| 01 de Mayo de 2024 Director Benjamín López

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Rudiger celebra con sus compañeros el penalti decisivo
Rudiger celebra con sus compañeros el penalti decisivo

El Real Madrid elimina al campeón tras un ejercicio estoico de resistencia

Los de Ancelotti sobreviven a un equipo de otra galaxia con una exhibición defensiva titánica que les llevó a los penaltis. Lunin, héroe del partido, detuvo dos penaltis en la tanda

| Miguel Queipo de Llano Deportes

El Real Madrid está en semifinales de la Champions, desde el punto de penalti, tras el 1-1 de los 120 minutos. El Rey en su salsa, cuidado con él. Los de Ancelotti, en un partidazo defensivo sensacional, supieron frenar casi todos los resortes ofensivos de un equipo de otra galaxia, un Manchester City de Pep Guardiola que es un conjunto absolutamente descomunal. Sí, los citizens dispararon 34 veces, once sobre la portería de Lunin, pero el meta blanco, héroe del partido al detener dos penas máximas en la tanda, solo encajó un gol. La defensa madridista rayó la perfección.

Fue un ejercicio de supervivencia ante un pelotón de panteras hambrientas. Lo del City es un abuso. Técnicamente. Tácticamente. Pero sobre todo físicamente. Una presión asfixiante, que supieron mantener al mismo ritmo durante 119 minutos. Sólo flojearon en el último instante de la prórroga. El Madrid solo pudo exhibir ante el rival skyblue un orden defensivo impresionante, con una lección táctica de Ancelotti sobresaliente, y rezar para poder enganchar alguna contra. No dispuso de muchas, pero sí atinó en la primera: gol de Rodrygo a pase de Vinicius, y tras un rechazo de Ederson, en el minuto 12.

 

A partir de ahí, alguna arrancada de Valverde, alguna conducción de Rodrygo y poco más. Pero atrás, el Madrid dio una Master Class ante el mejor equipo ofensivo de Europa. Pero no el mejor por poco. El mejor a años luz del siguiente. Sobrevivir es de un mérito incalculable. El trabajo defensivo de Rodrygo y de Valverde fue sensacional, cerrando todos los pasillos interiores. La capacidad de Kroos y Bellingham para quitarse el traje de director de orquesta y enfundarse el mono de trabajo. Camavinga, Nacho, Mendy y Rudiger exhibiéndose... Y Carvajal haciendo uno de los mejores partidos de su vida.

Sí, sí. Hablamos de defensa. No de ataque. Ofensivamente, el Madrid fue casi transparente, apenas amenazó la portería del City. Pero resistió. El balón quemaba, la presión del City ahogaba... pero el Madrid no ardió en el incendio del Ettihad. Sobrevivió, incluso con la suerte de cara en un remate de Haaland en el primer tiempo al larguero. Encajó un gol, tras un mal despeje de Rüdiger, pero sufrió, se agarró al alma del nombre del equipo, el alma del reALMAdrid, a la épica, al escudo, a todos los dioses nórdicos que cuidan de la vikingada. Esto es Europa y todo salió bien.

 

Hasta en la tanda de penaltis. Porque Modric cumplió la máxima de que siempre fallan los mejores cuando los partidos se deciden desde los once metros. Y entonces volvió a aparecer Lunin, que detuvo dos, uno soberbio ante Bernardo Silva, que chutó blando por el centro con el ucraniano sin picar el anzuelo. Rüdiger vio recompensada su excepcional temporada marcando el último penalti. Redimido el alemán por su error en el empate inglés.

Es sólo pasar a semifinales. Pero qué bien sabe. El Madrid y la Copa de Europa mantienen su idilio tan especial. Ahora espera el Bayern, el gran coco blanco, en semifinales. Pero Londres y la final de Wembley están más cerca. Este Madrid sabe sufrir. Este Madrid sabe defender. Tiembla, Europa.