| 24 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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El día que descubrimos las urnas

Se cumplen 40 años de las primeras elecciones de la restauración democrática, en la que participaron 18 millones de españoles y se dio un impulso decisivo al afianzamiento de la democracia

| Pedro Pérez Hinojos Opinión

Solapada por el ruido en torno a la moción de censura de Podemos, este 15 de junio se cumplirán cuarenta años de las primeras elecciones generales en España. Casi 40 años antes, en el mes de febrero de 1936, se habían celebrado los últimos comicios a Cortes, en una República que agonizaba, acosada por los extremismos. Por el contrario, en aquel miércoles de finales de primavera de 1977, aquella cita con las urnas, todo un descubrimiento para la mayoría de los más de 18 millones y medio convocados, era el principio  de una nueva etapa.

En aquel 15-J de 1977 no solo se eligieron a los miembros que iban a constituir las Cortes, esto es, el Congreso de los Diputados y el Senado. También, y sobre todo, se echaron los cimientos para darle robustez a nuestra joven democracia, con la creación de un sistema de partidos equiparable al de que cualquier país europeo, y el espaldarazo a un Parlamento para poner en marcha un proceso que daría luz verde a una Constitución de consenso. Y ese régimen de convivencia y de derecho es el que nos siguen amparando a día de hoy.

Los procuradores franquistas, el referéndum, la legalización del PCE

No fue fácil llegar a aquella decisiva jornada electoral. Al frente de un gobierno de cuadros provisionales, Adolfo Suárez tuvo que vencer las resistencias de la vieja y aún poderosa jerarquía franquista de los procuradores, con astucia y mucha firmeza, convenciéndoles primero de la necesidad de aprobar una Reforma Política a gran escala. Y la ‘inmolación’ de las Cortes del dictador se consumó con el referéndum que, con más del 90% de votos a favor, apoyó la transición democrática el 15 de diciembre de 1976.

 

 

Otro escollo importante fue la legalización del Partido Comunista en la Semana Santa de 1977, que levantó no pocas ampollas y amenazó seriamente la continuidad del proyecto. Este contaba ya desde el 23 de marzo con un decreto ley para regular las elecciones del 15 de junio, cuyas normas prácticamente se mantienen hasta los comicios de la actualidad.

La matemática electoral

El diseño del sistema electoral fue una de las grandes conquistas del primer ejecutivo de Suárez. Descartado el escrutinio mayoritario puro, al estilo inglés, que defendía Manuel Fraga, y rebajado el sistema proporcional exigido por el PSOE, los técnicos del Gobierno, comandados por Landelino Lavilla y Miguel Herrero Rodríguez de Miñón, lograron reequilibrar las enormes diferencias de población que existían entre las 52 circunscripciones y habilitar un instrumento que, combinado con una oferta de centro atractiva, permitiera que la administración en ejercicio se mantuviera en el poder.

Más de medio millar de parlamentarios

Según quedó establecido por decreto, el Congreso de los Diputados estaría formado por 350 diputados, elegidos por un sistema de escrutinio proporcional tutelada por la ley D’Hondt, que favorece las candidaturas mayoritarias. Para evitar la fragmentación partidista que bloquearía las mayorías estables, se fijó un porcentaje mínimo del 3% de los votos para entrar en el reparto de escaños, y un mínimo de 2 escaños para cada una de las 52 circunscripciones provinciales –excepto Ceuta y Melilla que solo tenían uno-. Estos mínimos reforzaban las candidaturas más votadas. De hecho, en un gran número de circunscripciones –las menos pobladas y con menos representantes-, el sistema funciona como si fuera mayoritario, y prácticamente sólo obtienen representación los dos partidos más votados.

Se votó un miércoles y el recuento de votos duró dos días

Por su parte, Senado contaría con 207 electos, más 41 designados por el rey. Elegidos por un sistema mayoritario limitado; los electores solo podían votar a un máximo de tres candidatos. En Baleares, Canarias, Ceuta y Melilla el número de senadores electos era menor. De hecho, el Senado, cuya existencia exigieron los grupos más conservadores, se convirtió en un refugio para una parte de los dirigentes provenientes del franquismo.

