No es ninguna catástrofe sino un ciclo más de la vida que necesita su propia alimentación saludable
La menopausia es el fin del ciclo reproductivo en la mujer y viene causada por la disminución de los niveles de estrógenos en la sangre. Toda la sintomatología que conlleva este proceso siempre sucede de forma gradual afectando a cada mujer de manera diferente.
Un factor a tener en cuenta, es el genético, ya que, si tu madre tuvo una menopausia tardía y con muchos síntomas o, por el contrario, la vivió sin darse cuenta, la probabilidad de que te suceda lo mismo va a ser bastante alta.
Los estudios diagnostican que es a partir de los 45 -55 años cuando comenzamos a experimentar cambios en el ciclo menstrual que culminan con el cese de la menstruación. Pero antes de esa retirada definitiva, vivimos la perimenopausia, también conocida como la transición natural a la menopausia.
Durante este periodo de perimenopausia son muchos los síntomas que podemos experimentar en nuestro cuerpo: cambio en la piel, dificultad para dormir, cambios de humor, malestar durante las relaciones sexuales, a lo que se une unos niveles de libido más bajos provocando un menor deseo sexual. Tensión muscular, caída del cabello, falta de concentración, cansancio, fatiga, retención de líquidos, mareos, alteración en el riesgo cardiovascular. Siendo los más comunes los sofocos diurnos/nocturnos (Los sofocos consisten en una sensación repentina de calor en la cara, el cuello y el pecho, a menudo acompañada de enrojecimiento de la piel, transpiración (sudoración), palpitaciones y sensaciones agudas de malestar físico que pueden durar varios minutos) Incluso durante este cambio hay mujeres que experimentan variaciones importantes en el olfato, el gusto y el olor corporal.
Si por algo hay que empezar es por cambiar el estilo de vida ya que si no hacemos nada es muy posible que esta etapa se convierta en unos meses realmente desesperantes.
Si eres de las que no han hecho mucho deporte hasta ahora, ha llegado la hora de ponerse la pilas. Camina a ritmo rápido haciendo esfuerzo, monta en bicicleta ya sea estática, elíptica o de paseo, haz sentadillas, abdominales y estiramiento. Todo movimiento te vendrá bien en este ciclo.
Es importante reconocer que la menopausia no es una enfermedad, sino un proceso de evolución que nos adentra a una etapa de madurez y serenidad que puede ser liberadora. Sobre todo, porque es un ciclo natural que no podemos evitar y de nada sirve lamentarnos ante tanto síntoma a cuál más dramático. Por lo que la aptitud va a ser un grandísimo aliado.
Si tus síntomas están muy agudizados consulta siempre con tu ginecólogo para que te oriente y te ayude con las pautas médicas más ajustadas a tu caso.
A nivel nutrición nunca te va a venir mal tener presente estos consejos:
Consumir proteínas
Al hacerlo vamos a ayudar a nuestros músculos, generar colágeno y aumentar la velocidad del metabolismo.
Proteínas magras como pollo, pavo, pescado, guisantes, soja, tofu, requesón, quesos y claras de huevo, son algunos de los mejores amigos de la mujer durante la menopausia.
La fibra
Al ser una etapa en la que además tendemos a engordar (todo alegrías) ya que tenemos más ansiedad y lo aplacamos comiendo, introducir todo tipo de alimentos ricos en fibra nos mantendrá llenas por más tiempo. Empieza a consumir, harinas, panes, pasta, arroces, cereales en su versión integral.
Controlar la sal
También es importante disminuir su consumo porque nos ayudará a reducir la retención de líquidos que también se acentúa en esta etapa. Si eres de las que no pueden prescindir de este condimento prueba a sustituirlo por hierbas aromáticas.
Pescado azul
Come atún, caballa, sardinas, salmón etc... Aparte de su aporte en ácidos grasos omega-3, son una fuente de vitamina D, que facilita la fijación del calcio en el hueso.
Semillas
Podemos incluir en los desayunos, yogures o ensaladas, semillas como el lino, sésamo o chía, ya que pueden ayudarnos a aliviar algunos sintomas de la menopausia gracias a la cantidad importante de nutrientes buenos que contienen: fibra, ácidos grasos omega 3, proteínas, vitaminas A, C, B3 y folato, calcio, hierro, potasio, fósforo, magnesio, cinc, manganeso y selenio.
Frutas rojas
Ya sean deshidratadas, frescas, congeladas o en zumos, las frambuesas, arándanos, moras etc… son extraordinarias fuentes concentradas de antioxidantes, a lo que hay que sumar sus generosas propiedades antiinflamatorias.
Lácteos
Aumentar el consumo de leche y sus derivados: queso fresco, yogures, todo en una versión desnatada y si es posible que tenga un plus de calcio, va a ser una fabulosa elección, ya que, una dieta rica en calcio puede ayudar a prevenir la pérdida de densidad ósea y por lo tanto frenar la tan temida osteoporosis muy común en esta etapa.
Frutos secos
Fuente vegetal de calcio para ayudar también a nuestros huesos, especialmente las almendras y las nueces. Contienen grasas saludables, proteínas, fibra y fitoestrógenos.
Si no lo has hecho a estas alturas de la vida, sin duda es ahora cuando debes decir ‘adiós para siempre’ a los productos procesados y ricos en grasas trans.
Estos alimentos pueden aumentar el riesgo de enfermedades cardíacas, contribuir al aumento de peso, y empeorar los síntomas de sofocos y cambios de humor. Prioriza siempre los alimentos frescos y naturales, especialmente la fruta, verdura, pescados, carnes blancas y legumbres…
Azúcar
Si no quieres seguir contribuyendo al aumento de peso sustitúyela por miel o mejor nada. Además, un consumo en exceso puede elevar los triglicéridos en la sangre, y aumentar la presión arterial.
Carnes rojas
Una ingesta excesiva de carne roja puede disminuir aún más el nivel de los estrógenos, la hormona que más nos influye en esta etapa. No olvides que los estrógenos son protectores del hueso y su ausencia es un factor de riesgo para los huesos. Si eres muy carnívora intenta minimizar su consumo y elegir otras carnes más sanas para esta etapa de tu vida como el pollo, pavo o conejo.
También la cafeína, el alcohol, incluso el picante, puede empeorar los sofocos y la sudoración excesiva.
A la hora del desayuno estas tres opciones son ideales.
Para el almuerzo puedes elegir alguna de estas ideas:
Y para cenar puedes inclinarte por alguna de estas recetas.
Bate 4 huevos grandes, con 200 ml de leche y 50 ml de nata.
Salpimienta al gusto, añade una pizca de nuez moscada e incorpora una taza de queso, una taza de brócoli rallado y una rodaja de salmón desmenuzada. Remueve hasta integrar, vierte en el molde engrasado e introduce en el horno precalentado a 180º durante 15-20 minutos o hasta que esté dorada. Si quieres, lo puedes colocar una masa brisa precocinada en el molde antes de volcar la quiche.