| 19 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Una bomba en el banquillo del Real Madrid

El equipo no juega un pimiento y tiene menos variantes tácticas que calentar un biberón en el microondas.

| MIguel Queipo Deportes

La derrota en Kiev ante el Shakhtar ha dejado al Madrí en una situación espantosa. Más allá de que acabe eliminado la próxima semana o no, de que pase a octavos como primero o como segundo, de que caiga a la Europa League o de que se quede sin nada, la imagen que está dejando por el Continente es indigna del mejor club de la historia, cosa que aún es gracias a sus trece Copas de Europa.

Al club le salva que el Bernabéu esté en obras, porque alguna pañolada, ya veríamos si contra el entrenador, los jugadores, el presidente o todo lo que se menea, habría caído, pese a la inusitada resistencia que habría impuesto contra esos silbidos la grada de soldados imperiales. Pero al madridista que no le debe nada a nadie no le gusta que le toquen la moral.

Algunos satélites mediáticos apuntan ya, como siempre, al banquillo como causante del desaguisado de todo esto. Puede ser. El equipo no juega un pimiento y tiene menos variantes tácticas que calentar un biberón en el microondas. Hay jugadores que parece que están finos y de repente desaparecen y otros a los que le pesan hasta los párpados y de repente son los encargados de sacar las castañas del fuego.

Pero el entrenador no ha conformado una plantilla a base de los caprichos del Chief Scout del club y sus adláteres, que encima han sido el enemigo a la hora de traerle al entrenador lo que él pedía. El entrenador tampoco es un jugador en activo de treintaymuchos años que intenta, a través de sus influencias en Prensa, condicionar al entorno para renovar hasta los cuarenta, como si el fútbol tan físico de hoy en día (más bien, exclusivamente físico de hoy en día) permitiera a cuarentones participar al más alto nivel durante varios partidos seguidos.

Y el entrenador tampoco tiene la culpa de que todos los recursos del club, hasta el último euro que entra en caja, vaya a cubrir la obra del estadio: ¿Que te mangan a Campazzo? No fichamos. ¿Que el fútbol se despeña? No fichamos. La pandemia (que también, pero para eso han pedido un crédito para el estadio y dos ICOS a Santander y Bankia) como excusa para todo. Pero la gente, lo verán bajo estas líneas, comienza también a cansarse. Y con razón.


Más allá de eso, el Madrid tiene una bomba en el banquillo y, haga lo que haga, salpicará a alguien. La situación de Zidane es, y conviene que nadie se extrañe, complicada porque resistir a una situación como ésta, con tan mal juego y tantas derrotas,  sería un milagro. Un milagro al que sólo podría sobrevivir él, por cierto.

Pero el equipo no parece haber tocado fondo, y eso puede provocar que la gente señale al palco con más dedos. Si Zidane sale, suenan dos nombres. De un lado, el de Raúl. Dicen los que conocen al Siete Blanco que aceptó la propuesta de entrenar al Castilla (cuando tenía pensado marcharse) porque le prometieron el puesto de entrenador cuando Zidane agotara su tiempo. Reitero: prometieron.

Si no es 'el heredero', el tiempo de Raúl en el Real Madrid de Florentino habrá finalizado, veremos si de manera inmediata o a final de temporada. No entrenaría en Europa, porque aquí sólo quiere ser entrenador del Real Madrid, y se marcharía a EEUU. Pero una pieza como la suya podría ser realmente codiciada por algún hipotético opositor a Florentino en unas elecciones, que tendrán que ser en la primavera de 2021. Y no parece que Raúl, si tiene que irse, vaya a estar muy contento con la actual directiva.

El otro posible candidato, dicen, es Pochettino. Un entrenador que, cuando apareció por primera vez en la lista de candidatos a entrenar al Real Madrid, sufrió el desprecio de buena parte de la directiva, que le creía incapacitado para tal misión. Sin embargo, su entorno mediático ha sabido mantener el nombre del argentino en el candelero y ahí está: habrá que ver cómo la plantilla madridista, tan dada a jugar al fútbol solo cuando “el entrenador nos entiende”, sería capaz de gestionar el carácter de Poche. Porque Poche no es Zidane. Y ya saben que a algunos pesos pesados sólo les gusta que les entrenen estrellas y que, además, les hagan currar poco. Lo dicho: algo va a explotar.