| 06 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Koke, golpeando un balón ante un jugador del Salzburgo.
Koke, golpeando un balón ante un jugador del Salzburgo.

El Atleti pasa una mala noche en Austria, pero se clasifica para octavos (0-2)

El equipo de Simeone volverá a estar un año más entre los mejores de Europa tras imponerse con goles de Hermoso y Carrasco en un partido en el que, salvo en los goles, fue superado.

| Agustín Díaz Deportes

El Atlético de Madrid estará en el bombo de los octavos de final de la Champions League un año más después de ganar 0-2 en Salzburgo en un partido en el que le sonrío la fortuna que en otros encuentros le había dado la espalda y en el que, por momentos, estuvo a merced del ofensivo equipo austriaco.  

El durísimo encuentro comenzó como cualquiera que hubiera visto el vertiginoso partido del Metropolitano podría sospechar. El Salzburgo es, con casi toda probabilidad, el equipo más incómodo de Europa. Sin jugadores de renombre, parece siempre que juegan con doce, incluso a ratos, con trece. Ofensivos a más no poder, dejaron claro que venderían caros todos los duelos. Y todos los ganaron, al menos, en los primeros 20 minutos del partido. 

Solo se habían cumplidos 2 minutos cuando Berisha estrelló un balón en el palo. El susto metió el miedo en el cuerpo de los jugadores rojiblancos que estuvieron a verlas venir. El Salzburgo seguía generando ocasiones gracias a su grandísimo dominio y despliegue físico y el Atleti, con Luis Suárez completamente desconectado, no era capaz en ningún momento de aprovecharse de la endeblez defensiva austriaca, el único defecto conocido de los chicos de Red Bull. 

El joven húngaro Szobodslai, al que dicen pretende el Real Madrid, dio una lección de toque convirtiendo todos los corners y faltas en ocasiones claras para el Salzburgo, una de las cuales provocó la parada milagrosa de cada noche de Jan Oblak. 

Al borde de la primera media hora, el conjunto de Simeone igualó la contienda, al menos, en intensidad, aunque la que siguieron exhibiendo los austriacos se convirtió en ocasiones en mucha dureza. En unas de esas ocasiones, un patadón acabó con Joao Félix en el suelo y, posteriormente, cojeando. Carrasco lanzó la falta con maestría y Mario Hermoso, el único central preclaro a la hora de sacar la pelota jugada, remató al fondo de las mallas. Lo hizo con el hombro, pero el gol, importantísimo en ese momento, valió como si hubiera sido de testarazo certero. 


El tanto dio algo de tranquilidad al partido atlético, sosiego que concluyó nada más salieron los dos equipos de los vestuarios. El Salzburgo atacó como al principio y Szobodslai falló lo imposible solo ante Oblak. Los austriacos continuaron apostando sin resuello por el juego vertical y los de Simeone volvieron a aparecer desbordados por completo.  


Suárez y Saúl, enfadados con los cambios

A la hora de juego, Simeone vio que Luis Suárez no había vuelto de su ausencia por el COVID y que nada recuerda al Saúl de hace dos temporadas. Ambos se fueron al banquillo y las cámaras les pillaron jurando en arameo. Pero lo justo sería que el enfado fuera con ellos mismos y no con el Cholo. Herrera y Correa intentaron dar un nuevo aire al Atleti que, a estas alturas del partido y con la clasificación asegurada, la necesitaba como el comer. 

El acoso se tornó en casi inaguantable para un equipo que, en otros tiempos, se hizo famoso por sus defensas épicas. Y en esos puso todo su empeño, despejando como podía los constantes balones aéreos con los que los austriacos bombardearon el área de Oblak. 

Con el Atleti cada vez más encerrado en defensa y confiando todo al error en los continuos disparos de los austriacos discurrió la segunda mitad de la última parte del partido. A los de Salzburgo no se les acababa la energía que, se supone, dan las alas de Red Bull, y el asunto se tornó en un sufrimiento constante, que el Atlético se habría ahorrado de haber logrado alguna victoria en su doble duelo con el Lokomotiv. 

La primera parada en el partido del portero austriaco Stankovic llegó en el minuto 80 al rechazar un buen disparo de Joao Félix. Era lo único ofensivo que había hecho el Arleti en la segunda parte y casi se podría decir que en todo el partido. 

Cuando el sufrimiento comenzaba a ser insufrible, llegó el gol definitivo. Corría el minuto 85 cuando Correa rompió al espacio evitando el fuera de juego y su centro medido acabó con el empalme inapelable de Carrasco. Un tanto para dar tranquilidad y para certificar el pase, sufridísimo, del Atlético a los octavos de final de la Champions.