| 26 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

× Portada España Investigación Opinión Medios Chismógrafo Andalucía Castilla y León Castilla-La Mancha C. Valenciana Economía Deportes Motor Sostenibilidad Estilo esTendencia Salud ESdiario TV Viajar Mundo Suscribirse

La casa Rusia

No es ciencia ficción. Los ciberataques suponen una gran amenaza en este siglo. Qué hacen los países. Con qué organismos cuentan ante las acometidas de los hackers.

La guerra actual tiene hoy dos caras: la clásica, con soldados bien pertrechados combatiendo sobre el terreno, y la nueva, con soldados pegados a ordenadores y luchando sin descanso contra las amenazas del siglo XXI, que no conocen fronteras y adoptan formas aparentemente inofensivas.

Curiosamente, los que se percataron con mayor rapidez de las posibilidades de este nuevo tipo de guerra no fueron las potencias occidentales. Desde ciertos países emergentes y la antigua Unión Soviética llevan años preparándose con notable éxito. Rusia se resiste a dar detalles sobre sus capacidades, aunque los indicios apuntan a que, si no dirigidos oficialmente desde el gobierno ruso, sí que operan desde territorio ruso grupos bien coordinados de ciberguerrilla. China y Corea del Norte reconocen sin ambages contar con un ciberejército, amén de ser conocidas algunas de sus acciones, como el hackeo masivo de Sony en 2014; si bien nunca abiertamente reconocidas, sí oficiosamente. Del caso chino no trascienden demasiados detalles, pero el ejército cibernético norcoreano tiene nombre: Oficina 121, que reune miles de hackers, cuenta con un presupuesto más que generoso y tiene en su punto de mira a Corea del Sur y cualquier otro objetivo que se le ponga al alcance.

La falta de anticipación occidental cerca ha estado de costar muy cara, pero parece que por fin van reaccionando. En norteamérica opera desde 2010 el United States Cyber Command (Cibercomando de Estados Unidos) con la misión de proteger los sistemas informáticos, respuesta rápida en caso de verse atacados e incluso la posibilidad de llevar a cabo ataques para proteger sus intereses. Similar pero todavía embrionario, el Mando Conjunto de Ciberdefensa español, creado por Orden ministerial 10/2013 de 19 de febrero, cumple virtualmente los mismos cometidos. La iniciativa de Rajoy a principios de este año para reforzarlo con una suerte de ciberreserva de hackers se topó con una gran indiferencia, cuando no por un escepticismo brutal, por parte de la comunidad a que se dirigía.

En Francia entró en funcionamiento el 1 de enero de 2017 el Commandement de cyberdéfense (COMCYBER) con tres misiones principales: inteligencia, ciberprotección y operaciones ciberofensivas. Por su parte, Alemania anunció en 2016 la creación de un ciberjército, que entró oficialmente en funcionamiento el 1 de abril de este año, enfocado en la protección más que en el ataque, frente a hackeos globales y potenciales interferencias electorales, como la rusa en las elecciones estadounidenses en que venció Donlad Trump. Si bien es cierto es que no se puede afirmar taxativamente que venciera por este inesperado apoyo, lo cierto es que tuvo su influencia para reafirmar las convicciones de parte de la opinión pública norteamericana dándoles las noticias que querían oir.

Ese último peligro, la capacidad de interferir en la opinión pública a través de la difusión de noticias falsas y mera propaganda, es el mayor a que se enfrentan las democracias liberales. El ascenso de movimientos autoritarios en el pasado se debió no tanto a la incapacidad relativa de los gobiernos liberales de dar respuesta a los problemas económicos y sociales en un contexto difícil, como el de la gran depresión tras el crack del 29, sino a la atractiva imagen creada a través de la propaganda de un gobierno alternativo omnicomprehensivo y que todo lo podía. En tiempos de incertidumbre, el ser humano busca la estabilidad, aunque suponga vender su alma al diablo.

Existe desde 2015 un grupo de expertos en la Unión Europea dedicado en exclusiva a combatir la propaganda rusa, en ascenso exponencial desde el conflicto de Crimea y que hoy tiene fijado como objetivo el desafío independentista catalán. Se trata del conocido como East Stratcom Task force, dependiente del Servicio de Acción Exterior. En apenas dos años desde su creación, este grupo ha publicado 75 Disinformation Review Letters (Boletines con reseñas sobre desinformación), que contenían más de 3.300 casos de desinformación, en 18 lenguas diferentes. Se puede acceder a todos ellos a través de su página oficial http://euvsdisinfo.eu.

Desde la creación de este servicio en la UE, ha quedado patente la escasez de recursos humanos (son apenas 14 personas), materiales y financieros (no cuentan con un presupuesto propio) que padecen. En estas condiciones, se trata de una lucha desigual entre David y Goliat. Este situación puede cambiar en el futuro cercano, ya que este lunes, en una reunión de los ministros de exteriores de la UE se acordó dedicar más recursos a la lucha contra la propaganda rusa.

(*) Politólogo y graduado en derecho