| 03 de Mayo de 2024 Director Benjamín López

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Rajoy el miércoles en el Congreso.
Rajoy el miércoles en el Congreso.

Rajoy prepara un discurso de investidura que lo ponga difícil al PSOE

Zarzuela es el primer escalón para la investidura, pero no el candidato del PP ni el del PSOE pueden ofrecerle al jefe del Estado garantías de éxito en una votación de investidura.

| Charo Zarzalejos España

La próxima semana, el jefe de Estado iniciará los contactos con los responsables políticos como paso previo y necesario para proceder a la investidura de quien pueda ser el futuro jefe del Ejecutivo. En medios próximos a Zarzuela se asegura que el Rey, además de escuchar a todos, finalmente se ajustará a lo que se ha hecho siempre, que no es otra cosa que encargar la formación de Gobierno al candidato de la lista más votada. En cualquier caso, ni Mariano Rajoy ni, en su caso, Pedro Sánchez están en condiciones de ofrecer garantías al jefe del Estado de que sus gestiones para alcanzar una mayoría son suficientes.

Si se cumple lo previsto, Felipe VI encargará a Mariano Rajoy la formación de Gobierno. Una vez realizado el encargo no hay límite de tiempo legal para que el candidato proceda a la investidura, pero es una decisión tomada por el propio Rajoy, con el visto bueno del PP, proceder a la misma antes de que finalice el mes de enero. Sostienen en Génova y en La Moncloa que la oferta del presidente en funciones es "clara". "Su fórmula, que es la fórmula de la sensatez, es la única que baraja y en la que insistirá en su discurso de investidura".

Durante estos próximos días, Mariano Rajoy mantendrá contactos con Ciudadanos y en la medida de lo posible lo intentaría con el PSOE, pero desde el PP se admite que "la cerrazón de Sánchez es de tal calibre lo hace todo más difícil". Los populares, a medida que pasan los días, van tomando conciencia de que, efectivamente, Mariano Rajoy no vuelva a ser presidente de Gobierno.

 

La posición oficial se sustenta en varias frases que ya forman parte del argumentario. "Aún hay tiempo", "en política todo se decide en el último minuto", "el PSOE tendrá que valorar si prefiere facilitar la investidura de Rajoy o ir a elecciones y esa será su responsabilidad", etc... Pero la repetición de estas frases no aporta especiales esperanzas de que la situación que se da a día de hoy con el no rotundo del PSOE "al PP y a Rajoy" vaya a verse modificada. El hecho de que Pedro Sánchez pusiera especial énfasis en informar de que él no había hablado con Rajoy ni pactado con el PP el nombramiento de Patxi López como presidente del Congreso ha sido la última declaración que confirma la rotundidad de la negativa socialista.

El PP cuenta con ello, pero Rajoy no va a tirar la toalla. Aseguran desde su entorno más próximo que su discurso de investidura "va a ser un gran discurso, con compromisos claros y proponiendo reformas concretas que el PSOE va a tener muy difícil desdeñar". Quiere Rajoy dejar en manos de los socialistas la responsabilidad de no afrontar "desde una mayoría incontestable" las reformas que son necesarias "y para las que es necesario abandonar posiciones de máximos sin traicionar lo que cada cual representa".

Cuerda libre para Sánchez

Pedro Sánchez no está en mejores condiciones que Rajoy. Si improbable es que se llegue a ese acuerdo de amplia mayoría, no se presenta más fácil que Pedro Sánchez pueda alcanzar los números suficientes para llegar a La Moncloa, aunque sí tiene a su favor el deseo compartido por el conjunto de la izquierda de que el PP no vuelva a gobernar. Está por ver si ese deseo compartido es lo suficientemente fuerte como para que ese gobierno de izquierdas sea posible.

El enfado de Pablo Iglesias con el PSOE a raíz del acuerdo que ha propiciado el nombramiento de Patxi López, así como la negativa a la formación de cuatro grupos parlamentarios -el capítulo aún no esta cerrado-, en principio han tensado las relaciones con Podemos, pero es una tensión en absoluto irreversible.

De entrada, lo que el PSOE quiere es que se visualice la derrota de Rajoy aun cuando su negativa a cualquier tipo de apoyo pueda suponer, para muchos españoles, un enfado no pequeño con los socialistas. Derrotado Rajoy, Pedro Sánchez está dispuesto también a que se visualice su propio derrota. "Pedro hará un discurso dirigido al cambio que necesita España desde una perspectiva de izquierda y va a ser un test para Podemos. Si no apoyan esas propuestas de izquierda serán ellos los que tengan que explicar los motivos y si se empecinan con el derecho a decidir, si hay elecciones, nos ponemos las botas", aseguraba hace unas horas un integrante de la guardia pretoriana del líder socialista.

En el PSOE ha vuelto una tensa calma. Los barones han optado por dejar hacer y darle a Sánchez la cuerda que necesite para alcanzar un acuerdo que la inmensa mayoría de ellos dan por hecho que no se va a conseguir. Si no llega a La Moncloa, en el PSOE se abre un antes y un después, y en este después la figura de Pedro Sánchez estaría especialmente debilitada.

Si hay que atenerse a lo que unos y otros dicen, lo prudente es esperar a ese último minuto en el que en política lo imposible se convierte en posible. Pero cuando tanto desde el Gobierno en funciones como desde el propio PSOE, en privado, auguran que "hay un noventa por ciento de posibilidades de nuevas elecciones", lo mejor es no dejar el calendario en tiempo muerto.

El Rey, que como es natural tiene encima de la mesa todas las combinaciones posibles -y las imposibles- se va a limitar a lo que es su función constitucional: escuchar y proponer un candidato. Como los dos posibles son poco probables, el primer encargo será para Rajoy.