| 26 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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España y el 'amigo' norcoreano

Las relaciones de nuestro país con el hermético país asiático son mínimas, aunque un español ejerce de representante del régimen de Kim Jong Un para todo Occidente.

| P.P.H. Opinión

Corea del Norte, uno de los países más herméticos del planeta y el último estado totalitario de la comunidad internacional, vuelve a estar en primera línea de actualidad por la escalada en el cruce de amenazas con Estados Unidos. Las peculiaridades del régimen nacido en el comienzo de la guerra fría hace tiempo que excedieron el marco típico del país comunista de economía planificada y a ojos del mundo es un lugar que bascula entre el disparate y el horror. Las extravagancias de la dinastía familiar creada por Kim Il Sung hace casi 70 años para mandar en la conocida como República Popular Democrática de Corea apenas darían para hacer bromas si no fuera porque millones de personas sufren su tiranía dentro de sus fronteras; y fuera de ellas, muchos más millones padecen la intimidación constante por el potencial uso de su arsenal nuclear.

 

 

Kim Jong Un, nieto del 'Gran Líder', comanda con mano de hierro Corea del Norte.

En esas, a más de 12.000 kilómetros de distancia, muy lejos del hipotético alcance de los misiles con los que alardean frecuentemente, España se alinea en la política de bloqueo y sanciones del bloque occidental ante los excesos y las bravuconadas del régimen que comanda ahora Kim Jong Un, nieto del ‘Gran Líder’. Aun así, Madrid y Pyongyang mantienen unas mínimas pero muy curiosas relaciones.

 

Una embajada en Madrid…. sin ningún norcoreano en España

El establecimiento de relaciones diplomáticas entre España y Corea del Norte son relativamente recientes. Fue el 15 de diciembre de 2000 cuando el Consejo de Ministros aprobó al establecimiento de estas relaciones. Trece años más tarde, en octubre de 2013, Pyongyang abrió embajada en Madrid. Un chalet de Aravaca acoge la delegación diplomática norcoreana,  aunque no ejerce para asuntos consulares al no figurar ciudadanos norcoreanos residentes en España.

 

¿Por qué entonces las autoridades norcoreanas decidieron establecer una sede diplomática en nuestro país? Según los expertos en relaciones internacionales, aquel ‘desembarco’ coincidió con un leve apertura del régimen, especialmente en materia turística, aunque tampoco faltan analistas que vieron en aquella decisión un refuerzo de su estructura de inteligencia, esto es, de los servicios secretos, en Europa. Sea como fuere, la actividad de la embajada de Corea del Norte en España es muy reducida, pues es testimonial el intercambio institucional y comercial entre las dos naciones. Y en respuesta, la diplomacia española canaliza desde 2006 sus asuntos con Pyongyang a través de la embajada española en Seúl, la capital de Corea del Sur, en régimen de acreditación múltiple.

 

Bailarines, futbolistas y ayuda internacional

Al hilo de la apertura de la embajada madrileña se especuló con que nuestro país sería uno de los destinos para las escasas giras de grupos artísticos consagrados a difundir el folclore y, sobre todo, la bizarra cultura oficial de Corea del Norte. Incluso se llegó a apuntar la posibilidad de que algunos futbolistas norcoreanos se desplazaran a nuestro país para estancias de formación en algunas escuelas de fútbol de clubes españoles. Pero tales intercambios no llegaron a consumarse.


Sí ha funcionado, en cambio, la solidaridad dentro de los estrechos márgenes que deja la administración norcoreana. Así, España ha respaldado e intervenido en el programa de ayuda humanitaria para Corea del Norte que desarrolla la Unión Europea. Asimismo, en septiembre de 2007 ayudó a paliar los daños provocados por las inundaciones que asolaron el país semanas antes. El gobierno firmó entonces un acuerdo con Cruz Roja española para canalizar la ayuda a través de este organismo que trabajaría directamente con Cruz Roja Corea del Norte y bajo la supervisión de Cruz Roja Internacional.

 

Salvo “extrema necesidad”, olvídese de viajar

Para todos aquellos que tengan interés en visitar el ‘reino de los Kim’, el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación es cristalino: que se elijan otro destino. Las ‘Recomendaciones de viaje’ que Exteriores dedica en su web a Corea del Norte comienza con esta exhortación, y literalmente en mayúsculas: “Se desaconseja el viaje salvo por razones de extrema necesidad y, en todo caso, evitar hacerlo por determinadas zonas”.


Si aun así se persiste en ir, el ministerio recuerda que desde 2013 se ha incrementado la “tensión en toda la península de Corea” y que resulta especialmente delicada la visita por la zona fronteriza de Corea del Sur. De ahí que, en primer lugar, se recomienda registrarse antes en la embajada española de Seúl antes de partir hacia Pyongyang.

Exteriores "desaconseja" el viaje a Corea del Norte. Uno de los primeros controles que sufre el viajero es una severa vigilancia médica durante días. 


Una vez en territorio coreano, Exteriores informa de que todo visitante extranjero estará bajo observación médica durante 21 días. Unas décimas de fiebre pueden impedir la entrada en el paraíso norcoreano, que quiere dejar fuera todo virus foráneo. Y el que ya esté dentro, que se olvide de ir por libre: unos guías les acompañarán por rutas ya establecidas y con un control riguroso de cámaras de fotos y teléfonos.

 

Un español, enlace con el mundo

El único amigo que Corea del Norte posee para tratar de lavar su mala imagen ante el mundo es casualmente un tarraconense de 43 años llamado Alejandro Cao de Benós. Siendo casi un adolescente quedó fascinado por la república asiática y fue uno de los fundadores de la Asociación de Amistad con Corea (KFA). A través de ella, acabó convitiéndose en delegado especial honorario de ese país y delegado especial del Comité de Relaciones Culturales con Países Extranjeros, una suerte de relaciones públicas de Corea del Norte para el resto del mundo.

 

 

Alejandro Cao, el 'embajador' de Corea del Norte para el mundo, ataviado con el uniforme de oficial del ejército


Personaje pintoresco y a veces muy controvertido, se ha hecho popular por sus vehementes declaraciones en defensa del paraíso norcoreano, negando la existencia de campos de concentración, la sanguinaria represión y la miseria que sufre el pueblo, y achacándolo todo a la manipulación de la prensa y la intoxicación interesada de Estados Unidos. “Se vive mejor en Corea del Norte que en España", es una de sus sentencias favoritas en sus encuentros con la prensa.