| 16 de Mayo de 2024 Director Benjamín López

× Portada España Investigación Opinión Medios Chismógrafo Andalucía Castilla y León Castilla-La Mancha C. Valenciana Economía Deportes Motor Sostenibilidad Estilo esTendencia Salud ESdiario TV Viajar Mundo Suscribirse

"Coches tirados por caballos. Un cruel negocio.

Un círculo perfecto con un protagonista involuntario, invisibilizado y esclavizado: el caballo.

| Raquel Aguilar Edición Valencia

Córdoba. Abril de 2024.
Llueve y apenas hay gente paseando por la calle.
Cruzamos el puente romano y tras atravesar la plaza del Triunfo, giramos hacia la izquierda y nos encontramos con la lamentable imagen.
Un carruaje frente al edificio del Obispado, en la calle Torrijos.
El carretero, repantigado bajo una lona azul improvisada para protegerse de la fría lluvia.
El caballo, inmóvil, sin ningún tipo de resguardo, calado hasta los huesos.

Dicen que una imagen vale más que mil palabras, y desde luego, ésta expresa claramente la opresión a que son sometidos los caballos utilizados como instrumento monetario y el desprecio que reciben por parte de quienes hacen negocio a su costa.

Desgraciadamente la presencia de carruajes tirados por caballos todavía sigue siendo habitual en muchas de nuestras ciudades. Valencia, Palma de Mallorca, Málaga,...son sólo algunos ejemplos.

Estos caballos viven como esclavos. Mejor dicho, son esclavos.
Su única expectativa es que cada día los amarren al carruaje durante eternas jornadas para trasladar a quienes se suben al mismo de un lado a otro.
Su voluntad no cuenta.
Sus intereses no importan.
Sus necesidades físicas, rara vez, y las emocionales nunca son tenidas en cuenta.
No pueden hacer nada distinto a lo que les imponen. Tirar del carro, sin importar el peso, ni si llueve o hace un calor asfixiante.
Pasan todo el día durante todos los días de su vida realizando un trabajo extenuante, impuesto.
¿Acaso no son esas las bases sobre las que se asienta la esclavitud? La servidumbre forzosa de alguien considerado como una propiedad, privándole de cualquier tipo de libertad.

Estar muchas horas de pie, en la misma posición, provoca a los caballos lesiones en músculos, huesos y tendones.
Las pesadas cargas y malas posiciones, dolor y deformaciones en la columna.
No es extraño ver en ellos heridas y presenciar golpes y varazos.
La falta de hidratación, las altas temperaturas y el sobre esfuerzo, sumados al estrés, son una combinación perfecta para que colapsen y mueran tras una agonía que puede durar horas.

Sin ir más lejos, durante la feria de abril, en Sevilla, este año se ha documentado la muerte de dos caballos, que colapsaron mientras tiraban de carros. No sabemos cuántos habrán muerto sin ser captados por las cámaras.

Y en la romería del Rocío, también celebrada recientemente, se estima que en los últimos 20 años han muerto unos 200 caballos y bueyes, la mayoría por infarto.

¿De verdad es esto necesario?

Parece increíble, pero a estas alturas del siglo XXI, cuando se está considerando poner límites a la inteligencia artificial, hay quienes permiten la vida miserable para los caballos que supone el uso de estos vehículos, hay quienes hacen negocio a costa de condenarles al dolor y la tristeza y hay quienes alimentan este terrible negocio, por pura vanidad.
Un círculo perfecto con un protagonista involuntario, invisibilizado y esclavizado: el caballo.

Como es habitual, la tradición es la excusa. Especialmente si hay que justificar que se maltrate y oprima a los animales. Un término manoseado y utilizado a conveniencia, porque quienes suben a las calesas no dudan en hacerse selfies y subir las fotos a redes. Lo tecnológico en este caso sí puede imponerse a la tradición.

Son muchas las ciudades de todo el mundo que han decidido que no tiene sentido este anacrónico, cruel y denigrante modo de transporte. Y lo han prohibido o han encontrado alternativa en las calesas eléctricas, que deberían sustituir ya la esclavitud de los caballos en cualquier ciudad. Silenciosas y limpias, también en cuestión de huella de carbono.
Y lo más importante, nadie sufre una vida miserable para que otros se paseen cómodamente.

Los carruajes eléctricos se impondrán, más pronto que tarde. Ninguna palabra denostada va a justificar en unos años que se siga utilizando a los caballos de esta forma.

Mientras tanto, en tu mano está no contribuir al sufrimiento de estos animales.
No participes de este cruel negocio.
No utilices carruajes tirados por caballos."