| 04 de Mayo de 2024 Director Benjamín López

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Las "lágrimas" de Ana Obregón no convencen a Jorge Javier Vázquez.
Las "lágrimas" de Ana Obregón no convencen a Jorge Javier Vázquez.

Jorge Javier Vázquez identifica por qué Ana Obregón ha dejado de "hacer gracia"

La actriz y bióloga lleva toda la vida interpretando su papel de "Antoñita la Fantástica", como se la conocía en su momento, pero puede que esté llegando al borde de su propio abismo.

| Maribel Fernández Chismógrafo

Varios días después y todavía se sigue hablando del paso de Ana Obregón por el plató de De Viernes en Telecinco. Si el lunes Alessandro Lequio sobrepasó el límite del ridículo obligado como se está viendo a entrar un espinoso tema del que no quiere saber nada, este miércoles fue Jorge Javier Vázquez quien recuperó el asunto en su blog de Lecturas.

Según su lectura de los hechos, Obregón se sentó en De Viernes porque lo siente como un entorno seguro donde prima el respeto y la buena educación pero a su juicio en realidad va a la tele porque  "necesita meterse periódicamente ese chute catódico que le haga pensar que sigue vigente". Nada que ver con lo que piensan algunos, como el propio Jorge Javier, que "ya es historia de la televisión. Ya fue. Pasó su tiempo y ahora entra a formar parte de ese grupo de monumentos catódicos que lo han sido todo pero que ya no tienen nada que decir".

Peor aún, lo peor que puede hacer en estos momentos cree que es hablar "porque ha pronunciado tantas mentiras que su mente está más preocupada en no contradecirse que en expresarse con libertad".

Quizá por eso Vázquez asegura que en su última entrevista "en ningún momento consiguió transmitir emoción alguna. Se notaba que hacía verdaderos esfuerzos por llorar pero las lágrimas no aparecían". Eso por no hablar de las contradicciones en las que incurrió varias veces sobre el supuesto testamento ológrafo de su hijo Aless: "Conozco bien a Ana cuando se pone a la defensiva. Habla, habla y habla sin parar. Se refugia en lugares comunes, en tópicos rancios, en dolores ancestrales y en una mosca que pasaba por allí para aturrullar a los colaboradores, ir haciendo que corra el tiempo para, al final, largarse a casa con el talón en el bolso y planear su vuelta a otro plató para endosarnos un nuevo rollo".

Ana Obregón no quiere que le dejen de "hacer casito" porque seria "funesto para ella"

Que su ex y padre de su fallecido hijo no quiere pronunciarse lo ha repetido él mismo hasta la saciedad ("no quiere formar parte del circo de cuatro pistas que se ha montado Ana con su hija/nieta") y sin embargo "ella no tiene ningún reparo en utilizar la figura de Alessandro para seguir estirando el hilo argumental y que la historia no muera del todo. Porque entonces cabría la posibilidad de que a Ana se le dejara de hacer casito, y eso sería funesto para ella".

Lo que no logra entender el presentador de Supervivientes es como una mujer tan preparada para algunas cosas se tan "chata emocionalmente" como para "no acudir a un psicólogo tras la traumática pérdida de su hijo. Es bastante probable que si hubiera acudido a uno se habría ahorrado protagonizar algún que otro (bochornoso) capítulo de su vida. Sobre todo, los referidos a la última parte de su biografía".

No se puede olvidar que en un momento de la entrevista llegó a verbalizar "que no había superado el duelo y que su hija no es comprada sino heredada".

Jorge Javier cree que la gente se ha dado cuenta de quién es la verdadera Ana Obregón

Jorge Javier reflexiona con que "en toda esta historia sobrevuela la idea de que a Ana García Obregón siempre se le perdonaba todo porque era Ana. Ana la graciosa. Ana la divertida. Pero ese momento ha llegado ya a su fin porque Ana ha dejado de hacer gracia. Porque la gente ha caído en la cuenta de que Ana pertenece a esa clase de gente que piensa que en esta vida todo se puede comprar con dinero".

Y concluye con que en realidad toda su vida ha girado única y exclusivamente alrededor del dinero: "Cuando sus recursos se le agotan se saca de la manga una nieta para seguir facturando. Echando cálculos, la próxima fiesta grande de la que sacar pasta será la Comunión. Ana estará rondando ya los ochenta años. Estoy convencido de que no aguantará tanto. La veo moviendo Roma con Santiago para que, de manera excepcional, la niña comulgue en un par de veranos".