| 24 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Tienda de campaña. Fatiga electoral

Se aceleran los candidatos fetén, los que van en las papeletas, abrazando o esquivando al líder según convenga.

| JM Felix Edición Valencia

La combinación de las leyes de conservación de la energía derivadas del primer principio de la termodinámica -ya saben, por el que la energía ni se crea ni destruye- con el concepto de fatiga de los materiales, el que demuestra que las cargas dinámicas resultan más agresivas y contundentes en su destrucción, por sofisticada que parezca, es la caricatura de esta nueva campaña electoral.

Trufada con la sobreactuación obituaria a propósito de Pérez Rubalcaba -sobre la que todo ha sido ya escrito, publicado, tuiteado y whatssapeado- y la chulería de la retirada de la fragata de escolta del portaaviones americano en el Golfo Pérsico. Ausente de contenidos propios respecto a la consolidación de la Unión para las europeas. Prometido lo incumplido o lo incumplible para variar en autonómicas y locales. Largas, tediosas y espesas.

A mayor gloria de ese aprendiz de rey sol, absolutista, que hubiera querido ser el muerto en el entierro, que ya se había saltado monarca y protocolo en su ronda excluyente con los perdedores en Moncloa, que sin consultar con sus socios europeos –ni mucho menos con la oposición- ha decidido incumplir un compromiso con la OTAN y poner a nuestros marinos en situación de aparente abandono de misión militar, la campaña gira en torno al gran ególatra y con etiqueta de refrendo.

Amarrando el voto cercano, persiguiendo el volandero, expurgando el adverso, es más de cosecha que otra cosa. Y yo no estoy hablando de enólogos.

Se aceleran los candidatos fetén, los que van en las papeletas, abrazando o esquivando al líder según convenga. Minorando la marca que los abriga, ahorrando el apellido, o enfatizándolo. Con o sin slogan propio. Amarrados al imaginario de la poltrona. Todos pizpiretos y dinámicos. Ocurrentes en ocasiones. Con sus vídeos y sus tuits.

Pero la campaña, la campaña avanza como los elefantes del templo de Trissur, lenta y envuelta en estruendos y artificios. Y metafórica.

Sobresaltos no faltan. Aparentemente librados -todo es cambiable en la era Sánchez- de que la tarima del Senado se convirtiera en karaoke bajo la presidencia del histrionismo de Iceta. Torra en modo inmolación, mientras se van sucediendo episodios judiciales de tipo diverso. Y se acumulan imputaciones e investigaciones que incluyen a la cúpula de TV3.

Lo tienen difícil los candidatos fetén para llamar la atención, más allá de la carrera frenética, la omnipresencia y la sobreactuación. Los electores, en apariencia, lo tenemos más fácil. Más allá del aburrimiento y cierta vergüenza ajena, conformados -contentos o no- con los resultados de las generales y los corolarios que corresponden, nos movemos con soltura en ese magma energético en fase de fatiga. Ratificaremos, rectificaremos o vacaremos hacia un nuevo y crucial dictamen democrático.

Con Venezuela en el corazón.