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Juicio contra un depredador

La sociedad debe de condenar debidamente a estos seres de ultratumba como objeto de seguridad, de protección de los ciudadanos y de paz general

| Enrique Arrúe * Edición Valencia

En televisión vemos cómo el 12 de noviembre de 2019 se celebra el juicio contra “el chicle” por el asesinato premeditado, probablemente organizado, y en condiciones de alevosía, de la joven Diana. El individuo, cabizbajo y sentado en su silla, a simple vista puede parecer un tipo normal, de esos que ves por la calle sin prestarle ninguna atención, alguien neutro. Incluso podrías pensar que no tiene cara de malvado y que se parece a alguien que conoces.

El sujeto es un hombre acostumbrado a roles delictivos durante su aprendizaje existencial, ya que su vida se basa en actos no lícitos y en el que solo se le juzgara en una ocasión y se le condenara a prisión por un tiempo mínimo, cuestión que dibuja la clara realidad de nuestros días, que “un tipejo así, nada en un mar de fechorías y de maldades con recompensas inmediatas” y obviamente le hace sentirse totalmente impune ante la sociedad, como tantos otros, que parecen estar por encima del bien y del mal, muy por encima de las normas o del orden social que es algo más habitual de lo que puedan creer.

Eso quiere decir que hiciera lo que hiciera el tipo, o tenía suerte, o era escurridizo, o simplemente salía airoso de aquellas situaciones delictivas en las que se metía, tal vez sea el necio una persona sutil. Lógicamente pensamos que eso le otorga psíquicamente al individuo un sentimiento de poder, de invulnerabilidad, para cometer esos actos. Estas personas creciditas o subiditas en la cresta de su psique endemoniada… ¿Quién las puede parar?

¿Qué se juega la sociedad en este juicio? La prisión permanente revisable. Lo que es lo mismo… Que el individuo no salga a la calle, y que, premeditadamente no vuelva a ejercer de cazador de una presa inocente a la cual sorprende en un abrir y cerrar de ojos, en la que ya se ha asegurado que no se pondrá defender (alevosía), o lo que es lo mismo, que no le dará la ocasión de defenderse.

¿Qué porque mata?, ¿Qué le motiva al asesino para realizar este crimen? Para evitar que el hecho se conozca, porque su motivación probablemente es agredir sexualmente a una mujer, no matar por deporte o como objetivo de una sensación de poder, de omnipotencia. El tribunal tendrá que demostrar que el chicle tenia clara su acción como sujeto activo del delito, su motivación criminal, para que llegue el jurado popular a la conclusión de que no vuelva a salir a las calles de ningún lugar.

Las pruebas forenses y la exposición de sus expertos serán lo más determinante en el juicio y parece ser que la TV habla de la aplicación del Teorema de Bayes que es una teoría basada en la probabilidad de las pruebas, en un cálculo. Ya veremos que ocurre.

¿Que sabemos de este individuo por los medios?, que ya estuvo acusado por agredir a una chica en Boiro del que salió absuelto, y de que agredió a su propia cuñada, también que perteneció a un clan de la zona que se dedicada al narcotráfico y que hasta los delató cuando se vio con la cara de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Lo que está claro es que no conocemos todos los datos delincuenciales del sujeto, y que, seguramente, serán numerosos.

Su explicación o justificación en cuanto a lo sucedido es que estaba robando combustible y que como lo había visto la muchacha, que por accidente se puso nervioso, que la golpeo y la dejó sin aire, en vez de reconocer que la estranguló con una brida alrededor del cuello.

Lo macabro del juicio está siendo relatado por la acusación, mientras el necio, cabizbajo, parece de lo más normal, sin síntoma alguno de arrepentimiento. Su perfil psicopático es detectado por algunos expertos y reforzado por algunos comentarios que ha hecho en prisión, como que si le acusan de asesinato, pues que en siete u ocho años saldrá de la caja (por las ventajas de los descuentos penitenciarios), pero no se asombren, eso lo opinan casi todos los asesinos.

Muchos ciudadanos defienden el cumplimiento íntegro de las penas, sin estas ventajas de descuento de la condena, tan criticadas, sobre todo por los familiares de las víctimas. Aunque las penas tienen un fundamento final basado en la reinserción social, ¿no tendríamos que pensar en la victimología? Por otra parte, las juntas de tratamiento normalmente indican en sus informes  aquellos presos que “no es conveniente que salgan a las calles”, por su altísima peligrosidad y la probabilidad de reincidir en el crimen.

Habría que legislar adecuadamente sobre este punto y tal vez darle más credibilidad a los consejos de los informes de esas juntas de tratamiento para que los jueces pudieran tomas otras consideraciones con respecto a criminales en potencia, que una vez sueltos vuelven a las andadas.

Por el bien de todo el mundo, esperamos la prisión permanente revisable para estos depredadores sexuales y asesinos. La sociedad debe de condenar debidamente a estos seres de ultratumba como objeto de seguridad, de protección de los ciudadanos y de paz general. Erradicar los beneficios penitenciarios de reducciones de condena en determinados delitos.

Cumplimiento íntegro de las penas y por otra parte reforzar debidamente a “los funcionarios de prisiones” con mayores medidas de seguridad, cambiar los protocolos de actuación, ser más numerosos, y disponer del material necesario para garantizar la seguridad de todos. Es una vergüenza lo que la administración hace con los funcionarios de prisiones, mirando hacia otro lado, ya que ellos no están dentro de “la caja”.

 

*Grupo EmeDdona y oficial de Policía Local