Los nuevos diputados se toman unas largas vacaciones con el país empantanado

España mira de reojo al 26 de junio sumida en una situación kafkiana. Con un Gobierno en funciones que se niega al control del Parlamento; un jefe del Estado que no quiere convocar una tercera ronda de contactos para no participar en otra farsa como la de Pedro Sánchez; las secuelas de una investidura fallida por primera vez en democracia; y un Congreso que hasta esta misma semana no ha iniciado sus plenos ordinarios -si es que pueden considerarse tal-, nada menos que tres meses después de las elecciones. 

Y por si al guión le faltara algún aderezo, aquí llega: apenas han estrenado el escaño y sus señorías ya se han cogido unas largas vacaciones. Nada de los cuatro días preceptivos de la Semana Santa, no, sino hasta el martes 5 de abril, casi tres semanas. Por lo que se ve las negociaciones para formar gobierno deben de estar siendo agotadoras, aunque en ellas sólo participen apenas un puñado de los 350 diputados. 

En el calendario de sesiones para el periodo de marzo a junio de 2016 estaba previsto un Pleno la semana del 29 al 31 de marzo, entre martes y jueves como es habitual. Pero hete aquí que en su última reunión, celebrada el martes, la Mesa presidida por Patxi López decidió a la chita callando dejar esa semana en blanco y posponer el Pleno hasta la siguiente, del 5 al 7 de abril. De ello deja constancia el Boletín Oficial de las Cortes de este jueves:

De esta forma la mayoría de los diputados pueden empalmar la Semana Santa con la siguiente y no volver a Madrid hasta bien entrado abril. Es más. Si se convocan nuevas elecciones porque nadie logra formar gobierno las Cortes tienen que quedar disueltas el 3 de mayo, así que apenas estarían un mes en sus puestos (cuatro plenos).

Lo más irónico es que el presidente del Congreso con una mano da vacaciones a sus señorías y con la otra intenta aparentar que la Cámara está trabajando a pleno rendimiento. De ahí la polémica suscitada entre López y el Ejecutivo de Mariano Rajoy, que se resiste a someterse al control de un Parlamento de cuya confianza no goza. Amparándose en los informes de los abogados del Estado y en que no hay precedentes de algo así (en realidad todo en esta legislatura es inédito).

Este jueves se produjo el primer encontronazo serio, motivado por el plantón del ministro Pedro Morenés a la Comisión de Defensa, que ya había sido advertida no obstante. La indignación de los partidos de la oposición no se hizo esperar. El PSOE y Ciudadanos amenazaron con emprender acciones legales contra los ministros que no acudan a la llamada del Congreso y su presidente, López, anunció a través de un comunicado que acudirá al Tribunal Constitucional "como una vía de clarificación futura para estas situaciones". 

En el mismo añadía de forma contradictora: "No creo que se deba iniciar una guerra abierta entre instituciones. En España tenemos problemas mucho más serios como para que todo el debate público se centre en las desavenencias del Congreso y el Gobierno". No predica con el ejemplo.