| 26 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Podemos contra la libertad

Podemos no se parece en nada a PP, PSOE o Ciudadanos. Un análisis de su discurso desvela el corazón de su política: autoritarismo, nula profundidad y un ataque frontal a libertades básicas.

| Daniel Ortiz Guerrero Opinión

Una de las notas más característica de la mentalidad victimista de Podemos es la de demonizar a los ricos, a los poderosos, a los empresarios. Oponiendo sus intereses a los intereses del pueblo, o de ‘la gente’. Es cierto que sin duda esta creencia proviene de la ideología marxista que profesan sus líderes y a la que nunca han renunciado. O no por completo.

Por primera vez un partido estatal, de carácter neocomunista, niega la existencia de España como nación

Pero no es menos cierto que este discurso responde a una estrategia publicitaria. A una campaña propagandística que, aprovechando los años duros de la depresión, ha aupado al partido neocomunista a cotas de poder que ningún partido de esa calaña había tenido antes en la historia de España.

Podemos tiene una concepción muy peculiar de la economía, el mundo, la política y la libertad. Una concepción hecha a la medida de la mentalidad de su líder, el incorruptible, el intocable Pablo Iglesias. Concepción que también se ve reflejada en su modelo de Estado: por primera vez un partido estatal niega la existencia de España como nación, habida cuenta de que en su seno reconoce otras entidades nacionales, pasándose por el arco del triunfo doscientos años de evolución del término en materia jurídico-política.

Puede parecer que esta posición beligerante con la concepción nacional de España es algo disociado de lo anterior, de la visión clasista de la sociedad. Pero no. Es sólo un reflejo de la inanidad de su discurso político, que se compone del rechazo a toda doctrina política aceptada por la derecha: si conservadores o liberales dicen que España es una Nación, nosotros nos oponemos.

 

 

Al lado de este discurso basado en la envidia, el resentimiento y la oposición sistemática e irracional a la derecha, hay unos fondos mucho más tenebrosos. El dogma marxista y el autoritarismo. El primero, tomado a pies juntillas como una prueba de fe, establece que aunque todos los indicadores prueben que la economía de libre mercado, la empresa privada, la propiedad y la iniciativa del individuo son más prácticas (y más justas) para el desarrollo de una sociedad abierta y próspera; hay que negarlo e insistir en la necesidad de que el Estado, es decir, los políticos, se apropien de los medios de producción potenciando la creación de empresas públicas y el incremento del gasto –el discurso antiausteridad típico de Podemos-.

Y necesitan crear un clima propicio para que su discurso cale. Para ello no reparan en mentir y acusar al gobierno de salvajes recortes inexistentes. O esa rabia hiperventilada cuando hablan de legislación laboral o de salario mínimo.

La idea de democracia de Podemos viene a ser una similar a la de las dictaduras de Cuba y Venezuela, a cuyos gobiernos nunca critican. Ni una sola vez

En cuanto al autoritarismo, típico de todo movimiento colectivista, podemos decir que la idea de democracia de Podemos viene a ser una similar a la de las dictaduras de Cuba y Venezuela, a cuyos gobiernos nunca critican. Ni una sola vez. Y prueba de la existencia de esta concepción totalitaria de poder omnímodo son las patitas que enseñan por debajo de la puerta en ocasiones. Como aquel presunto programa de gobierno, propuesto al PSOE, que instaba a los jueces a respaldar su política. Si Podemos es la gente, el pueblo, no es necesaria la separación de poderes. Y de esta forma, si te opones a Podemos, en realidad te opones al pueblo. Eres un enemigo de la gente.

La democracia es un medio para conservar la libertad. La democracia funciona en tanto en cuanto se mantiene la libertad individual –incluida la propiedad privada-. Y la libertad es un bien universal que no puede depender de la marcha de la economía, aunque la economía vaya mejor cuando hay libertad. Por lo tanto, no podemos ser ingenuos. No debemos caer en la trampa de elegir a Podemos durante una legislatura ‘a ver qué pasa’. Podemos no es el PSOE, ni el PP, ni Ciudadanos, por deteriorados en ideas e imagen que puedan estar estos partidos. Podemos es la ruina y el suicidio colectivo.

Y los periodistas ingenuos fascinados con Podemos están haciendo un flaco favor a la causa de la libertad silenciando el lado oscuro –la sombra del comunismo es alargada- de esta secta de vividores que en su vida ha producido nada útil para la sociedad.