| 26 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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A Pepu se le consideraba poco menos que el chamán de la tribu.
A Pepu se le consideraba poco menos que el chamán de la tribu.

Por qué pienso que Scariolo es mejor que Pepu Hernández

A pesar de la abrumadora diferencia en las carreras deportivas de ambos, son muchos los nostálgicos que siguen prefiriendo al estudiantil por encima del italiano.

| Pablo Lolaso Opinión

El palmarés habla ya por sí solo: por parte del italiano, tres oros europeos y una plata y un bronce olímpicos a nivel de selección; una liga italiana, dos ligas ACB y dos Copas del Rey. Un oro mundial, una plata europea a nivel internacional y una Copa del Rey como entrenador del Estudiantes, es el bagaje, por su parte, de Pepu Hernández. Incontestable diferencia de Scariolo sobre el entrenador madrileño. Aquí no hay debate.

Donde sí parece haber debate es en la importancia que a cada uno se le atribuye a los éxitos de la selección y al cariño en general que el público les tiene. De Scariolo siempre se ha dicho que se ha ganado a pesar de él mientras que a Pepu se le consideraba poco menos que el chamán de la tribu. Ambos tienen un punto en común: hicieron sentirse bien y que tuvieran ganas de venir a jugar cada verano a nuestra mejor generación de baloncestistas. La diferencia es que Scariolo, de seis participaciones, solo se ha llevado un fracaso (un maldito triple de Teodosic), lo que supone un 16%, mientras que Pepu de sus dos veranos al frente de la selección, uno de ellos, el 50%, fue un sonoro fiasco, porque espero que nadie venga a venderme ahora que la plata en Madrid contra Rusia siendo ultrafavoritos y jugando en casa es algo de lo que presumir. Suma como medalla, sí; pero suma más como descalabro.

Lo que no puede ser es que cuando nos cae bien el entrenador se gana gracias a que es muy bueno y cuando no, es que los jugadores le han sacado las castañas del fuego

Lo que no puede ser es que cuando nos cae bien el entrenador se gana gracias a que es muy bueno y cuando no, es que los jugadores le han sacado las castañas del fuego, que es un paquete y no tiene ni idea. Y mira, pues no. Urge que en este país se revise el concepto de equipo.

Pero voy a hablar de valentía. Valentía a la hora de elegir los proyectos que liderar. Pepu mamó Estudiantes desde chiquitito y con ellos llegó a la élite, llevando al equipo de sus amores a ganar una Copa y a conseguir un digno subcampeonato contra el Barcelona. Después va a la selección, se convierte en campeón del mundo y por circunstancias de la vida termina a tortas con la FEB y acaba saliendo por la puerta de atrás. En ese momento, con todo a su favor y con el marcador de energía a tope, ¿cuántas ofertas de equipos importantes recibiría? No lo sé. El caso es que eligió entrenar al Joventut, un equipo de similares características al Estudiantes pero donde desayunaba pan tumaca en vez de café y cruasán plancha. ¿Riesgo? Cero. ¿Éxitos? Ninguno destacable. Bueno, no pasa nada, no ha conseguido hacer del equipo de Badalona un Ramiro II, se admite y ya está. Pero ahora sí, ¿no? ¿Habrá otras ofertas interesantes? Pues vuelta al Estudiantes. ¿Riesgo? Cero otra vez. Todo a su favor, el regreso del hijo pródigo. No solo no tuvo éxito sino que aquella segunda parte más que el Padrino II fue peor que el remake de Abre los ojos. Y después de todo esto, el desierto. Pepu Hernández es el Mark Hamill del baloncesto español, un solo éxito y a vivir de las rentas.

Pepu Hernández es manifiestamente un cagón. Lo fácil era coger el dinerito de la lotería, colgarse de manera perpetua la medalla de oro y liarse a dar conferencias durante toda tu vida, escribir algún librito y comentar partidos en la tele. Pepu es como un concursante de Gran Hermano, vive de dar bolos gracias a una gloria efímera.

Scariolo, el odiado Sergio Scariolo, el repeinado italiano, ha entrenado al Pesaro, Bolonia, Baskonia (bis), Real Madrid, Unicaja, Khimki y Milano además de lo ya sabido con la selección española. Unas veces ha tenido éxito y otras no, pero el tipo ha intentado sacar petróleo de todos los equipos donde ha estado. Eso, para mí, indica valentía.

Y es que además la selección con Scariolo ha rozado la perfección, jugando partidos absolutamente magistrales: tácticos cuando requerían que así lo fueran y con un baloncesto alegre cuando tocaba. Y sin perder de vista que, además, esto es un negocio en el que hay que jugar para ganar. Esta selección que ha construido Scariolo, porque de lo que pudiera haber orquestado Pepu ya solo quedan un par de ladrillos.

Volviendo a la valentía, a mi parecer, Pepu Hernández carece de ella, ya que si tanto fue puteado por el señorito Pepe Saéz tenía que haber tenido los cojones de decirlo en su momento, no esperar a que su cadáver estuviera en la cuneta para, escondido tras los micrófonos de Mediaset, golpearlo como en el Día del Apaleamiento de Springfield. Cobarde y rastrero, y no seré yo quién defienda al expresidente de la FEB, pero tampoco alabaré al tipo que esperó diez años con rencor para vengarse de su verdugo.