| 25 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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La Juventus atacó con mucho peligro.
La Juventus atacó con mucho peligro.

El Valencia naufraga entre las lágrimas de CR7

Valencia 0 - Juventus 2. El sueño de la Champions se convierte, por momentos, en pesadilla debido al correctivo infligido por una Juventus tremendamente superior

| Carlos Botey Edición Valencia

El Valencia naufraga entre las lágrimas de CR7 

Valencia 0 – Juventus 2. El sueño de la Champions se convierte, por momentos, en pesadilla debido al correctivo infligido por una Juventus tremendamente superior. 

El Valencia CF, si bien afrontaba la vuelta a la máxima competición con la ilusión que la oportunidad requiere; no es menos cierto que lo hacía, del mismo modo, inmerso en las enormes dudas que las heridas ligueras hasta ahora le venían proporcionando. Dudas que se acrecentaron de forma exponencial una vez iniciado el encuentro, o para muchos desde bastante antes... 

Las novedades en la alineación pasaban por utilizar a dos jugadores prácticamente inéditos hasta la fecha y con la pretensión de apuntalar la retaguardia, como eran Vezo y Murillo. Y las razones, probablemente, venían determinadas por el más marcado carácter defensivo del portugués frente a Piccini, y la más extensa experiencia del central colombiano en comparación con Diakhaby. Pues bien, lejos de conseguirse el efecto deseado, la presencia de ambos – muy especialmente de Vezo- en el once supuso un lastre para el equipo, así como un agujero defensivo de proporciones incalculables. 

La primera media hora de los transalpinos resultó devastadora. Únicamente los errores en remates francos al borde del área pequeña de Mandzukic, Khedira y Matuidi en acciones de gol a cuál más clara permitieron que el tanteador permaneciera invariado durante ese primer tercio de partido.  

Un milagro que, daba la impresión, no iba a tardar en exceso en desvanecerse... y menos aún sabiendo los turineses que el flanco derecho de la defensa valencianista era tan endeble que podía seguir siendo exprimido sin dificultad – los tres centros al área de las citadas jugadas llegaron precisamente por ahí -. 

Sin embargo y aunque no por méritos valencianistas, sí existió un momento del choque que el aficionado pudo asociar a punto de inflexión favorable para los de Marcelino. Una vez llegados a esa media hora del choque, CR7 se autoexpulsaba. Con toda seguridad, el goleador portugués no calibró al soltar pierna y mano tras un forcejeo con Murillo que ya no pertenece a la disciplina del Real Madrid; y que, por tanto, ya no cuenta con la prerrogativa en forma de patente de corso a la hora de agredir sistemáticamente al contrario de la que disponía en la capital de España.   

Pero ni por esas. Sólo Batshuayi obligó a intervenir en una ocasión al guardameta polaco Szczesny al culminando una maniobra individual y, por el contrario, el caudal ofensivo juventino no cesaba, y fundamente desde su costado izquierdo. Así tenía que ser, y así fue como el lateral zurdo Alex Sandro habilitaba a su homólogo por la derecha, el ex valencianista Joao Cancelo, quien recortó tras un disparo suyo en semifallo para enviar un zurdazo al larguero en una jugada que aún continuaría viva, y que sólo pudo ser cortada abruptamente – garrafal su error – por Dani Parejo impactando con su bota en la cara del que fuera su compañero dentro del área local. Pjanic, haciendo gala del exquisito toque de balón al que nos tiene acostumbrados, transformaba la pena máxima para adelantar al campeón italiano al filo del descanso.  

Y si bien la Juve terminó - pese a su inferioridad numérica - con sus dos laterales en funciones ofensivas el primer acto, en el segundo mostró su firme intención de finiquitar el enfrentamiento desde el inicio. Transcurridos 4 minutos ya disponía de un saque de esquina cometido infantilmente por Murillo, fuera de ritmo toda la noche como es obvio, al agarrar a Bonucci. El propio mediocampista bosnio Miralem Pjanic aprovechaba sin remisión el castigo a Cristiano Ronaldo para hacer su segundo tanto y poner así tierra de por medio. 

A partir de ahí, la impotencia se adueñó del juego valencianista. Con Cheryshev – entro por ¡Vezo!- , Santi Mina y Gameiro ya en el campo, y con el hoy inoperante Guedes camino de la ducha, la falta de ideas se hacía cada vez más patente la falta de ideas del cuadro che, con una zona de creación en la que Carlos Soler lo intentaba a través del abuso del lanzamiento desde la frontal, y Parejo ejecutaba medidos pases... a la hora de lanzar el contragolpe del equipo rival, en uno de ellos Douglas Costa pudo, incluso, hacer el 0-3. Para acabar de rematar la faena, el capitán valencianista ponía la guinda a su particular “recital” malogrando una pena máxima que entregó mansamente a las manos de Szczesny en el minuto 96.  

La siguiente visita, ni más ni menos que a Old Trafford, marcará el devenir valencianista en una competición que no merece suponer sólo un visto y no visto. Aunque sólo sea por lo que cuesta de alcanzar cada año.