| 23 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Brexit y Cataluña: un sabor agridulce

Deja una sensación agridulce estar a un paso de alcanzar un acuerdo tan importante como el del brexit, mientras aquí el independentismo catalán se resiste a aceptar la realidad

Parece que finalmente, contra todo pronóstico, se ha alcanzado un acuerdo entre el Reino Unido de Boris Johnson y la Unión Europea; un acuerdo que asegura una salida ordenada de la Unión, garantizando los derechos de los ciudadanos comunitarios en las islas británicas y el compromiso de pago de los 50.000 millones de euros del divorcio.

Todo acuerdo, conlleva un sacrificio, que en este caso ha sido principalmente Irlanda del Norte. Si bien se evita la creación de una frontera dura y se mantiene dentro de las regulaciones comunitarias, dicha salvaguarda pierde el carácter de indefinido que se exigía desde el Ulster. Tampoco parece que, una vez finalizado el periodo transitorio de salida, Reino Unido vaya a mantener una posición de estrecha cooperación con la UE, sino de franca competencia.

Queda todavía el escollo de la aprobación del acuerdo por el parlamento británico, extremo que no está en absoluto garantizado. Bien mirado, el plan es el mismo que Theresa May presentó por tres veces, siendo rechazado otras tantas. Johnson puede pronto probar la misma medicina, de la que ya ha recibido algunas dosis en las últimas semanas.

Mientras esto ocurre en Europa, en España asistimos al lamentable espectáculo de los disturbios en Cataluña. La revolución de las sonrisas que nunca fue hace tiempo que se ha quitado su careta y muestra su cara más siniestra de autoritarismo y violencia.

El gobierno catalán, que durante tantos años ha alimentado a la bestia, buscando la confrontación con el resto de España a partir de agravios imaginarios o reales, pero exacerbados y exageradoshasta el extremo, no puede parar el monstruo que ha creado.

La Sentencia del Tribunal Supremo, condenando a los principales líderes del Procés, ha supuesto una ineludible dosis de realidad para los políticos independentistas del Parlament. Ahora, se ven obligados a hacer malabarismos para contentar a los suyos y, al mismo tiempo, defender la actuación de los Mossos contra ellos.

El cuerpo de policial autonómico ha aprendido valiosas lecciones del referendum ilegal de hace dos años, entre ellas, cumplir la ley, cooperar con otros cuerpos y fuerzas de seguridad y no permitir órdenes de carácter político.

La imagen que pretende proyectar el independentismo catalán de España como Estado opresor y fascista, no funciona. Los medios internacionales se hacen eco de los disturbios, pero no apoyando precisamente sus aspiraciones unilaterales de independencia. Mismo respaldo obtiene España de los demás gobiernos europeos.

El tsunami democrático no pasa de ser una marejadilla, a la que le sobra el apelativo de democrático. Lo único que se pretende es la imposición por la fuerza de un proyecto imposible, tanto por su ilegalidad manifiesta, como por su falta de verdadero apoyo popular. Ni siquiera ha habido una respuesta común a las sentencias del Procés por la falta de acuerdo entre ERC y el PdeCat.

ERC lleva tiempo desmarcándose de cualquier opción unilateral, mientras que la antigua Convergencia continúa su huida hacia delante. No coinciden siquiera en la conveniencia de celebrar o no un segundo referendum, como hoy prometía el señor Torra, antes de finalizar esta legislatura.

Deja una sensación agridulce estar a un paso de alcanzar un acuerdo tan importante como el del brexit, mientras aquí el independentismo catalán se resiste a aceptar la realidad y volver a posiciones de compromiso y tolerancia; no de exclusión y violencia.

 

*Abogado y politólogo.