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Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, en una reunión en el Congreso en febrero de 2016
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, en una reunión en el Congreso en febrero de 2016

Sánchez deja el foco a Ábalos para afrontar el 'marrón' de Iglesias

Sánchez apuesta por la abstención en la moción de censura a Rajoy, analizada en clave interna como el primer pulso con Iglesias por la misma clientela electoral.

| Antonio Martín Beaumont Opinión

 

“La moción de censura de Pablo Iglesias es un marrón”. Lo repite en la distancia corta José Luis Ábalos, portavoz interino del Grupo Socialista. Pero es lo que hay. Sobre todo porque a él le va a corresponder subir este martes a la tribuna de oradores a replicar al líder de Podemos y defender la abstención.

Javier Fernández no quiso ni dar su opinión a Sánchez sobre la moción de censura cuando le preguntó

El Grupo Parlamentario será informado de la decisión este mismo lunes por la tarde en la reunión convocada y presidida por el propio Ábalos en una de las salas del Congreso de los Diputados. Con esa abstención, el PSOE remacha su equidistancia entre Mariano Rajoy e Iglesias.

La decisión ha sido adoptada por Pedro Sánchez, que coincide con parte del diagnóstico de los morados (el Gobierno es censurable, sí, por la degeneración del sistema democrático, y Rajoy tampoco debería ser inquilino de La Moncloa) pero discrepa de la estrategia de Iglesias, consciente de que busca arrebatarle el liderazgo de la Oposición.

Además, tal y como gusta recordar el entorno del secretario general, si el PP ocupa La Moncloa es porque el año pasado Iglesias votó en contra de que hubiera un presidente socialista. Sánchez deja solo a Iglesias en su intento de expulsar a Rajoy, al entender que una moción de censura debe ser constructiva y contar con una mayoría alternativa, ahora mismo inexistente en las Cortes.

Terreno despejado

Por eso, la abstención es la opción de un líder socialista en una situación de excepcionalidad. Formalmente, Sánchez carece de poderes ejecutivos, ni siquiera cuenta con una dirección propia, hasta que reciba la “bendición” del Congreso Federal del próximo fin de semana.

 

 

El mando en plaza del reelegido líder proviene de la renuncia de la Gestora capitaneada por Javier Fernández a agotar su tiempo. Sin ninguna solemnidad, la cúpula interina echó el cierre a principios de la semana pasada en una reunión de dos horas, a puerta cerrada, en Ferraz.

No fue una cita para grandes discursos: el asturiano eludió hacer un último informe político, aunque sí expresó en voz alta su lamento por las acusaciones de estar “con el culo en pompa hacia la derecha”, en clara referencia a un comentario del alcalde de Valladolid y futuro portavoz de la Ejecutiva, Óscar Puente.

Sánchez seguirá el debate desde Ferrar, dejando a su miago y pretoriano Ábalos el papel de portavoz en el Congreso

Fue el colofón a una relación de Fernández con Sánchez que resulta más que fría. El secretario general llegó a preguntar al presidente del Principado su opinión sobre la moción de censura y éste declinó ofrecérsela. El modelo del líder es el que han refrendado de manera contundente las bases en las primarias y a él le corresponde asumir toda la responsabilidad de sus pasos.

Y éstos prometen ir encaminados a intentar atraerse de nuevo a los electores de Podemos hacia el PSOE y hacer de las siglas centenarias lo suficientemente atractivas para volver a ser la casa común de los ciudadanos “progresistas”.

Ya dejó claro Sánchez sin rodeos que se siente “muy próximo a los votantes de Podemos”. Pero a la vez resaltó que no coincide con “algunas decisiones de Pablo Iglesias”. La rivalidad por una parte del potencial electorado promete evidenciarse mañana en el hemiciclo. De ello son conscientes en las filas socialistas.

Sánchez seguirá el debate desde Ferraz, dejando todo el foco a su pretoriano y amigo Ábalos, cuya misión será desplegar el relato frontal contra Rajoy y combinarlo con la falta de eficacia del pretendido asedio de Iglesias.

Apoyo al fondo, pero de ninguna manera a las formas. La imposibilidad podemita de sumar aliados en la oposición, más allá de sus socios electorales –algunos, como Compromís, a regañadientes– o de los independentistas como ERC o Bildu, ayudan a Ábalos a desplegar un discurso medido, a la altura de las circunstancias que rodean al PSOE.

A fin de hacer una faena meritoria, el portavoz provisional ha contado con el asesoramiento de buena parte de la dirección del grupo parlamentario, además de José Enrique Serrano. La presencia en dependencias socialistas de la Carrera de San Jerónimo del otrora jefe de los “fontaneros” de La Moncloa se ha ido haciendo habitual en las últimas semanas.

La clave Serrano

Iniciar esta etapa contando de nuevo con él es un lujo y en el seno del propio PP cruzan los dedos para que pueda convertirse en un interlocutor de Sánchez con ellos.

Bien es verdad que el plan original de los dos Hernando, tanto de Rafael como de Antonio, era dar al unísono el mínimo protagonismo a Iglesias, pero desde que Pedro Sánchez retomó las riendas de Ferraz el guión del debate cambió.

No hace falta explicitar, por obvio, que la intervención de Ábalos ha recibido el visto bueno del propio Sánchez. El secretario general puede carecer de acta de diputado, y tampoco se va a dejar ver esta semana en la tribuna de invitados de la Cámara Baja, pero en la distancia estará pendiente del “match”.