| 07 de Mayo de 2024 Director Benjamín López

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Grupo residencial Antonio Rueda. Valencia 1965/70. V. Valls, J. Gª Sanz, Luis Marés. Arqtos.
Grupo residencial Antonio Rueda. Valencia 1965/70. V. Valls, J. Gª Sanz, Luis Marés. Arqtos.

Vivienda máxima. A modo de epílogo (provisional)

Viviendas tuteladas, viviendas para mujeres acosadas, centros de día de mayores o de jóvenes pudieran ser usos compatibles como dotacionales, educativos, asistenciales o culturales.

| José María Lozano Edición Valencia

El atrevimiento inicial, el no menor de insistir en temas capitales en materia de vivienda, me ha permitido constatar el interés que suscita en profesionales y profanos sensibles a su importancia. Y no han sido pocos, sino muchos, los retornos que he tenido de unos y otros. Todos de profundo interés.

Las cuestiones de índole puramente urbanística, siempre delicadas, oscilan, como es habitual, entre las de corte liberal, partidarios de menores restricciones, y las más conservadoras -de uno u otro signo- ufanas propulsoras del gigantismo legislador y reglamentario. Ambas no obstante pudieran coincidir en el deseo de una necesaria agilización tramitadora. Calificativos aparte, las reservas de suelos para equipamientos sociales y usos complementarios, y las propias reservas para construir vivienda pública ya sea de promoción pública o privada, tal vez debieran moverse en horquillas que contemplaran el contexto desde un punto de vista social y económico, manejando índices de empleo, rentas medias y otros datos a tener en cuenta en la asignación definitiva de espacios y porcentajes específicos dentro de la horquilla establecida. Y una vez más, confianza en la tramitación administrativa del proyecto o documento urbanístico correspondiente, de empresas colaboradoras urbanísticas (ECUV) acreditadas,.

La oportunidad de cambios de uso “internos” convenientemente argumentados en razón de las características específicas, debiera estar prevista en aras de una factibilidad inmediata. Viviendas tuteladas, viviendas para mujeres acosadas, incluso centros de día de mayores o de jóvenes pudieran ser usos compatibles con los inicialmente propuestos como dotacionales, educativos, asistenciales o culturales.

Dicho de otra forma: flexibilidad normativa y administrativa.

Y me conviene insistir -algunos muy cercanos me lo han encomendado- en el plus de una construcción de fuerte componente industrial, reduciendo los tiempos, las emisiones y el transporte, optimizando recursos humanos, naturales y materiales. Y optimizando en consecuencia los costes del producto y los beneficios de las partes. Desde el inicio del proyecto, argumentando su viabilidad económica y administrativa, y ofreciendo a la vez un diseño de tanta calidad arquitectónica como capacidad competitiva. Con el concurso de los medios más avanzados en materia creativa, incluida la IA. Pioneros los hubo: mi colega Manuel Cabrera llegó a tener una patente de encofrados túnel en los 70 y, el cartógrafo Emilio Forcén me cuenta como un equipo de 16 personas montaban hasta dos viviendas prefabricadas de VPO en Alcalá de Henares en las mismas fechas, de la mano del arquitecto palentino Jerónimo Arroyo.

 

Más de concepto, aunque no menos operativas, me resultan las consideraciones a la “vivienda  social máxima”, vale entender el superlativo como “de máximos”. Porque ahí está el quid. Efectivamente la vivienda social , la vivienda pública, debe serlo de máximos. De máximos de calidad y de excelencia. Desde su concepción y su ejecución, hasta su financiación y gestión. De máxima eficiencia en su diseño y tramitación, y de máximo respeto medioambiental en su  construcción. De máximos en participación de su futuro usuario y de coincidencias con sus expectativas de vida doméstica. De máximos en sensibilidad espacial, y en utilización de los recursos naturales, de los materiales, los usos constructivos y la mano de obra locales. También de máximo compromiso ético de todos los intervinientes. Y una satisfacción que la pista se la debo a los doctores Franca Sontag y Ricardo Montoro, jóvenes profesores de proyectos de la Escuela de Madrid.

Vivienda semilla prototipo para su ejecución en ferrocemento en San Luis de Oriente (Cuba) 1998. Proyecto de JM Lozano y el ing. H. Wainshtok. Redibujada por el arqto. E. Grau             

 

El tope ya tradicional -no me pregunten porqué- que se fijó en 90 metros cuadrados útiles para viviendas de hasta cuatro dormitorios peca, a mi juicio, de exceso. Y no he olvidado la vivienda de dos plantas y estar de doble altura, con más de 120 metros de superficie, que Ginzburg proyectó para su hermosísimo Narkomfín II. Ni muchas de las llamadas de Grupo 1º entre las de renta limitada de la Ley de 1954, que llegaban a alcanzar los 140, de extraordinaria calidad y de autorías muy reconocidas. Pero permítanme mi insistencia en ese entorno de los 70 metros útiles, que por lógica, provocaría una mayor oferta y, a la vez, un beneficio mayor y más repartido entre los diferentes actores.

Aunque es muy cierto, como me apunta el profesor José Durán, ganador de números concursos, que la rigidez del actual límite dimensional, impide por ejemplo, la construcción de viviendas tuteladas u otras dotacionales que requieren mayores superficies. La norma no puede ser una suma de casuísticas como si se tratara de un bingo de cero a infinito, sino un patrón abierto a la proporción, a lo diverso, y si me apuran, hasta a lo singular. Flexible, ésta es la conclusión de fondo.

El profesor Fernando Romero me anima a continuar y la periodista María Consuelo Reyna me sugiere dejar abierta esta serie. Y yo soy muy de hacer caso a la autoridad competente.

Así que, a modo de epílogo (provisional). Y a perdonar, como se dice en mi pueblo.