| 28 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Asalto en rebajas: en el pecado de Sánchez va a estar su penitencia diaria

Sánchez ya es presidente, pero el camino comienza ahora y está lleno de minas: el insoportable peaje del soberanismo y la influencia de Podemos ponen a prueba el manejo del timón.

| Antonio Martín Beaumont Opinión

 

 

 

En Podemos reina la alegría. Pablo Iglesias ha podido quedar lejos del soñado asalto a los cielos, pero la política y la matemática parlamentaria lo han colocado pisando moqueta al lado de Pedro Sánchez.

Las “disfunciones” –al menos de momento así denominan en privado “los hombres del presidente” a los roces de la fórmula de coalición- se dan como asumibles. Están imbuidos del espíritu de los recién casados.

Que será una convivencia complicada ya ha podido verse con la filtración por los morados de los ministerios que les corresponden, o por el propio Iglesias del organigrama de su vicepresidencia segunda de Asuntos Sociales.

Les ha faltado tiempo para contárselo a diestro y siniestro sin esperar a que Sánchez dé a conocer la lista íntegra del Gobierno. Un “detalle” que el PSOE no ha tenido otro remedio que aguantar mordiéndose la lengua.

 

Igualmente, Sánchez ha tropezado con Iglesias en su intención de forzar a los ministros a abandonar el escaño para impedir que algunas votaciones parlamentarias peligren por su complicada agenda. La idea de perder el acta ha resultado inasumible para el secretario general de Podemos y los suyos. Quedarían al albur de Sánchez, y la confianza de Iglesias en su presidente está lejos de llegar a tanto.

Iglesias tiene firmado un acuerdo que lo eleva a la categoría de “vice” y le asegura Igualdad para Irene Montero. También le consolida al frente de sus siglas tras una cita con las urnas en la que volvió a retroceder en votos, y cuando ya había movimientos internos exigiendo una refundación del proyecto o, al menos, una reflexión sobre el futuro de Podemos. Ahora nadie podrá pensar siquiera en llevarle la contraria. 

 

 

A lo que sí se ha visto forzado el jefe de filas morado ha sido a repartir el poder de sus áreas, compartimentos estancos, con En Comú Podem, En Marea e IU. Y las confluencias han recibido su premio. A saber, Manuel Castells será ministro de Universidades, Yolanda Díaz ministra de Trabajo y Alberto Garzón de Consumo y Juego.

En ningún caso podrán hacer de su capa un sayo. Así lo aseguran desde Ferraz. Destacan que la coordinación política del Gobierno está asegurada en manos socialistas a través de Carmen Calvo, y la económica en las de Nadia Calviño.

El enfrentamiento, su elección

Pero del dicho al hecho hay un buen trecho, y por si acaso el círculo de Sánchez trabaja buscando fórmulas que refuercen el perfil político de su parte del Consejo de Ministros. No desean que los morados les coman el terreno.

Así las cosas, el PSOE no va a tener suficientes ojos para  atender por dónde  les llegan las señales de peligro. Es lo que tiene ser llevado a hombros de costaleros tan inestables. Y, además, tener enfrente a una oposición con la que el presidente ha roto todos los puentes. Sánchez ha elegido hacer del enfrentamiento a cara de perro con PP, Cs y, se sobreentiende, con Vox, su gran pegamento para aguantar la legislatura.