| 25 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

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¿Qué camino cogerá Puigdemont? La respuesta, este martes.
¿Qué camino cogerá Puigdemont? La respuesta, este martes.

Puigdemont palidece al enterarse de que su auto de detención ya está redactado

Pablo Casado ha insinuado lo que es de Perugrullo: las ilegales piruetas del presidente de la Generalitat le pueden conducir directamente a la cárcel. Tanto Sánchez como Rivera lo saben.

| Carlos Dávila Opinión

¿Cuál es el plan del Gobierno? Pues se puede sintetizar en una serie de “síes” condicionales. Vamos con ello: si Puigdemont declara unilateralmente la independencia, se aplicará el Artículo 155 de la Constitución, se inhabilitará políticamente a los actuales responsables de la Generalitat, y en el plazo menor posible (primer trimestre de 2018) se convocarán, contando con que ello sea constitucionalmente posible, elecciones autonómicas.

Si se declara nítidamente la independencia, algo muy dudoso, pero el PSOE no apoya el 155, el Gobierno pondrá en marcha igualmente el 155 pero entonces podría llamar a elecciones generales.

Si Puigdemont se arruga y deja la independencia en un mero deseo para cumplimentarlo cuando pueda ser, el Gobierno dejará que abra las urnas autonómicas inmediatamente, le exigirá que no se presente y forzará el relevo de todo el equipo de fanáticos que aún ocupan el Gobierno de Cataluña.

Hay que reconoce que el Gobierno se está dejando la piel a tiras en este proceso del que es muy difícil, por no decir imposible, que salga vencedor

Y si esto sucede, algo nada improbable, ¿qué hará el Gobierno, dejará que todos estos barreneros se vayan de rositas? La solución, creemos, en muy pocas horas. Pero sépase esto que es información muy contrastada: el auto de detención de Puigdemont y sus secuaces ya está redactado. Tanto Sánchez como Rivera lo saben, están al tanto de que las ilegales piruetas de Puigdemont le pueden conducir directamente a la cárcel.

El 155 es para el Gobierno y básicamente para el equipo jurídico habitual de Sáenz de Santamaría como diría, y dice, Mariano Rajoy: un auténtico lío. El artículo existe pero no está desarrollado, el Reglamento, el camino por donde debe caminar su aplicación. Ahora mismo los sesudos juristas que llevan meses, incluso años, estudiando esta perla constitucional, no se ponen de acuerdo en sentenciar a qué obliga y qué se puede hacer exactamente con el susodicho artículo.

Es más: saben a dónde conduce, pero no cómo se vuelve de él, aspecto ése que no es pecata minuta precisamente. Los técnicos dudan y la “oposición constitucionalista” al Gobierno, Ciudadanos y PSOE, se forra colocando a Rajoy continuamente en el disparadero. No hace mucho tiempo, 3 de septiembre, que Rivera se alineaba inequívocamente con el secretario socialista Sánchez y transmitía al Gobierno que “no era partidario de aplicar el 155 por muy constitucional que sea”.

Mes y medio después ha cambiado radicalmente de posición y exige al Gobierno no sólo el 155 a toda prisa, sino que, además, le urge a que, tomada esa medida, convoque elecciones autonómicas cuanto antes. La pregunta es: ¿está seguro el líder de Ciudadanos de que el maldito 155 por sus complicaciones o bendito por su impecable legalidad permite a una autoridad central disolver un parlamento regional y abrir nuevos comicios?

 

Rajoy, en una declaración institucional sobre Cataluña en el Palacio de la Moncloa.

 

Los expertos constitucionalistas no lo tienen nada claro: insisten en que a lo único que da derecho el 155 es a “obligar al cumplimiento de dichas obligaciones (las que la Constitución u otras leyes le imponen) o para la protección del interés general”. Naturalmente que a Rivera y a cualquier partido de la oposición le interesan dos cosas: la primera, eso no puede dudarse, que Cataluña recupere, como advirtió el Rey, el “orden constitucional”, la segunda que el Gobierno se abrase en este trance.

O sea que ayuda sí, pero, siguiendo con los dichos italianizantes, “ma non tropo”. Hay que reconocer que el Gobierno se está dejando la piel a tiras en este proceso del que es muy difícil, por no decir imposible, que salga vencedor. Volviendo a la mención de un nuevo “si”. ¿Qué sucederá realmente si Puigdemont se baja los pantalones? Pues lo más cierto es que Ciudadanos presione a Rajoy para que éste atice el mazazo del 155 y que además y aliente a los fiscales para que lleven a juicio al “president” y a su tribu de sediciosos.

Si Puigdemont se arruga y deja la independencia en un mero deseo para cumplimentarlo cuando pueda ser, el Gobierno dejará que abra las urnas autonómicas inmediatamente

Es decir que de este infierno político el que ya se ve como vencedor es Rivera, no Sánchez enredado estúpidamente en la monserga del diálogo. El Gobierno, al final, desearía y, por favor, no me digan que no, que Puigdemont fuera incapaz de resistir el chantaje de los furiosos anarquistas de la CUP, y declarara unilateralmente la independencia.

A Santamaría en una entrevista dificilísima mantenida con Carlos Herrera, se le escapó a juicio del cronista, un solo lapsus: fue cuando apeló al Senado como institución sobre la que pivota la aplicación del reiterado 155. Ello puede significar que el Ejecutivo realmente tiene preparada la disposición correspondiente que le llevaría la administración de la Generalitat.

En todo caso, y ya que este dramático episodio para la Historia general de España se va a sustanciar, como siempre, en la dialéctica entre perdedores y ganadores, el presidente de la Generalitat y toda su cuadrilla de insurrectos son los derrotados porque les ha vencido la realidad del clamor social, político y económico, unos fracasados que, desde luego, no pueden marcharse como si aquí no se hubiera subvertido el orden constitucional.

El horizonte penal de estos golpistas lo deben marcar los jueces lo cual no resulta muy gratificante para los impacientes que, como el cronista, piensan que las multas de tráfico hay que pagarlas en el acto. Al final los tribunales siempre fallan, incluso a veces lo hacen siendo fieles a la acepción más negativa del verbo, y sucederá con todos estos insurrectos que se quedarán, como ya ha sucedido con Mas, con una durísima penalización económica, pero ya ni siquiera eso resulta suficiente, por lo tanto, téngase en cuenta lo escrito anteriormente: el auto de detención, y posteriormente de prisión de Puigdemont ya está escrito.

Solo hay que esperar unas pocas horas para saber si, por fin, los guardias, que pueden ser los Mossos a los que tanto ha perjudicado, se personan en su domicilio o en su despacho oficial. De él depende.