| 06 de Mayo de 2024 Director Benjamín López

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Misión en Burundi: salvar vidas en el país más pobre del mundo

Un equipo español de cirujanos se traslada al país africano para hacer intervenciones quirúrgicas durante diez días para darle un futuro a los más pobres de entre los pobres del planeta.

| Benjamín López Mundo

El próximo día 5 de abril el cirujano plástico César Casado acompañado por otro compañero de especialidad, dos enfermeras y un anestesista pondrán rumbo a Burundi con una misión: operar a la mayor cantidad posible de personas en el país con la renta per capita más baja del planeta, hombres, mujeres y niños que ni siquiera sueñan con resolver su problema porque los más pobres de entre los pobres no pueden permitirse el lujo ni siquiera de soñar.

No importa que ese 5 de abril sea un miércoles Santo y que tengan que aparcar sus planes familiares y sus vacaciones e incluso poner dinero de su bolsillo. El doctor Casado y su equipo, en colaboración con la ONG ASU, saben que hay alguien, demasiada gente, que les necesita a 6.000 km de distancia, personas que probablemente a estas horas no saben qué estos ángeles de la guarda están preparando un viaje que les va a cambiar la vida.

Toda ayuda es poca. De hecho, cualquier persona interesada en aportar algo puede hacerlo a través de la web de la ONG que coordina este viaje: www.asuong.org

“Vamos a operar todo lo que podamos durante diez días, principalmente malformaciones congénitas, quemaduras, lesiones, tumores”, explica el doctor Casado en conversación con ESdiario. Empezaremos por los casos más complejos y dejaremos lo fácil para los últimos días”. 

La financiación del viaje corre a cargo únicamente de donativos privados. Toda ayuda es poca. De hecho, cualquier persona interesada en aportar algo puede hacerlo a través de la web de la ONG que coordina este viaje: www.asuong.org

Acabar una misión que empezó hace meses

El principal motivo que inspiró de esta misión humanitaria a Burundi es acabar un proyecto que empezó meses atrás y que tiene nombre propio: Gilbert. Se trata de un niño epiléptico de entre 12 y 14 años -allí es normal no saber con exactitud la fecha de nacimiento- que hace unos años, tampoco saben a ciencia cierta cuántos, sufrió un accidente doméstico brutal que le dejó unas terribles secuelas.

Estaba solo en casa, en su choza de adobe donde vivía con sus padres y sus hermanos, cuando sufrió una crisis epiléptica. La mala suerte hizo que en medio de las convulsiones cayera sobre la hoguera en la que en ese momento había una olla en la que hervía la comida de la familia de aquel día. 

Gilbert sufrió unas quemaduras horribles. Sobrevivió prácticamente sin ninguna asistencia médica digan de tal nombre, pero las quemaduras del cuello, pecho y brazo le dejaron desfigurado y con importantes limitaciones que le condenaban a una vida absolutamente dependiente y limitada. Algo que en África condena a llevar una vida de miseria.

La ONG ASU se cruzó en el camino. Marta, pediatra y responsable médica de la Asociación, estaba en Burundi donde tienen proyectos educativos y sanitarios. Había ido a visitar una misión de Misioneras del Espíritu Santo y casualmente le presentaron a Gilbert. El caso, le llegó de lleno al corazón. Es cierto, como ella misma dice, que en realidad era un drama más en ese país donde a cada paso encuentras a alguien que necesita ayuda. Pero por esas cosas que no se pueden explicar, sintió la necesidad de ayudarle.

El cirujano le operó durante 14 horas y, tras un duro posoperatorio y una rehabilitación dolorosa, se lo devolvió a su padres un mes después en unas condiciones físicas infinitamente mejores y, sobre todo, con un futuro por delante

Tras valorar varias opciones se vio que la única posibilidad era llevarle a España. La gravedad de las lesiones era tal que no había manera de operarle allí con garantías. Buscaron el dinero para costear el viaje, la intervención y la hospitalización. Siempre hay gente buena dispuesta a ayudar, así que consiguieron traer a España al niño no sin dificultades y meses de gestiones y burocracia. 

El doctor Casado se ocupó de el de manera totalmente desinteresada. Le operó durante 14 horas y, tras un duro posoperatorio y una rehabilitación dolorosa, se lo devolvió a su padres un mes después en unas condiciones físicas infinitamente mejores y, sobre todo, con un futuro por delante. 

Sin embargo, para que la situación de Gilbert sea la ideal hace falta una nueva intervención en la mano que no fue posible hacer en esa cirugía de 14 horas. Así que para completar al cien por cien la misión el doctor Casado se propuso volver a Burundi para operarle allí y, de paso, operar a decenas de personas más que, como Gilbert, necesitan ayuda.