| 26 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Caza sin relevo generacional

El maltrato animal es uno de los criterios para el diagnóstico de los trastornos de conducta en la infancia.

| Raquel Aguilar * Edición Valencia

La caza cada vez tiene menos adeptos. Del mismo modo que también reducen seguidores la tauromaquia y todas las actividades que implican crueldad hacia los animales.

Una prueba de ello son las estadísticas del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (que en el caso de la caza no se actualizan desde 2016) y que muestran en el período que va de 2005 a 2016 un descenso de casi un 23% en el número de licencias de caza expedidas.

Otra prueba son los esfuerzos que últimamente llevan a cabo estos colectivos por justificarse y lavar su imagen, que se ven en la necesidad de salir a la calle para reivindicar su derecho a ejercer la violencia y a buscar desesperadamente el relevo generacional, pues los y las jóvenes cada vez muestran un mayor desinterés y rechazo hacia estas prácticas tan primitivas.

Y en esta búsqueda desesperada de perpetuar esta anacrónica y salvaje forma de diversión, han encontrado en el actual gobierno de Andalucía un aliado perfecto.

Hace unos días, en el parlamento andaluz se firmaba un acuerdo que incluía "promoción y el conocimiento" de la caza en los centros escolares para dar a conocer "la importancia de la actividad cinegética para el mantenimiento de nuestro medio rural, la conservación de la fauna y los espacios naturales".

¿Cómo se va a compatibilizar esto con el trabajo incansable en las aulas de miles de docentes y profesionales de la educación que fomentan el respeto hacia los demás y educan para que la violencia nunca sea una opción?

Hay estudios más que suficientes que demuestran que la crueldad y falta de empatía hacia los animales en numerosas ocasiones deriva en violencia interpersonal y alertan de la importancia de la detección temprana de estos comportamientos para poder poner en marcha las estrategias adecuadas para revertir estas conductas. Es más, el maltrato animal es uno de los criterios para el diagnóstico de los trastornos de conducta en la infancia.

Por su parte, la ONU ha advertido la necesidad de proteger a los y las menores de la violencia.

Mientras los expertos, a todos los niveles, trabajan por la protección de la infancia y el fomento de una ciudadanía que conforme una sociedad no violenta, ¿se les va a inculcar a los niños y niñas en las escuelas que disparar a alguien está bien? ¿se les va a adoctrinar para que interioricen que la vida de alguien no importa si ese alguien consideramos que es inferior a nosotros, es diferente o es de nuestra propiedad?

¿Cómo pretenden a explicarles las bondades de la caza para el medio natural cuando todos los años se vierten toneladas de plomo a nuestros montes y espacios naturales que terminan contaminando nuestras aguas y nuestros suelos y haciendo enfermar un número inimaginable de animales por plumbismo?

¿Cómo van a hablarles de conservación de la fauna cuando la caza causa gravísimos desequilibrios en los ecosistemas? ¿Les dirán que es sostenible soltar en el medio natural miles de animales criados en granjas con el único fin de que poder hacer diana?

Me preocupa mucho la irresponsabilidad de quienes nos gobiernan, que son capaces de aceptar cualquier propuesta con tal de mantenerse en el poder y preservar sus privilegios. Más, cuando estas acciones afectan a los más vulnerables de nuestra sociedad, que requieren de toda nuestra atención y protección.

En cualquier caso, me quedo la indignación y rechazo que este asunto ha generado en la sociedad, con la seguridad de que gran parte de los y las  docentes, en caso de materializarse esta inadmisible propuesta, van a hacer objeción de conciencia y no van permitir que el aleccionamiento en la violencia a nuestros niños y niñas traspase las puertas de las aulas, pero sobretodo me quedo con la evidencia de que estas prácticas anacrónicas y crueles con los animales están en vía de extinción.

*Coordinadora de PACMA en Valencia