La sopa de letras

A los comicios concurrieron 5.343 candidatos encuadrados en 589 candidaturas. 22 partidos se presentaron en casi todas las circunscripciones –UCD, por ejemplo, no presentó lista en Guipúzcoa-. En Madrid hubo 26 candidaturas; en Barcelona, 23. A pesar de la célebre sopa de letras, la disputa de los votos se fue concentrando en torno a las fuerzas que el 15-J se convertirían en protagonistas de la nueva etapa: la Alianza Popular de Fraga, la UCD de Suárez, el PSOE de Felipe González, el PCE de Santiago Carrillo y las formaciones nacionalistas de País Vasco (PNV) y Cataluña (la Convergència de Jordi Pujol formaba parte de la coalición Pacto Democrático). Llamativa fue también la presencia del Partido Socialista Popular de Enrique Tierno Galván y la Federación Cristiana de José María Gil Robles y Joaquín Ruiz-Giménez, que no alcanzó ni un solo escaño.

21 días de campaña

La campaña electoral empezó el 24 de mayo. Duró 21 días. Se buscaba que los partidos políticos tuvieran tiempo de sobra para darse a conocer y presentar sus propuestas programáticas, que en general se materializaron en mensajes directos, con mucha carga ideológica y apelando a la dicotomía cambio o reforma.

UCD dispuso de importantes recursos a los que no se sacó demasiado provecho. Su baza principal era Suárez, que prácticamente no hizo campaña. En concreto, ésta se limitó a una visita a su pueblo, Cebreros, unas cuantas entrevistas y la decisiva aparición en el último espacio electoral en televisión, de la que sacó una buena porción de votos.

Para historiadores y especialistas, la mejor campaña fue la del PSOE. Junto a una imagen moderada, lanzó a un atractivo líder, encarnación de la juventud y el futuro, y contó además con el asesoramiento de los socialdemócratas alemanes del SPD, así como del apoyo de estudios de opinión y estrategias políticas realizados por una empresa creada por el partido a tal efecto.

Votar en miércoles y final del recuento en viernes

Las votaciones se realizaron un miércoles. Se escogió un día laborable, con permiso de cuatro horas retribuido, para tratar de asegurar una alta participación. La jornada fue en general tranquila, aunque se registraron algunas pequeñas explosiones en colegios electorales, atribuidas a la ultraderecha. Votó el 78,89% del censo electoral. La mayor abstención se registró en las cuatro provincias gallegas (47% en Orense). Los resultados definitivos se conocieron el viernes. El recuento duró dos interminables días por la escasa experiencia de interventores y miembros de las mesas y el gran número de listas presentadas.

La participación superó el 78%. Entre UCD y PSOE sumaron casi el 70% de los apoyos

Moderados y bipartidistas

Suárez consiguió revalidar en las urnas su liderazgo. La UCD cosechó una mayoría cómoda, 166 escaños –a diez de la mayoría absoluta-, que le permitiría presidir un nuevo gobierno con respaldo suficiente. El sistema electoral, tan cuidadosamente diseñado, había funcionado a la perfección. La coalición centrista con el 34,44% de los votos había obtenido el 47% de los escaños. Los 118 diputados obtenidos por el PSOE sorprendieron a casi todos. El PCE, con 20 escaños, y Alianza Popular, con 16, obtuvieron resultados muy por debajo de sus expectativas y tuvieron que conformarse con jugar un papel secundario. En el País Vasco–PNV con 8 escaños- y en Catalunya –Pacte i UDC sumaban 13- se certificó el protagonismo de los partidos nacionalistas moderados.

La principal conclusión del 15-J, no obstante, fue el triunfo del voto moderado frente a los extremismos cuyos fantasmas de la Guerra Civil aún se mantenían en la memoria. Entre UCD y PSOE acumulaban cerca del 70% de los votos. El bipartidismo imperfecto que ha caracterizado el mapa político español desde entonces ya empezaba a perfilarse.