| 28 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Una imagen genérica de los antidisturbios de la Policía Nacional, un cuerpo muy profesionalizado
Una imagen genérica de los antidisturbios de la Policía Nacional, un cuerpo muy profesionalizado

La farsa de la violencia policial

No hubo brutalidad policial. Unas horas después de la campaña de propaganda, se impone la realidad: fue un montaje, destinado a publicitar una represión inexistente en España.

 

 

Imagínese que usted vuelve a casa cansado después de un duro día de trabajo y al llegar a su puerta se encuentra una sentada protesta de unas 50 personas que le impiden acceder a su hogar.

¿Qué haría usted?

Pues lógicamente llamar al 091.

Y ahora imagínese que llega la Policía, conmina a los manifestantes a levantarse  y éstos dicen que no.

Entonces los agentes se vuelven hacia usted y le dicen:

 —Lo siento señor, están en actitud pacífica y al tratar de levantarlos ejercen resistencia pasiva, así que no podemos hacer nada, busque usted un hotel para esta noche.

¿Qué pensaría usted? ¿Se indignaría, verdad?

No existe la resistencia pasiva

La realidad es que después de pedir a los manifestantes que se levanten, y si éstos hacen caso omiso, los policías estarían facultados para usar tanta fuerza como fuera necesaria para hacer prevalecer la ley; y si no entiendes esto, ya puedes comprarte un pin de Pedro Sánchez y empezar a repetir cien veces la palabra “diálogo”, o escuchar una de Los Pecos mientras sueñas con una alianza de civilizaciones, que eso no te convertirá en más demócrata, sólo en más estúpido.

La resistencia pacífica a los agentes de la autoridad no existe, en tanto en cuento resistirse a que sea aplicada la ley es un delito tipificado en todos los ordenamientos jurídicos democráticos, y cometer delitos nunca es pacífico.

La resistencia pasiva tampoco se da en estos casos, en tanto en cuanto cuando un agente de orden intenta mover/levantar/reubicar a una persona, y ésta hace fuerza para impedirlo, la propia fuerza de su acto ya deja vacío de contenido el término pasivo, y faculta a los policías, que en una democracia tienen el monopolio del uso de la fuerza, a emplear ésta para revertir la situación.

Los Mossos sirviendo a una ideología y no a un pueblo, nos retrotraen a lo peor del S.XX

Si en esa resistencia se emplea a niños y ancianos estamos entonces ante una sociedad enferma cuyo tratamiento para sanar nos va a llevar muchos años, y no hay otra medicina posible que cerrar las siete televisiones públicas y recuperar las competencias educativas, base del adoctrinamiento.

Los Mossos sirviendo a una ideología y no a un pueblo, nos retrotraen a lo peor del S.XX, una ideología que va a acabar enfrentando a la mitad de ese pueblo contra la otra mitad.

Volvemos a repetir la historia, otra vez engañados por una pandilla de imbéciles que se llena los bolsillos con todo este macabro teatro.

El uso de niños

Los grandes espectáculos de masas, la utilización de niños en las campañas de adoctrinamiento y la creencia de unos políticos de que están por encima de la ley y por lo tanto tienen legitimidad de carácter divino, no se veían en Europa desde las demostraciones fascistas y comunistas de masas del pasado siglo.

Ahora podemos dejar que en las calles de Euskadi manden los cachorros batasunos, en las de Barcelona los descerebrados de la ANC y en las de Madrid los comunistas de Podemos; o por el contrario podemos pasear por ciudades donde el control de la calle lo tenga la Policía Nacional y la Guardia Civil. Pregúntate qué país quieres para tus hijos.

La actuación de los antidisturbios de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado el domingo fue sencillamente ejemplar, por algo son los mejores de Europa.

Que sólo haya dos heridos no leves en un día donde se supone que más de dos millones de personas se saltaron de manera organizada la ley es impensable en cualquier otra policía de nuestro entorno.

Propaganda

El discurso de la represión policial estaba escrito de antemano, y como no salió como querían, comenzó la campaña de imágenes falsas, fotos de otras manifestaciones y miles de mentiras más que tienen su modelo de perpetración en el caso Marta Torrecillas Domenech.

La farsa

Esta señora sale de un colegio electoral diciendo que ha sido brutalmente agredida por policías nacionales mientras defendía a niños y ancianos a los que los malvados agentes estaban golpeando. Cuenta que un policía le fue rompiendo los dedos uno por uno y que luego otros agentes le habían levantado la ropa y realizado tocamientos. Es la historia tipo del victimismo populista, la de convertir en buenos a los malos, y en malos a los buenos.

Dentro del plan orquestado, la alcaldesa de Barcelona Ada Colau no tardó en hablar de agresiones sexuales por parte de la Policía, y la periodista Mónica Terribas —que días antes había llamado a delatar los movimientos de los vehículos de Policía y Guardia Civil—, ya le preparaba entrevistas con medios internacionales.

¿Pero en qué mundo viven estos miserables que no llegan ni a la suela de los zapatos a nuestros agentes?

De ERC

La historia se fue derrumbando poco a poco: primero no aparecían niños ni ancianos agredidos, luego se filtra un vídeo de la escena donde no se aprecia nada de lo que denuncia la mártir del pueblo, más tarde se la graba haciendo uso de sus dedos y al final acaba confesando que tiene una ligera inflamación en uno de ellos. Para colmo se supo que la mentirosa sinvergüenza era una edil de ERC, todo en orden.

 

Podemos pasear por ciudades donde el control de la calle lo tengan la Policía Nacional y la Guardia Civil o la borroka

 

Esta historia es el espejo de la manipulación orquestada desde un gobierno para engañar a todo un pueblo.

De diez mil policías actuando, apenas se pudieron ver —a pesar de que todos trabajaron bajo la mirada de miles de teléfonos móviles—, cuatro o cinco escenas desproporcionadas, repetidas hasta la saciedad por las televisiones amigas.

La coacción, a la Policía

¿Pero cuánta gente sería capaz de estar durante días alejados de sus familias, maltratados por su propio gobierno, abandonados por sus mandos, insultados, vejados, amenazados y agredidos, y no cometer en un momento puntual un solo desliz?

En la actuación de los Mossos d`Esquadra de hace unos años durante el 15M se pudieron ver cientos de escenas muchísimo más violentas que las del domingo, con muchísima menos justificación, pues no había ningún golpe de estado en marcha. Aún así, en ambas la intervención policial es perfectamente entendible si no quieres que tu ciudad quede a merced de una minoría violenta.

La mentira populista

No se utilizó fuerza sobre ningún ciudadano el domingo por “querer votar”, por mucho que esta mentira populista cale servida por la máxima goebbeliana de que la propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Se utilizó fuerza sobre aquellas personas que querían subvertir la ley y por lo tanto atentar contra la democracia, y para evitar eso estaban nuestros policías.

Lo que sí quedó claro este fin de semana es la imperiosa necesidad de un cambio de modelo policial. Ciudadanos lo ha propuesto esta semana a través de su diputado en el congreso Miguel Gutiérrez. Hay mucho trabajo por delante.

¡Viva la Guardia Civil! ¡Viva la Policía Nacional!