| 25 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Monica Oltra, en un mitín de Compromís
Monica Oltra, en un mitín de Compromís

La ultra izquierda sufre indigestión electoral y ataca al votante del PP

En lugar de hacer autocrítica por dejarse 1.200.000 votos, la extrema izquierda justifica su batacazo con insultos a los votantes del PP. Al parecer, la democracia solo es votarle a ellos.

| Benjamín López Opinión

La extrema izquierda tiene una indigestión electoral que hace pensar que en vez de recontar papeletas se las "comió" una a una. Esa indigestión les llevó a guardar silencio, por imperativo de la dirección, durante toda la mañana del lunes. Mientras todos los demás partidos -PP, PSOE y Ciudadanos- enviaban a sus representantes a los platós de televisión y a las emisoras de radio los 'podemitas' dieron orden de retirada a los cuarteles de invierno. Después del atracón televisivo de los últimos años, tras el empacho de apariciones en los medios -sobre todo en algunos donde tienen copado el 'prime time', la huestes de Iglesias desaparecieron, como si se las hubiera tragado la tierra. Tanto es así que ni fueron a La Sexta.

La vicepresidenta valenciana se pone a la cabeza del linchamiento a los votantes del PP

Pero la indigestión es de tal grado -estamos ya en la gastroenteritis- que horas después del fracaso algunos todavía seguían vomitando bilis. El caso paradigmático es el de la presidenta virtual de la Comunidad Valenciana, Mónica Ultra -perdón, Oltra-, lideresa de Compromis. Tras el batacazo del domingo y ya en frío no se le ha ocurrido otra cosa más que arremeter contra los votantes del PP. En un alarde de espíritu democrático, de tolerancia y de saber perder les ha acusado de amparar con su voto a “presuntos delincuentes”, algo que le “avergüenza” y que tienen que “estudiar”.

Pero es que después de eso, dice Ultra -perdón, Oltra- que esas palabras, y otras del mismo tipo, no son una ofensa hacia los votantes del PP. ¿Mande? Pues si no lo son, se le parece tanto que solo ella es capaz de distinguirlo. A la presidenta en la sombra la democracia le parece guay siempre y cuando los ciudadanos voten lo que ella quiere. De lo contrario, y más si apoyan a los fachas del PP, es una vergüenza.

La digestión del 26-J: ni asomo de autocrítica

Ni pizca de autocrítica por parte la presidenta en la sombra. Y eso que ha perdido 23.000 votos en la comunidad con la particularidad de que todos ellos se fugan en la capital valenciana donde Compromís tiene la alcaldía. Quizás, más que culpar a los votantes del PP, debería mirarse el ombligo. Si el PP es tan corrupto y tan malvado, Oltra debería plantearse lo rematadamente mal que lo tienen que estar haciendo ellos para perder 25.000 votos.

El llamado pacto del Botánico, ese engendro pseudo catalanista que parieron entre Compromís, el Partido Socialista y Podemos para llegar al poder, se desinfla como un globo. Cuanto más se les conoce, menos se les vota.

Esa falta de autocrítica unida al insulto al rival la vemos también en el resucitado Julio Anguita. El reverdecido comunista ve “inquietante” que “una parte oscura de la sociedad” vote al PP, el partido de la corrupción. En fin, si hay algo oscuro en la historia de la humanidad es precisamente el comunismo. Y aún así nadie insulta a los que siguen votando esa opción ni siquiera a los que sacan pecho, orgullosos de la hoz y el martillo.

Y luego está el caso desternillante de la alcaldesa de Madrid. Al catálogo de abuelita ingenua -“no soy de Podemos”, “nunca he sido comunista” y “Ahora Madrid no es un partido sino una asociación de ciudadanos”- se suma ahora otra frase para guardar: el resultado electoral del domingo “es irrelevante” para ella porque no se presentaba y los ciudadanos no juzgaban su gestión (Podemos perdió 105.000 votos en la capital respecto a diciembre).

La sangría municipal

Y eso lo dice con muy mala cara, es verdad, pero sin reírse. Y tiene mérito aguantar la carcajada porque hay que recordar que la Junta Electoral la expedientó por su antidemocrático comportamiento en favor de Podemos en la recta final de la campaña. Y es que Carmena anunció medidas y planes de su gobierno a tres días de los comicios y con un tufo a oportunismo que se olía a kilómetros de distancia. 

La indigestión electoral es lógica. El rebote de los alcaldes “del cambio” también. No en vano, a Podemos se le han escapado 200.000 votos en las seis principales ciudades donde gobierna. A los 106.000 de Madrid hay que sumar los 25.500 que pierde en Zaragoza; los 23.500 que se deja en Valencia; otros 21.800 en Barcelona; 8.300 en La Coruña y 4.400 en Cádiz.

Y eso a pesar de la suma de Izquierda Unida. Un desastre sin paliativos que no han asimilado ni ellos, ni sus votantes ni la dirección nacional. Iglesias, Errejón, Bescansa, Monedero y Echenique andan como boxeadores sonados, lanzando puñetazos al aire, conclusiones apresuradas, culpables inventados y excusas de mal perdedor. Y lo que es peor para esa formación -y mejor para España-, ya andan a navajazos entre ellos. La sonrisa es llanto.