| 28 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Tsunami de fútbol en el Wanda (1-1)

En la semana de la ira, el fútbol nos volvió a unir. El Atlético y el Valencia fueron un tsunami de orden frente al caos. Parejo marca un gol antológico ante el mejor portero del mundo.

| Clara Mente Edición Valencia

La extensa lista de ocasiones del Atlético en la primera parte fue comparable a la de carreteras cortadas en Cataluña. Orden, disciplina, cholismo. El espejo donde el Valencia quiso mirarse con Marcelino y al que sigue empeñado en emular, como buenamente puede. El Atlético es una batida policial. Actuación rápida, derribo de la puerta y el rival que sale con las manos en alto. Las de un ruso, concretamente. Minuto 34. Cherishev comete penalti y Diego Costa fusila a Cillessen.

Cinco partidos llevaba el Atlético sin recibir un gol. Un elogio a la intensidad y a la coordinación frente al caos. Una forma prodigiosa de administrar el tiempo y los espacios. Antes del gol, el propio Costa la tuvo tras un pase de Saúl. En otra ocasión, Morata no llegó a un pase letal de Joao Félix. Era tal el aluvión que Cillessen dejó de sacar en corto ante la presión del Atlético. Control total en la primera parte en un partido táctico donde los de Simeone llevaron el encuentro a su terreno. La ausencia de Rodrigo dejó a Maxi como único punta y Celades volvió a su inoperante 4-3-3, con Ferran y Cherichev por las bandas. Coquelin, Kondogbia y Parejo, en el medio del campo.

En la segunda parte, el Valencia fue superior en juego, ocasiones y protagonismo. El plan inicial no había salido bien y Celades se vio obligado a jugar con dos puntas. El equipo se soltó y Maxi lanzó un balón al larguero en el minuto 51. El Atlético se quedó con uno menos con la lesión de Joao Félix. Ya en los minutos finales, Parejo marcó una falta directa por toda la escuadra que llegó a dejar tirado a Oblak dentro de la portería. Al mejor portero del mundo sólo se le puede marcar a balón parado. Parejo aún pudo hacer el segundo, pero en jugada este portero es imbatible. Kang In fue expulsado por una entrada a destiempo, prueba de que Marcelino tenía razón con él, a pesar de haber sido un bocazas en su razonamiento, que le valió un merecido despido.

El orden, el fútbol y la alegría se han impuesto en la semana de la ira. No estábamos tan mal discutiendo sobre Peter Lim, visto lo visto al norte. Bendita arcadia la del fútbol para evitar las guerras.