Garbiñe Muguruza consigue un hito histórico para el tenis femenino español

La española Garbiñe Muguruza, número cuatro del mundo, se ha proclamado este sábado campeona de Roland Garros, segundo Grand Slam de la temporada, tras imponerse de manera brillante en la final a la estadounidense Serena Williams (7-5, 6-4), y logra así el primer 'grande' de su carrera.

De esta manera, Muguruza alza así su primer título de Grand Slam en su segunda final, en una arcilla bendecida para los españoles. La jugadora de 22 años se convierte en la primera española en ganar Roland Garros desde que lo consiguiera Arantxa Sánchez Vicario en el ya muy lejano año 1998 ante otra estadounidense, Monica Seles.

En su segunda lucha por un grande tras su derrota en 2015 en la final de Wimbledon ante la 'bestia' norteamericana, la hispano-venezolana hizo gala de una madurez inusitada en años anteriores. Con calma, magníficos restos y fantásticos puntos desde el fin de la pista, fue construyendo una sorpresa que pocos esperaban.

La pobre representación institucional contrasta con la habitual nutrida presencia de miembros de la Realeza o cargos públicos en, por ejemplo, la última final que disputó Rafa Nadal en el mismo torneo de París

Tras el partido la tenista no pudo contener la emoción y dio también una lección de humildad. Así, tuvo palabras de reconocimiento para el gran campeón español del tenis. "Este es el torneo de España. Rafa Nadal es el gran campeón y una victoria aquí es lo máximo". Muguruza dijo también estar "muy emocionada, es una de las mejores jugadoras y ha sido una final perfecta."

Sorprendente feo institucional

Pero no todo ha sido perfecto. Garbiñe Muguruza no ha contado con el abrigo institucional que se espera siempre de un acontecimiento como este. A diferencia de otras gran finales, no ha habido presencia alguna de la Casa Real y en lo que respecta a miembros del Gobierno en funciones, tan sólo ha estado presente la ministra de Agricultura Isabel García Tejerina. La paupérrima representación institucional contrasta con la habitual nutrida presencia de miembros de la Realeza o cargos públicos en, por ejemplo, la última final que disputó Rafa Nadal en el mismo torneo de París. Nuestros representantes públicos, a quienes se les llena la boca hablando de políticas de igualdad, no han estado ni mucho menos a la altura de las circunstancias.