| 17 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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La ciudad no es para mí: Puerto y ciudad

Hay que mantener el liderazgo del Puerto de Valencia y unos tiempos y costos competitivos para las grandes compañías de transporte.

| JM Felix Edición Valencia

Me repito en titular -ya lo usé en octubre pasado- para glosar la interesante conferencia que el presidente de la Autoridad Portuaria, Aurelio Martínez, dictó en la primera de las convocatorias del Club de Encuentro tras la repetición de su presidenta con una nueva junta directiva, paritaria esta vez para ser políticamente correcta.

Y, aunque algún asistente cualificado resumió preguntándose “contra quién la había pronunciado” dado el tono incisivo y la risa sobreactuada que a menudo utilizó el más que experimentado conferenciante, lo cierto es que espetó verdades como puños, y cifras y datos incontrovertidos que conviene tener en cuenta y recordar de vez en cuando.

Para “espetos”, por cierto, los del chiringuito al Rolo del malagueño Rincón de la Victoria (espectacular y muy original el de rodaballo) que he disfrutado recientemente tras visitar con ánimo comparativo las definitivas intervenciones en el muelle 1 de la ciudad picassiana.

La denominada ampliación no es, realmente, el caballo de batalla. Lo verdaderamente relevante es la capacidad competitiva, que nuestra privilegiada situación geográfica permite en el transporte marítimo de mercancías, que hoy por hoy, resulta el más común y, también, el más sostenible

Volviendo al meollo de la cuestión, me interesa resumir como él lo hiciera: “puerto sí o puerto no”. Porque la denominada ampliación no es, realmente, el caballo de batalla. Lo verdaderamente relevante es la capacidad competitiva, a nivel nacional e internacional, que nuestra privilegiada situación geográfica - geopolítica si se prefiere- permite en el transporte marítimo de mercancías, que hoy por hoy, resulta el más común y, también, el más sostenible.

La distancia por tierra a los puertos “secos” de Madrid (Coslada) y Zaragoza, y las isocronas con los principales del Mediterráneo, resultan un factor cuya importancia no debe verse reducida por la inexistencia de una infraestructura suficiente y eficiente, que garantice mantener el liderazgo actual en manipulación de contenedores llenos y vacíos (con indiscutible predominio de los primeros) y
unos tiempos y costos competitivos para las grandes compañías.

Acusar a Valenciaport de falta de sensibilidad ciudadana o medioambiental resulta, cuando menos, injusto. Y así, evitando citar a su antecesor Rafael Aznar, o a gobiernos municipales y autonómicos del PP, se reconoció sin disimulo. Incluso utilizó, oportunamente, el término “relación amable” entre puerto y ciudad, que aquél acuñara hace años a propósito de la compleja, y nada fácil, articulación con Nazaret.

Tampoco quiso citar la irresponsable posición de Ribó, taimada en la negociación final con un tímido voto a favor en el Consejo, ni mucho menos la de su conmilitón Ábalos (el ministro felón) quien con la misma frivolidad con la que anda malgestionando el “dalcygate” (que le acabará costando el puesto) se permitió meses atrás opinar sobre la polémica declaración medioambiental y su vigencia.

El azul no lo perderán las aguas de las playas de la Malvarrosa, del Cabanyal o de Cap de França, por mucho que las prestaciones comerciales del puerto de Valencia se adapten a las necesidades reales de MSC

La magnífica muestra de los mejores “Yturraldes”, y buen número de galerías y artistas valencianos en un ARCO felizmente celebrado sin mascarillas ni otros complejos coronavirales, enlaza con el liderazgo indiscutible de un Sorolla que, como es sabido, no gozó entonces del reconocimiento local que sí le dedicó la neoyorquina Hispanic Society. El azul de sus pinturas no lo perderán las aguas de las playas de la Malvarrosa, del Cabanyal o de Cap de França, por mucho que las prestaciones comerciales del puerto de Valencia se adapten a las necesidades reales de MSC (por ejemplo).

Por el contrario, la pérdida de esa capacidad competitiva, y sus corolarios económicos, pondrían en grises y serios aprietos la prestación de servicios ciudadanos no sólo en el área metropolitana, sino en toda la Comunitat.