Así sufrirá el bipartidismo si C´s consigue uno de cada cinco votos

Ciudadanos sigue obsesionado con una cifra: 20%, o lo que es lo mismo, uno de cada cinco votos. Si superan ese porcentaje de voto todo puede cambiar. Ha dejado ya ser un partido emergente. Ya no piensan en el reparto de los restos. Piensan que esos restos pueden ir a parar en muchas circunscripciones al PP y al PSOE, quedándose ellos con la hegemonía, aunque sea por estrecho margen.

La tan traída y llevada Ley D´Hondt, la que supuestamente siempre ha favorecido a los partido mayoritarios, puede saltar por los aires la noche del 20 de diciembre. Y por la simple y sencilla razón de que se han acabado las diferencias abismales entre un partido y otro. Se ha acabado lo de dos partidos mayoritarios. Ahora hay tres partidos medianos que se reparte el pastel electoral. Y eso no ha pasado nunca en la historia reciente de nuestra democracia.

Bien es cierto que precisamente porque nunca ha pasado (que tres o cuatro partidos se muevan entre el 15% y 30% de los votos), hace mucho más difícil predecir el resultado final. Pero si en algo coinciden sociólogos y expertos de empresas demoscópicas es que nuestra Ley electoral presenta determinados porcentajes de voto que marcan barreras. Superado un determinado escalón, el resultado cambia considerablemente. Y eso ocurre con los porcentajes que están arrojando los sondeos.

Moverse entre los 40 diputados o los 80 depende de rebasar el 20% de voto

A Ciudadanos lo sitúan todas las encuestas en una horquilla de entre 16% y 23%. Es una horquilla amplia y por eso le otorgan o 40 diputados, o más de 80. Todo depende de si se supera o no el 20%.

Algo parecido le ocurre al PP con el 30%. Una cifra a la que no llegan en ninguna de las últimas encuestas, y eso preocupa a los populares desde hace semanas, como ya adelantó ESdiario. En Génova consideran que si se supera ese 30% el número de diputados se dispararía de 120-125, que le otorgan de media ahora las encuestas, a 145-150 diputados. Un resultado anhelado por el PP dadas las circunstancias.

La doble cara de Ciudadanos

La subida espectacular de la formación de Albert Rivera tiene en cualquier caso un único enemigo peligroso. El principal adversario de Ciudadanos en estas elecciones es Ciudadanos. La indefinición de su ideología. El tener que enfrentarse continuamente a si están más cerca del PP o del PSOE. El riesgo cierto de que muchos votantes a la hora de verdad no sepan si su voto será en realidad para el PSOE o para el PP.

Intentan mantener el equilibro entre libre mercado y social democracia, entre libertad e igualdad de oportunidades, o entre flexibilidad y seguridad. Y aquí es donde se encuentra su encrucijada: su propia definición ideológica.

La sensación hasta ahora es que Ciudadanos apoya al PSOE siempre que puede y al PP cuando no tiene más remedio. Y que a sus dirigentes les gusta más un acuerdo con el PSOE que con el PP. Pero eso choca con las preferencias de la mayoría de sus votantes, que son exvotantes del PP y que verían frustradas sus expectativas. Pero Albert Rivera quiere evitar de momento esa decisión. Por eso vive obsesionado con superar ese 20% de intención de voto.