| 28 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Los intereses de George Soros en España

En realidad se declara adversario del pensamiento económico convencional y de la des-regulación financiera desmedida. Pero sobre todo, realiza el valor explicativo de la teoría marxista.

| Eduardo Arroyo Opinión

Hoy día, de por sí, la palabra “filántropo” no significa nada, ya que necesariamente tiene que referirse a una determinada concepción del hombre y la sociedad y ésta ha de ser precisada antes. En el pasado, las ideas en torno al hombre eran más compartidas y homogéneas pero actualmente, se llama “filantropía” tanto a la investigación promovida por la Rockefeller Foundation como a las enormes sumas de dinero invertidas por ésta misma fundación en la promoción del aborto en el Tercer Mundo y también en el mundo occidental. El término es usado con frecuencia por la gente de izquierdas y por los liberales -y en general por todas las personas que comparten la ideología dominante- que dan por sentado que las cosas que les parecen bien a ellos son el mejor de los mundos posibles. Por eso, Alberto Garzón, uno de los políticos más ignorantes que tenemos, anota en su blog que George Soros “es también un filántropo, es decir, una persona que dona gran parte de sus ingresos y riqueza a causas solidarias. Al estilo de Bill Gates. Cabría esperar que, en cualquier caso, George Soros fuera un fanático defensor de un sistema y de una forma de concebir la economía que tanto beneficio le ha proporcionado en las últimas décadas. Sin embargo, en realidad Soros se declara adversario del pensamiento económico convencional y de la des-regulación financiera desmedida. Pero sobre todo, Soros realiza el valor explicativo de la teoría económica marxista. Ni más ni menos”.

El texto hace referencia a la noticia, ninguneada por la prensa y los medios y filtrada por wikileaks, de que el magnate judeo-húngaro George Soros financia multitud de organizaciones en todo el mundo de las izquierdas europeas y mundiales. No es nada raro: el célebre vagón precintado que llevó a Lenin y a su pequeño grupo de conspiradores a la estación de Finlandia desde Suiza corrió a cuenta de J.P. Morgan. Hace muchos años, aprendí en el famoso libro “Vodka-Cola”, como las grandes multinacionales hacían su agosto instalando fábricas detrás del Telón de Acero gracias a las denominadas “empresas mixtas”. La conexión capital- subversión y revolución marxista siempre ha sido un hecho. Por eso, por ejemplo, según la citada filtración de wikileaks, Soros paga 80.000 euros a S.O.S. Racismo, una organización que tiene una visión de la inmigración irracional y delirante pero que contribuye eficazmente a disolver las sociedades occidentales con la excusa del anti-racismo. Más aún, siempre según wikileaks, Soros financia a organizaciones para evitar que prosperen partidos críticos con el proceso de islamización de Europa. Muchos nos preguntamos si no habrá habido pagos a cargos públicos para interferir en la política interior de los países.

Todo esto es lo que Alberto Garzón llama “causas solidarias”. Pero en realidad es la manera más eficaz y antigua de condicionar la política: utilizar el talonario para que otros hagan el trabajo sucio por ti.

No deja de ser destacable el silencio apabullante de los periódicos. La razón principal es muchas de que aquellas ideas y modelos encarnados en asociaciones diversas, que a diario se nos presentan como encarnación del ideal a seguir, están todas ellas financiadas por uno de los personajes más oscuros de la época, que obtuvo su inmensa fortuna especulando contra la libra, en el curso de uno de los casos más evidentes de capitalismo despiadado. Que, como dice Garzón, “en realidad Soros se declara adversario del pensamiento económico convencional y de la des-regulación financiera desmedida” solo lo puede creer alguien como Garzón, que cree también que “el comunismo respeta los derechos humanos”, tal y como dijo en una célebre entrevista pos-electoral en El Mundo. En realidad, Soros cree mejor que nadie en los objetivos cosmopolitas y antinacionales del capitalismo global. Esa es ni más ni menos la cobertura ideológica de lo que él llama “sociedades abiertas”.

Y de ahí que, por ejemplo, intenten frenar a golpe de cheque el avance de un partido como Plataforma por Cataluña, un partido regional que debería importar poco a un “hombre de negocios” centrado en sus intereses empresariales. Por todo ello Soros, al contrario de lo que dice Garzón, no “realiza el valor explicativo de la teoría económica marxista”: Marx escribió poco o nada sobre el capital financiero. Hubo que esperar a Lenin para que la teoría marxista se ocupara de esto y lo hizo diciendo, en su libro “el imperialismo como fase superior del capitalismo”, que de la fusión del capital industrial y del capital financiero nacería el capitalismo imperialista. Es una aproximación al problema pero hay otra que Marx ni contempló: el capitalismo financiero, de naturaleza muy diferente del capital industrial, es quién lleva la voz cantante en la lucha por los intereses del imperialismo mundial del dinero. Uno de esos intereses consiste en destruir las naciones y las sociedades establecidas acabando con sus identidades, lo mismo que los partidos de izquierda y los liberales. Eso es precisamente lo que hace Soros y para eso necesita “oenegés” varias, “garzones” y partidos “progresistas” que hagan sobre el terreno lo que él no quiere hacer de manera visible. Que no se de a esta noticia la importancia que tiene es porque la prensa y los medios occidentales son mayoritaria, cultural, ideológica y políticamente, gente de Soros.