| 24 de Mayo de 2024 Director Benjamín López

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Pedro Sánchez está agotado y Feijóo será presidente, pero todavía hay riesgo

Hugo Pereira analiza la reciente manifestación en Madrid contra el gobierno de Pedro Sánchez: su proyecto parece agotado y Feijóo será el próximo presidente pero todavía no está ganado.

| Hugo Pereira España

¿Lo escuchan? No es el silencio. Es el ruido de una sociedad civil que ha salido a la calle para denotar su cansancio con un gobierno, el de Pedro Sánchez y sus habituales socios, que ha traspasado todo tipo de líneas rojas y que el único motor que lo impulsa es el de las ansias del narcisista presidente de mantenerse en el poder. A costa de todo y contra todo. Incluso contra su propio partido, del que ya no queda PSOE sino tan solo un sectario ‘Partido Sanchista’ que está a merced del supremo líder.

Hasta Pedro Sánchez -aunque ciertamente la deriva ya inició con Zapatero- los presidentes del gobierno en democracia, con su ideología y su proyecto de España más o menos equivocado, trataban de buscar el bienestar de los españoles. Tenían esa intención, al menos. Sabían que, aún ansiando la supervivencia en el poder -tan viciosa-, de su obra y consecuciones dependía el voto favorable en las urnas de una sociedad mucho más crítica y demandante de rendición de cuentas que la tan polarizada y emocional actual. La lógica y la razón, en muchas más ocasiones, prevalecía sobre la ideología y los sentimientos. Se perseguían resultados. Se premiaban los buenos discursos en un Congreso que ahora rara vez se diferencia de un plató de televisión. Se luchaba por mejorar. Queríamos ser un país a la altura del orden internacional. Tener, en fin, peso. Destacar. Y marcar una agenda política e institucional que legitimara la acción gubernamental.

 

Ahora ya no queda nada de eso. Estamos ante un verdadero cambio de paradigma. La política se envolvió de una esencia deportiva. De juego. De lucha irracional. De visceralidad. De vender un mensaje político que bien ni se cumple o bien varia en tan solo unas hora. Si te dije digo, ahora te digo Diego, y ni tan siquiera me sonrojo. Estamos en una dinámica en la que un escándalo del gobierno de Pedro Sánchez es tapado por otro mayor. Y se olvida. Los vamos olvidando pues está estudiado. No es algo casual: la llamada ‘agenda mediática’ no es ilimitada, máxime en la época de la sobreinformación. Tan solo unos pocos temas de actualidad copan lo que esencialmente la opinión pública capta y comenta. Y ya, a veces, ni eso. Nunca hubo tanto acceso a la información y la ciudadanía estuvo tan mal informada y, en suma, desconectada de la realidad política, social y económica que rige sus vidas. Y gran parte de la culpa, y me incluyo, la tenemos los periodistas, politólogos, economistas y demás responsables y profesionales de la comunicación e información.

 

A día de hoy muchos no queremos, tan solo, echar democráticamente a Sánchez del Gobierno, que también. Ante todo, lo que subyace es el deseo de preservar una libertad política y económica que es la que mueve a las sociedad hacia su prosperidad y crecimiento: no es casual que la España de Sánchez haya descendido en los índices de calidad democrática. Lo que subyace ante la manifestación civil que hemos vivido este pasado fin de semana es el deseo de garantizar la democracia y todo lo que implica: separación de poderes, respetar el estado de Estado de Derecho, garantizar el correcto e independiente funcionamiento de las instituciones y una rendición de cuentas ante la ciudadanía poseedora de la soberanía [nacional]. Y nada de eso se está respetando, preservando y, mucho menos, mejorando. Al contrario: asalto a la justicia, derogación de leyes que tenían por objeto garantizar la salud de nuestro Estado de Derecho, omisión de los procedimientos legislativos ordinarios, gestión económica ineficaz e ineficiente bajo un abusivo infierno fiscal, sometimiento al interés partidista de todas las relevantes instituciones, falta de transparencia, inestabilidad política, falta de diálogo y consenso social… y un largo etcétera de factores que nos hacen pensar que España ya no es lo que era y que va a costar mucho recomponerla.

 

Feijóo, estoy convencido, será el futuro presidente de España. Muchos ansiamos moderación, consenso y política de adultos. Serenidad y tranquilidad institucional. Gestión, gestión y más gestión. Pero todavía no está ganado. Pedro Sánchez no tiró la toalla y está dispuesto a dar una batalla dura y de absoluto desgaste. Espero que el PP sea inteligente y que VOX deje de ser el gran aliado, en muchos casos, del PSOE contra el PP: menos ‘chorradas’ de García-Gallardo y compañía y más luchar por garantizar un cambio político hacia la racionalidad en España.