| 28 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Cospedal y Rajoy, en uno de los congresos en que fue elegida secretaria general del PP
Cospedal y Rajoy, en uno de los congresos en que fue elegida secretaria general del PP
Exclusiva

Cospedal acudirá al rescate de Castilla-La Mancha

Castilla-La Mancha se ha convertido en un laboratorio de ensayo de una coalición entre PSOE y Podemos para toda España. Cospedal lo sabe y se opondrá desde la candidatura autonómica.

| Javier Rodríguez Opinión

María Dolores de Cospedal no tenía claro siquiera si debía seguir en la presidencia del PP de Castilla-La Mancha, pero la petición unánime de sus propios compañeros le hizo aceptar el encargo y revalidar al frente del partido. Fue el primer paso hacia una candidatura, en las Elecciones Autonómicas y Municipales de 2019, que hoy ya se da por segura.

Cospedal asiste perpleja a los virajes de Page, de primer denunciante de Podemos a socio y ensayo para todo el país

El espectáculo dado por Emiliano García-Page, señalado en su propio partido y autor de unos de los giros copernicanos más sorprendentes al pasar de denostar a Podemos -pese a alcanzar las presidencia sin haber ganado los comicios y gracias a su apoyo- a integrarlo en su Gobierno, ha terminado por inclinar la balanza y Cospedal volverá a concurrir como candidata para tratar de recuperar Castilla-La Mancha, sumida en una profunda crisis institucional y económica resumida en un dato: a poco de comenzar el último trimestre del año, aún carece de presupuestos formales para un 2017 casi agotado.

Una victoria amarga

Quienes conocen a Cospedal aseguran que nada le hizo más ilusión que alcanzar la presidencia de su tierra y nada le disgustó tanto como perderla, pese a haber vencido en los comicios con holgura: sus 16 diputados fueron dos más que los del PSOE, que accedió al Palacios de Fuensalida con un tortuoso apoyo de investidura de Podemos, que con sólo mil votos más que Ciudadanos logró tres actas por ninguna del partido naranja: si esa contabilidad electoral fue entonces adversa, ahora también es esperanzadora a efectos de superar el ya anunciado matrimonio de la izquierda con más votos para el PP o el respaldo de Ciudadanos, muy distante de cualquier otra fórmula tripartita alternativa.

Pero no ha sido la única razón determinante. Cospedal, consolidada como número 2 del PP nacional, ministra de Defensa y con la plena confianza de Rajoy; hubiera podido abrir una etapa distinta y entregar los poderes regionales a cualquiera de sus estrechos colaboradores para librar el pulso electoral con ciertas garantías. Pero no. La inestabilidad en la Comunidad, unida al hundimiento de Page en el nuevo PSOE de Pedro Sánchez, ha terminado por convencer a la secretaria general de que debe mantener un puesto que, anímicamente, nunca abandonó.

Será la candidata, pues, tal y como le han pedido insistentemente las direcciones provinciales del PP en Toledo, Guadalajara, Ciudad Real, Cuenca y Albacete, aunque asumir esa responsabilidad comporte algunos riesgos: a nadie se le escapa que no recuperar el Palacio de Fuensalida, sede toledana del Gobierno autonómico, podría tener consecuencias políticas nacionales. Del mismo modo que desalojar a la suma de PSOE y Podemos también le colocaría en lo más alto de la estima popular.

 

 

Que la presidenta del PP de Castilla-La Mancha tenga ganas de competir contra Emiliano García Page, si la inquina entre él y Sánchez no se inclina a favor del segundo y provoca la búsqueda de otro candidato; es tan cierto como que la decisión final ha dependido del desastre absoluto en que ha estado sumida la región en el último medio año.

Page, de "mafioso" a socio

Tanto como para que el PP, consiciente de ello, ofreciera al PSOE sacar adelante sus presupuestos con sendas mejoras fiscales -una bajada de impuestos- y sanitarias -un plan para reducir las desbocadas listas de espera-, rechazadas por un Page que todo lo ha analizado en términos personales.

Y es que si la victoria de Susana Díaz le hubiera conferido influencia en Ferraz, la derrota de la andaluza le ha convertido en uno de los 'compañeros' más detestados por Sánchez, que no olvidará los desprecio del presidente castellanomanchego ni dudará en relevarle, al menos del partido, si el incipiente sector sanchista castellanomanchego lograr fuerzas para imponerse en el inminente congreso regional: aunque no lo lograra, y no parece probable ya, la debilidad de Page quedará aún más agudizada al visibilizarse el enorme sector crítico que ha generado dentro de su partido en apenas dos años y su mala relación con la dirección nacional, saldada con un espectáculo a cuento de si el pacto con Podemos debía someterse a 'referéndum' de las bases.

Finalmente no será necesario, llegará con una consulta genérica en las agrupaciones locales, pero en el camino queda la imagen de enfrentamiento frontal, agudizada por el también existente en Podemos: un sector, capitaneado por el diputado David Llorente, no es partidario de integrarse en el Ejecutivo de García Page y, todo lo más, defiende apoyar los presupuestos.

Un lío que puede crecer tras el verano: los congresos socialistas en las cinco provincias, alguna tan dividida como Albacete, y en los principales municipios, pueden ser el 'segundo round' de la lucha interna si Page sale indemne del primero y revalida antes de agosto un endeble liderazgo orgánico de su partido.

La región se ha convertido en un ensayo que, se cree, Sánchez e Iglesias implantarán si pueden cuando haya Generales

La gota que colmó el vaso

La decisión definitiva de Cospedal tiene mucho que ver con el análisis que buena parte del PP hace en toda España: la 'podemización' del PSOE con Pedro Sánchez, una radicalización del mensaje fruto de las necesidades electorales que le aleja de ser un partido ganador y le acerca, para lograr gobiernos, a pactos con el partido de Pablo Iglesias o incluso con nacionalistas.

En el caso de Castilla-La Mancha, esa certeza esta sobre la mesa desde el día de la misma investidura de García Page, que no ha tenido reparo en parecer como gran paladín contra Podemos, con memorables adjetivos dirigidos a su ahora socio, y por ello como gran opositor a Sánchez, partidario de pactos con Iglesias, siquiera por necesidad.

El viraje de Page es de época y en el PP son conscientes de su significado: ntegrado en su Gobierno a la misma persona que llegó a tildarle de encarnar "prácticas mafiosas" y hoy será su vicepresidente, José García Molina, supone una huida hacia adelante del presidente de Castilla-La Mancha, pero también adelante un paisaje en el que ya trabaja Ferraz para toda España.

Cospedal es consciente de ello, y presentará batalla, convencida de que es su obligación y de que, además, de frenar allí esa tendencia será más fácil hacerlo en unas Generales que como muy pronto se celebrarían el último trimestre de 2019. Mientras, queda para la posteridad el 'pacto de sillones' entre el PSOE y Podemos, resumido en un vejatorio vídeo que el ahora socio de los socialistas difundió hace apenas unas semanas para ridiculizar a quien, desde ya mismo, será su jefe de filas en las instituciones: