| 15 de Mayo de 2024 Director Benjamín López

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Zarzalejos desmonta en un artículo durísimo eso de lo que presumen los catalanes

Les gusta jactarse de ese no sé qué que se supone que caracteriza a los ciudadanos de Cataluña, pero cuando se rasca un poco, tampoco mucho, todo queda en agua de borrajas por más que duela.

| ESdiario Medios

Este martes las portadas de los diarios amanecen con tremendos titulares sobre la persecución soberanista: "Que levanten la mano los hijos de los guardias civiles", señalaban los profesores independentistas que ahora se enfrentan a la ley.

Y José Antonio Zarzalejos recoge el guante en su columna de El Confidencial en la que se hace eco de las pintadas intimidatorias en el exterior del domicilio de Salvador Illa, secretario de Organización del PSC. Según recalca, "existe un listado de episodios coactivos, xenófobos e intimidatorios que, uno detrás de otro, ofrecen un panorama preocupante en la Cataluña de hoy".

Y entre ellos el peor para Zarzalejos el que denunció el ministerio fiscal por el que nueve profesores del IES El Palau de Sant Andreu de la Barca (Barcelona) lanzaron comentarios humillantes contra agentes de la Guardia Civil en presencia de hijos de los funcionarios que acuden al centro: "Si los hechos denunciados se acreditan, resultarían gravísimos".

Para el periodista no deja de ser paradójico que "la sociedad catalana en su conjunto tiene un alto sentido de la estética política y una autoestima elevada sobre su civismo colectivo. Se percibe a sí misma como inmune a expresiones violentas, amenazantes o intimidatorias" y de hecho "los responsables del 'procés' se afanan en insistir en el carácter pacífico, casi festivo, de sus expresiones callejeras y se escandalizan cuando el fiscal llevó a una detenida de los CDR ante la Audiencia Nacional con imputación de delitos de terrorismo que el juez central dejó en desordenes públicos". 

Sin embargo, insiste, "también son catalanes los que, desde los medios de comunicación, están denunciando tanto el silencio como la intimidación que sufren quienes no dan por bueno el relato separatista y no se atienen a él". 

 

A su juicio, "en Cataluña hay un ambiente denso, de enfrentamiento soterrado entre familiares y amigos que han dejado de serlo o que circunvalan las conversaciones políticas para poder mantener unas relaciones formalmente normales".

Para Zarzalejos, el problema es que "el nacionalismo es una creencia, una fe, casi un dogma. Apela a los sentimientos mucho más que a las razones, de ahí que su frustración resulte extremadamente peligrosa porque desahoga su impotencia a través de la imposición, el miedo y la coacción. Y podría generar manifestaciones de odio". 

Por eso cree que "de lo que sucede en Cataluña, debería preocuparnos no solo el deterioro político e institucional sino, sobre todo, la pérdida de los referentes cívicos y, en consecuencia, la frecuencia inquietante con la que se suceden acontecimientos que buscan el miedo y la intimidación".