| 26 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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Carmen Calvo, azotando a los ciudadanos
Carmen Calvo, azotando a los ciudadanos

Carmen Calvo, la feminista que oye "tsunami" y te hace correr hacia la ola

La vicepresidenta del PSOE resume todos los despropósitos del Gobierno: desecha consejos científicos, pone en riesgo a la ciudadanía y rechaza luego usar la sanidad pública.

| El Azotador Opinión

 

 

Carmen Calvo resume toda la frivolidad del Gobierno en el tratamiento de la pandemia y, a la vez, toda la demagogia de la izquierda más pamplinas con sus ataques a la propiedad privada y su defensa supuesta de "lo público".

Ahí tienen a la vicepresidenta ingresada en la clínica Ruber de Madrid (deseamos que se recupere bien y pronto, vaya por delante), selecto reducto en el barrio más noble y caro de la capital de eso que POdemos y compañía llaman "los de arriba". Y la tienen justo dos semanas después de encabezar, participar y alentar las manifestaciones del 8M.

Catorce días es un periodo medio tipo de incubación del virus y, sea o no el caso de la enfermedad de la vicepresidenta -que tampoco ha dado detalles al respecto, viva la transparencia-, sí lo es de la mujer, de la madre y del suegro de Pedro Sánchez. Y de las ministras Irene Montero o Carolina Darias.

Carmen Calvo escucha una alerta de tsunami antes que nadie y corre y te hace correr hacia la ola

Todos ellos están contagiados o enfermos, vaya por Dios, después de participar en eventos masivos en pleno apogeo del virus, y pese a las advertencias de la OMS, el CSIC, la Unión Europea y la OMC: nosotros no lo sabíamos; pero ellos sí eran conscientes de las alarmas sanitarias ya activadas y de la incoveniencia de movilizarse en la calle.

Predicar... y dar trigo

Pero no, ellos hicieron lo contrario: es como si los especialistas te alertan de que va a llegar un tsunami y vas tú, responsable de la seguridad pública, y te lanzas a correr en dirección a la ola e invitas a todo el mundo a seguirte.

Pero es que además Calvo, como si todo esto no fuera suficiente, no se ha ido a uno de esos centros sanitarios públicos donde los profesionales se están jugando la vida, en condiciones tercermundistas a menudo, sino a ese tipo de clínicas que solo se puede permitir una minoría: y hace muy bien, pues además de gastarse su dinero en lo que les parece oportuno, financian con sus impuestos los servicios públicos a la vez.

 

El problema es estigmatizarles a ellos, vender la burra de que "lo privado" deteriora "lo público" y luego irse a dar a luz a un selecto centro -¿verdad Penélope y Bardem?- o acudir allí a tratarse lo que el resto está tratándose en La Paz o el 12 de octubre.

Y es de traca que los corifeos del Gobierno, los que se tragan el sapo más gordo que haya con tal de no molestar al señorito, intenten decir que a la socialista en cuestión no le quedaba más remedio, una burda patraña más digna del oficio de mamporrero que del de periodista.

Como si ser de MUFACE, la mutualidad que atiende a 3 de cada 4 empleados públicos, fuera obligatoria: a todos les dan a elegir entre la asistencia pública y privada. Y eligen, en un 75% de los casos, la segunda. Incluyendo a socialistas y feministas de boquilla que quedan retratadas por el antagonismo entre sus discursos y sus comportamientos.