| 18 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Mi historia

Después de más de treinta años, hoy me decido a contar mi historia, mi pesadilla, un mal sueño del que me despierto y pienso que nunca ocurrió. Lo hago para dar fuerza a otras mujeres

 El propósito de contarla en estos momentos es la de poder dar fuerzas a otras mujeres que estén viviendo un infierno y puedan salir, si les ayudo me alegro, aunque no es lo mismo contarlo que vivirlo.
Desde que me separé y pude iniciar una nueva vida, puse en mi mente un escudo para no recordar; sin embargo, siguen llegando a mi mente con claridad momentos muy duros, que me hacen llorar. Nunca he contado mi historia a nadie, porque siempre he estado sola, ni he acudido a ningún profesional. También eran otros tiempos. Ahora soy la superviviente x, feliz con mi nueva vida y mis grandes apoyos, mi marido actual y mis dos hijos.
Mi relación con el ahora mi exmarido nunca fue normal, todo fue siempre torcido, violento. A los 16 años me quedé embarazada, él tenía 21 años, y decidimos casarnos por la Iglesia pese a la negativa de mis padres, sobre todo de mi madre. No la recuerdo como una boda bonita y alegre, fue un simple trámite.
Nos fuimos a vivir a casa de mi suegra hasta que pudimos alquilarnos una vivienda, muy próxima a su familia claro está. Allí pasé muchas penurias…
Recuerdo que la primera cosa que no entendí fue que el primer sueldo que ganó se lo entregó a su madre, la visitaba todos los días. A mí me prohibieron visitar a mi familia, según mi suegra yo estaba casada con mi marido y todo lo que decía mi suegra iba a misa. Nunca me quiso e influía negativamente en nuestro matrimonio.
Mi vida transcurría sola, paseaba sola, iba a comprar sola, no tenía amistades, él nunca me acompañaba a ningún sitio. Por eso yo desobedecía e iba a casa de mis padres o me quedaba en casa. No teníamos vida social.
Mi padre lo contrató de albañil, pero era una persona muy problemática, violenta, agresiva con todo el mundo, siempre lo había sido y el salario se lo gastaba en los bares bebiendo con los amigos. A mí no me daba dinero y muchas veces tuve la nevera vacía, por lo que decidí ponerme a trabajar.
Una vez después de venir del bar, sin mediar palabra me metió un empujón desde el pasillo a la habitación y al caer me hice mucho daño. Estuve un mes andando con dificultad, lo oculté diciendo que era el lumbago. A partir de ahí le cogí mucho miedo, a veces incluso dormía con una navaja debajo de la almohada, llegué a temer por mi vida.
Poco a poco me fui defendiendo. A veces venia del bar con la mano levantada y yo me defendía a sartenazos. Cuando empecé con él era una niña y fui madurando, no tomaba decisiones. Intenté cambiar la situación teniendo otro hijo, pero fue a peor. Un hijo no te va a unir cuando ya no hay nada. No tengas hijos pensando que va a ser la solución, te ata más.
Pero la gota que colmó el vaso fue una noche de invierno que vino borracho del bar y en pijama se llevó a nuestros dos hijos, afortunadamente a casa de mi suegra. Intenté que no se los llevara, pero no pude evitarlo, tenía mucha fuerza. Estuve un buen rato en la puerta de comisaría pensando en denunciarlo pero al final no lo hice. Pensé que de mayores mis hijos podrían recriminarme que había denunciado a su padre. Aquella noche no paré de llorar… cuando me miré al día siguiente al espejo me asusté, parecía un monstruo.
Le intenté hacer comprender que lo nuestro no funcionaba, y solicité la separación. Tuve que vivir un año y medio con él hasta que fue sentencia firme, antes me hubiera denunciado por abandono del hogar. Lo hice por mis hijos, si no me hubiera marchado aunque me denunciara.
Me busqué más trabajos para estar en casa el menor tiempo posible.
No sé por qué no se lo conté a nadie, supongo que si se lo decía a mi madre me recriminaría todo.
Al cabo de mucho tiempo mi exmarido quiso volver conmigo y mi hija me dijo: No se te ocurra volver con papá, te acuerdas mamá lo mal que lo pasábamos… Pensé que ellos no se daban cuenta de la situación, pero los niños lo ven y sienten todo.
Nunca me ha pedido perdón. Y pienso que no todos son iguales, no me hubiera vuelto a casar.
¿Qué le puedes decir a una mujer maltratada que no ve salida?
Que no hay que rendirse, que no está sola y que yo no me rendí.