| 24 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Pedro Sánchez y Albert Rivera son el tándem político del momento.
Pedro Sánchez y Albert Rivera son el tándem político del momento.

Pedro Sánchez y Rivera recurren al Rey en su plan para doblegar a Rajoy

La decisión de ambos de encarar estos dos meses de negociaciones como un matrimonio en régimen de gananciales y no de separación de bienes, como 130 y no 90+40, es parte de una operación.

| Ana Isabel Martín España

No ha hecho falta esperar hasta este lunes. El mismo sábado de resaca parlamentaria Pedro Sánchez y Albert Rivera despejaron la primera incógnita del nuevo tiempo que, hasta el 2 de mayo, ha conducir a España hacia un nuevo gobierno o la convocatoria de elecciones.

El acuerdo entre los líderes del PSOE y Ciudadanos no murió el viernes con la investidura fallida del primero; la decisión de ambos de encarar estos dos meses de negociaciones como un matrimonio en régimen de gananciales y no de separación de bienes, como 130 diputados y no como 90+40, es la primera carta que levantan. 

Una que ha dejado descolocados por igual a Podemos y el PP. A los de Pablo Iglesias porque confiaban en que, escarmentado por el "no" del Parlamento, Sánchez se echara en sus brazos y negociara un gobierno de izquierdas con pedigrí. "A partir de esta noche nos podemos poner a trabajar para que haya un gobierno a la valenciana", le dijo Iglesias el viernes desde la tribuna.

Y a los de Mariano Rajoy porque, tras el fracaso del líder del PSOE, aspiraban a retomar la iniciativa política, y de ahí el anuncio del presidente en funciones de que telefonearía a Sánchez y Rivera el mismo lunes. Mal que le pese, Rajoy seguirá siendo un actor secundario y no uno principal. Sencillamente porque 130 diputados son más que 122 y ello contrarresta el argumento de que ganó las elecciones.

El movimiento efectuado por Sánchez y Rivera el sábado, en caliente, demuestra dos cosas. Que el líder del PSOE cierra definitivamente la puerta a Podemos -todo lo definitivos que son los portazos en política- y que el tándem político de moda lo fía todo a la abstención del PP. Puesto que, tras comprobar cómo ha sentado en el electorado socialista y en el de Ciudadanos su pacto, están convencidos de que los populares acabarán convenciéndose de que serían los más perjudicados en unas nuevas elecciones y aceptarán el rol de liderar la oposición.

He ahí el quid de la operación que han puesto en marcha el PSOE y Ciudadanos. A partir de este lunes la presión sobre los populares para que se abstengan y eviten unas elecciones que ellos menos que nadie quieren por el empecinamiento de Rajoy de volver a ser candidato va a ser brutal. Presión por parte no sólo de Sánchez y Rivera, sino también de la opinión publicada y la pública, los poderes económicos, la Unión Europea y hasta del propio Felipe VI.  

El Rey no sólo ha dejado caer a los partidos que no abrirá otra ronda de contactos de forma inmediata -como ya desveló ESdiario- sino, además, que no es nada partidario de nuevas elecciones. A mayores, Rajoy y el PP ya tienen más que asumido, y así lo reconocen en privado, que él no es precisamente el favorito del jefe del Estado para liderar esta nueva etapa política que algunos comparan con la transición. Aunque sólo sea por una cuestión generacional.

Es más. Entre los populares se ha instalado la sensación de que, si Rivera cambió de estrategia en el debate de investidura y se lanzó a pedir la retirada de Rajoy pese a que siempre sostuvo que no se inmiscuiría en los asuntos internos del PP, es precisamente para lograr el efecto contrario: que el líder de los populares, al que nunca le ha gustado que desde fuera le digan lo que tienen que hacer, se atrinchere aún más de lo que lo está y se niegue a dar un paso al lado en su partido. Lo que mantendrá al PP atado de pies y manos.

En cualquier caso, la estrategia de Sánchez y Rivera entraña un riesgo. Que a pesar de los pesares Rajoy no acceda a esa abstención y considere que, de perdidos al río, es mejor ir a unas nuevas elecciones y agitar el voto del miedo a que Podemos se convierta en el partido de referencia de la izquierda, puesto que ya el 20 de diciembre se quedó a 300.000 votos del PSOE.

La partida, pues, continúa.