rendimiento requiere un paso más allá del ‘quién es mejor’. En atletismo, por ejemplo, es fácil: es mejor el que más corre, el que más salta o el que lanza lo que sea más lejos. Sin más. En un deporte colectivo las variables son muchas más y de más difícil comprensión.

Eso hace que haya verdaderos viajeros en el tiempo que lo petaron en los 80 y que perfectamente tendrían su sitio hoy en nuestro deporte, como Larry Bird o Magic Johnson, por ejemplo. Pero los casos son muy contados. Comparar épocas diferentes es una tarea harto compleja, ya que lo más difícil es contextualizar. Es como comparar un iPhone7 con el Motorola de Pablo Escobar. El Motorola en su día era la leche pero hoy en día no valdría para nada. Para ser el mejor ahora, centrándonos en baloncesto, tienes que tirar más rápido porque te van a defender mejor que en los 80, tienes que zafarte de defensores y de tácticas defensivas conjuntas que no te van a dejar respirar, tienes que saltar más, correr más, estar más fuerte, ser más técnico y, en definitiva, ser mejor.

Los años 80 están idealizados. Su música, su cultura, su deporte… y era todo una mierda en comparación. Lo que pasa es que era nuestra mierda, nuestra primera buena mierda, y la consumimos a tope. Pero ya está, ya pasó. No pasa nada por decir que en 2016 estamos mejor, que los que ahora criticáis el Pokemon estabais en los 80 mendigando heroína.