| 19 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Pedro Sánchez traga y calla: así será la capitulación del PSOE ante ERC

En Moncloa lo saben, pero no pueden evitar tal vez una foto lamentable: la investidura del presidente de España gracias al voto del separatismo más radical.

| Antonio Martín Beaumont Opinión

 

 

Ya sabe Pedro Sánchez lo que vale su abrazo con Pablo Iglesias. Por mucho que ahora le convenga disimular. Dicen que una imagen vale más que mil palabras. El preacuerdo sellado por ambos líderes acaba de arrancar y empieza a desgastarse.

El presidente del Gobierno y el secretario general de Podemos han sido capaces de pasar de su crudo enfrentamiento a alabar cada uno de ellos -en privado- la actitud del otro. Un viraje forzado por la necesidad personal. 

Sin embargo, esa amable relación, que les obligaría a conjurarse como un solo ente, no ha sido suficiente para que este miércoles la portavoz de Unidas Podemos, Irene Montero, a pesar de su intensa conversación fuera de foco con la portavoz socialista Adriana Lastra, votase con sus coaligados el denominado “155 para frenar la república catalana digital”.

 

Mal empieza este matrimonio de conveniencia, porque ésta era la medida “estrella” de Sánchez contra el independentismo. Así, al menos, la vendió en la última campaña electoral. Los morados solamente han aceptado pasar del no a la abstención.

Al final, el PSOE ha tenido que apoyarse en PP y Cs en la Diputación Permanente para “salvar” la convalidación del real decreto. Tal vez, tras ver el resultado de la votación, a Sánchez se le hayan reaparecido sus demoledoras palabras para justificar la repetición electoral: “Necesito un vicepresidente que defienda la democracia”.

 

 

Desde el 10-N, en el entorno del presidente se dibujan escenarios para anticiparse a los acontecimientos. No es fácil. La legislatura todavía no ha empezado y la Presidencia, como institución, está en la picota.

"Traga y calla"

No es extraño el agobio con el que vive el equipo de fontaneros de La Moncloa ver pasar los días sin visualizar un nuevo Gobierno. Porque hacer descansar la investidura en las espaldas de ERC, tal como Sánchez pretende, es sinónimo de capitulación.

El mismo Gabriel Rufián llamó "fracasado" al líder socialista. Incluso ha presumido de tenerle en la lona. Y el presidente, por desgracia, traga. Traga y calla. Poco creíble resulta lo que se escucha en los mentideros socialistas: que Sánchez utilizará el Día de la Constitución para escenificar junto Iglesias que las cuentas de la investidura ya están amarradas.

Salvo que imaginemos un futuro político donde el líder del PSOE, con tal de aparentar que manda, desfile por un trágala constante de cesiones a radicales y separatistas.