| 18 de Abril de 2024 Director Benjamín López

× Portada España Investigación Opinión Medios Chismógrafo Andalucía Castilla y León Castilla-La Mancha C. Valenciana Economía Deportes Motor Sostenibilidad Estilo esTendencia Salud ESdiario TV Viajar Mundo Suscribirse

Óscar Tenreiro: “La ópera de Calatrava en Les Arts es espantosamente fea"

Óscar Tenreiro (Caracas, 1939) es un arquitecto singular. La crisis venezolana ha hecho que el 80% de sus proyectos no hayan podido ser construidos. Valencia acoge una exposición.

| Vicente Climent Edición Valencia

Será por su edad, será por las diversas situaciones convulsas que ha vivido en su país, el caso es que Óscar Tenreiro no teme a las palabras, que emplea con precisión dotada de algo de parsimonia siempre educada y cortés, incluso en los pasajes de mayor dureza.

Así se expresa cuando asegura que en su profesión “hay mucha falsa estrella”. Pone un ejemplo: “Rafael Moneo es una referencia, pero tiene la cautela de no cultivar el estrellato. Todo lo contrario que Jean Nouvel, que se ve a sí mismo como una especie de Dios que bajó a la Tierra y nos dio el placer de tener sus obras. Es un arquitecto en mi opinión muy débil”. Y pronostica: “seguirán apareciendo personas así”.

Inevitable citar a Santiago Calatrava. Lo saca él directamente en la conversación porque estamos en Valencia, y la Ciudad de las Artes y las Ciencias (CAC) “con todas las críticas es un recurso de la ciudad, y como tal hay que respetarlo y alimentarlo”. Lo que no obsta para que Tenreiro no se prive de decir que “la sala de Calatrava para teatro de ópera me parece horrible, por dentro me parece espantosamente fea. Pero eso sí, la estructura del edificio es una especie de tour de force. Es patrimonio de la ciudad, y eso nosotros (los venezolanos) no lo tenemos”.

“Lo de Calatrava en Valencia es un orgullo de la ciudad pero ¿es sostenible la CAC?”, razona Tenreiro. “Es verdad que hay mucho turismo allí, y que hacen películas como Tomorrowland. Yo creo que la CAC es sostenible porque estamos hablando de España y de Valencia. Aquí hay cosas que son sostenibles, como las Fallas. Ninguna otra ciudad puede sostener esa celebración a esa magnitud. ¿Y qué sostiene eso? La cultura de los valencianos”.

La Cidade da Cultura de Galicia, obra de Peter Eisenman, es otro ejemplo de dudosa sostenibilidad: es “un absurdo porque Galicia no puede sostener eso. Ni California podría. Es demasiado espacio, costo, e instituciones”. E involucra a Luis Fernández-Galiano, “el arquitecto que no construye” como lo definió Moneo, catedrático y director de revistas, y por tanto crítico, que apoyó el polémico megraproyecto.

Y eso a su vez nos da pie para hablar de los críticos, que aparecen como intermediarios entre la arquitectura y el público tras la Segunda Guerra Mundial, y a los que los medios buscan porque son “una conexión comercial”. Tenreiro recuerda que Nietzsche decía que los críticos ven de cerca el arte pero no tocan. Por eso pondera a “Bohígas, Moneo … son gente que tiene un mensaje arquitectónico muy auténtico sobre lo que hay que hacer, no lo que se dice que hay que hacer”. Cuando en 1989 Moneo, Portela y otros arquitectos españoles visitaron Venezuela, Tenreiro concluyó que “eso que venía de España venía respaldado por el ejercicio, pasando por encima de los críticos”.

Siempre ha sido una preocupación para Tenreiro la de eliminar los intermediarios y “comunicar al público la actividad de los arquitectos, que parecemos embellecedores de última hora de cosas que feas”. De ahí su ingente número de colaboraciones periodísticas durante 18 años, que ahora continúa con su propio blog.

Lo que no le gustan son las redes sociales, de las que se confiesa “enemigo número 1”. “Los dirigentes que se expresan por Twitter quieren ser fieles a sus impulsos y mantener una actualidad permanente sobre sus arranques, como Donald Trump y gente de izquierdas como el dictador Hugo Chavez, porque así reforzaban el status quo”. “El fenómeno Juan Guaidó se da a través de la Asamblea General legítima, que se basa en la reflexión. Encarna algo que viene detrás, no es una creación de las redes sociales. Guaidó no es un político tradicional. Su papel es transicional, y creo que él lo acepta”.

También Pedro Sánchez iba a ser transicional …

“El fenómeno Sánchez me ha parecido un poco particular”.

¿Hay campo para innovar en arquitectura, o todo lo determina el clima y la economía?

“Yo no creo que la novedad sea lo que más interesa, sino la emoción que la arquitectura puede producir, que no siempre depende de la novedad. Hay hechos, como las proporciones, las formas, la luz, que no dependen de la novedad sino de la capacidad de la arquitectura de ir a tu intimidad. La innovación no es una condición del progreso”.

¿Y cómo ha sido el tránsito a lo largo de su vida profesional?

“Todo escritor escribe siempre el mismo libro. La misma preocupación. Dostoievski es un caso característico. A los arquitectos nos pasa lo mismo. Tenemos el deseo de ir buscando en la misma dirección pero enriqueciéndonos con el conocimiento. La arquitectura estoy de acuerdo en que es una profesión de viejos. El arquitecto tiene que tener dominio de lo constructivo, y eso se va reflejando en la obra a medida que pasa el tiempo. Mejores modos de usar los materiales, mejor conocimiento de la estructura que permite levantar el techo, que es lo esencial en la arquitectura”.

Tenreiro está en posesión del premio Nacional de Arquitectura de Venezuela y del premio Vivienda Unifamiliar, entre otros. “Los premios … ¿a quién no le gustan? Y además tienen dinero. A mí me encantaría que me dieran un premio en metálico”.

Para Tenreiro Valencia es un premio. Su vinculación con la ciudad tiene su origen en el “desmembramiento de la familia” por culpa de la situación en Venezuela. Su hija se doctoró en Filosofía con Adela Cortina y reside aquí. En una de sus visitas, Tenreiro entró en contacto con el catedrático José María Lozano, que tuvo la idea de hacer un libro sobre “mis cosas. En mí país no me han hecho un libro y ahora a nadie le hacen libros. Yo no había tenido todavía la energía psíquica necesaria para ir hacia lo que había sido mi vida, en plan de exponerlo. Me sorprendió y me gustó mucho. Y mientras preparaba el libro surgió lo de la exposición (“Todo llega al mar”, sala exposiciones ETSAV, UPV). El 80% de las cosas que están en la exposición no se pudieron construir, y eso es terrible. Me halaga enormemente que haya sido en Valencia y me parece misterioso”.