| 20 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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Turquía ante el abismo

Son unas elecciones cruciales para el futuro del país por diferentes razones. Para comenzar, la economía turca está en caída libre. Los años de fortaleza del desarrollo económico finalizan

Turquía se enfrenta este domingo a unas elecciones peculiares por ser las primeras elecciones presidenciales que se celebran después del referendum del año pasado, donde venció por un estrecho margen la polémica y contestada propuesta de adoptar un sistema de corte presidencialista, que sustituyera el parlamentarismo imperante desde la fundación de la actual República de Turquía por Atatürk.

 

Así mismo, son unas elecciones cruciales para el futuro del país por diferentes razones. Para comenzar, la economía turca está en caída libre. Los años de fortaleza del desarrollo económico y de la (aparente) estabilidad de la lira tocan a su fin. El 7% de crecimiento del PIB el pasado año es un espejismo artificial producto de un fuerte endeudamiento. Por su parte, la desconfianza en su propia divisa es enorme y sólo las intervenciones de su Banco Central frenan un poco lo que ya es inevitable.

 

La deriva autoritaria de Erdogan, sobre todo desde el golpe de estado hace dos años y la aplicación del estado de emergencia que rige desde entonces, produce una inmensa desconfianza en los inversores internacionales, que se resisten a invertir en Turquía o lo hacen únicamente si se les ofrece tipos de interés elevados en divisas consideradas fuertes, como el euro y el dolar. Ya contamos con precedentes sobre a dónde conduce este camino, como fue Argentina cuando dolarizó su economía.

 

Endeudarse en sí no es problema si, por un lado, se invierte adecuadamente y se logra algún tipo de retorno, en lugar de dedicarlo a gasto corriente. Lo que acaba de matar la economía turca es la falta de garantías, que desincentiva la inversión, como señalaba, y promueve la fuga de empresas, que al liquidar sus activos en liras turcas, pone todavía más presión sobre una divisa débil de por sí.

 

Subir los tipos de interés, remedio clásico para frenar una espiral inflacionaria, no parece ser una opción aceptable para Erdogan, pero por razones puramente populistas. Las crisis inflacionarias son viejas conocidas en Turquía, llegando a operar en millones durante la última (en 2002, 1.500.000 de liras turcas equivalía a un euro), pero su elevación ahora pondría en un serio aprieto a una población joven y en expansión, hipotecada para la adquisición de vivienda impulsada por el gobierno.

 

Estas elecciones son cruciales también porque, por primera vez en 15 años, Erdogan podría perder. De hecho, han sido convocadas año y medio antes de terminar la actual legislatura por la constante sangría en expectativa de voto. Como mínimo, parece más que probable que sea necesario ir a una segunda vuelta a principios de julio.

Con este escenario en mente, el candidato del socialdemócrata CHP, Muharrem Ince, tiene una oportunidad real de arrebatar el poder a Erdogan, merced a una suerte de pacto tácito de la oposición, principalmente el IYI y el MHP, de apoyar al candidato que pase a la segunda vuelta.

 

Lo cierto es que las buenas expectativas del CHP, principal partido de la oposición, tienen todavía más mérito si consideramos los graves problemas y dificultades que atraviesa la libertad de expresión y el control de la virtual mayoría de medios de comunicación por el gobierno del AKP. A través de ellos, el ejecutivo de Erdogan lanza de modo constante mensajes culpando del estado de la economía a una conspiración externa y a envidias por su papel como potencia regional.

 

Ince, como la mayoría de opositores, además de prometer hacer frente a los problemas de la economía, aboga por concluir con el estado de emergencia, volver al sistema parlamentarista anterior, recuperar la independencia judicial y las libertades públicas, especialmente la de expresión. Con esto, además de enfrentarse a los problemas económicos, posiblemente recuperase la confianza y las garantías que los inversores extranjeros necesitan para volver y permitiera realizar ajustes menos drásticos.

 

La limpieza del proceso electoral, antes de comenzar, ya ha sido puesta en entredicho. Anteriores elecciones, y particularmente el último referendum constitucional, sufrieron acusaciones similares de irregularidades. El actual gobierno no pone fácil la presencia de apoderados e interventores de los partidos de la oposición. Veamos como transcurre esta primera vuelta.

*Politólogo y abogado.