| 27 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Hasel, el pasado enero, tras declarar en la Audiencia Nacional
Hasel, el pasado enero, tras declarar en la Audiencia Nacional

Libertad para Hasel

¿Y si las denuncias al llamado 'rapero de Podemos' sólo sirven para hacerle famoso? El autor intenta explicar por qué, en determinadas ideologías, el insulto se considera un derecho.

“Libertad para Hasel” será la pintada que tendremos que soportar en nuestros barrios -en sustitución de la no menos vomitiva “libertad para Alfon”-, en el caso de que este rapero miserable entre en prisión.

Y díganme, ¿cuántos discos vendería este “artista” si no estuviera condenado por apología del terrorismo? ¿Qué sería de Facu sin no hubiera sido por aquel paseíllo en la Audiencia Nacional que lo convirtió en héroe progre?

Hasel es el niño pijo malcriado en la opulencia del universo Podemos, hijo de empresario y presidente de club de fútbol

¿Les estamos condenando o les estamos haciendo un favor? ¿Qué condena es ésa que al salir te hace vender el doble de discos, ser el doble de famoso, y que un partido político te lleve bajo palio?

Yo como liberal no condenaría a nadie por un delito de opinión, aunque se camufle en el código penal como apología del terrorismo. Si lo hubiera dicho con un megáfono frente a una audiencia todavía, pero ¿por un tweet? Dejad que la gente valore su fanática ignorancia.

Les estamos haciendo un favor, les estamos colocando en su papel favorito: víctima. Además, la libertad de expresión sólo se ejerce cuando defiendes al que no piensa como tú.

Fascismo y comunismo

Miren, todos los que hoy se autodenominan de izquierdas o de derechas, no son más que descendientes ideológicos de los dos grandes monstruos del S.XX (comunismo y fascismo), que lograron engañar a millones de seres humanos (hoy la ignorancia ya no sirve como excusa).

Los que no creemos en esa dicotomía, los que somos espectadores exteriores de ese rencor eterno entre personas que lo comparten casi todo, pero deciden odiarse por obediencia a unos líderes divinizados, podemos ser testigos neutrales de que a la izquierda le falta algo que la derecha ya tiene: el gen democrático.

Después de la segunda guerra mundial se produjo un paulatino efecto de regeneración democrática en ambas tendencias (comunismo y fascismo). Éste fue rápido y brusco en el fascismo, como consecuencia de ser los perdedores de la contienda, y mucho más lento en el comunismo, hasta el punto de que millones de personas de izquierdas aún no poseen ese gen hoy en día.

Fíjense en qué pasa si la peligrosísima ultra Le Pen pierde en Francia: nada de nada, sus seguidores aceptan una derrota democráticamente. Pero ¿qué pasa si Trump gana en USA?: centenares de manifestaciones, agresiones, etc. todavía no tienen el gen.

 

 

Alabando a Stalin

Chávez hablaba en nombre del pueblo cuando ganó unas elecciones, cuando las perdió, dio un golpe de estado. Es imposible escuchar a un diputado del PP defender el fascismo, a Hitler o Mussolini; ni si quiera habrá uno que de alabanzas a Franco; pero es algo habitual encontrar diputados de izquierdas sobre todo en Podemos o IU dando vivas a personajes como Fidel o Stalin.

No hay ninguna diferencia entre ser fascista o comunista, en ambos casos se es, ante todo, un miserable capaz de justificar las mayores atrocidades que jamás la humanidad haya conocido desde los campos de concentración nazis, hasta los millones de muertos en el gran salto adelante chino, las checas o el holodomor ucraniano.

Fíjense en qué pasa si la peligrosísima ultra Le Pen pierde en Francia: nada de nada. ¿Pero si gana Trump?

Un tirano es un tirano, ya sea rojo o azul. El problema de la izquierda occidental -y hablamos ahora de socialistas puros y comunistas, porque la mayor parte de la socialdemocracia europea sí que posee ya ese gen-, es que para justificar su permanente retórica violenta, necesita hacer ver que el de enfrente es igual… aunque no lo sea. Por eso la palabra facha debe estar siempre presente, si el otro es fascista, yo puedo como legítima defensa exceder los cauces democráticos para asaltar los cielos.

Necesitan ser permanentemente víctimas de algo para justificar sus execrables acciones. Es por eso también que utilizan a todos los colectivos victimizables: mujeres, inmigrantes, gays… las víctimas sólo pueden ser suyas. Que seas mujer, homosexual o extranjero importa poco en realidad, lo que importa es que seas de izquierdas.

La inmundicia

Ya puedes ser todo lo mujer que quieras, que si eres del PP y ya no te digo nada si se te ocurre ir a misa, eres objetivo prioritario de burlas y vejaciones. Todo estaría permitido en ese caso, porque cumples el requisito accesorio (ser mujer) pero no los principales (ser de izquierdas y que no haya nadie por encima del amado líder. Dios no puede existir).

Hasel es el enésimo niño pijo malcriado en la opulencia del capitalismo del universo Podemos, hijo de empresario y presidente de club de fútbol, como siempre tuvo de todo, nunca supo valorar nada.

Dejadle que se ahogue en su propia inmundicia, en su charco de odio… que sea la sociedad civil la que le juzgue. No condenéis a este niñato repulsivo, no le hagáis ese favor, es sólo un pelele ignorante, no le hagáis más famoso.

¡Libertad para Hasel!