| 20 de Abril de 2024 Director Benjamín López

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El colmillo de Podemos

Fin del sueño asambleario: Iglesias controlará Podemos con mano de hierro, al margen del espíritu fundacional y con un temor: que el batacazo en Cataluña se extienda por toda España.

| Antonio Martín Beaumont Opinión

 

 

Un reglamento interno desempolvado, sin previo aviso, para controlar las candidaturas de cara a las elecciones municipales y autonómicas. Esto es lo que ha llevado a cabo sin el menor pudor Pablo Iglesias aprovechando la distracción en sus filas con las fiestas navideñas.

En concreto, el secretario general de Podemos ha maniobrado para tener todo el poder a la hora de armar plataformas tótum revolútum como la encabezada en Madrid por Manuela Carmena. Entre los inscritos en un partido que nació para empoderar a los ciudadanos, esto, claro, ha caído como un jarro de agua helada.

Debilitado por el batacazo en las elecciones catalanas, Iglesias ha tirado por la calle de en medio para contrarrestar la pérdida de posiciones en territorios como Andalucía, en manos de los anticapitalistas, y el País Vasco, Asturias o Aragón, tomados por el errejonismo, y ello en puertas de que el propio Iñigo Errejón aumente su visibilidad como futuro cartel electoral en Madrid.

Así actúa el líder morado. Son sus formas. Tiene una Ejecutiva a su medida, en Vistalegre II borró al propio Errejón del Consejo Ciudadano, y tampoco quiere que se le vaya más de las manos el poder territorial.

 

Debilitado por el batacazo en las elecciones catalanas, Iglesias ha tirado por la calle de en medio 

 

La manu militari sólo se entiende por la negativa a asumir responsabilidades por una gestión que mantiene a la marca en caída libre. El comportamiento caudillista de Iglesias le ha permitido tomar decisiones estratégicas que se han mostrado muy equivocadas.

¿Y las bases?

La última, sus devaneos con el independentismo, entregando el partido a Ada Colau y Xavier Domènech, con quien protagonizó su última aparición pública el pasado 19 de diciembre. Luego se lo ha tragado la tierra.

Veinte días después, con todo lo que ha llovido políticamente por el camino, por fin ha convocado a su Ejecutiva. De hecho, después del fracaso catalán puso tierra de por medio junto a sus fieles, con Pablo Echenique al frente, con la pretensión de maniobrar a su antojo en una organización que ya nada tiene que ver con aquella ilusión asamblearia donde las bases tenían siempre la última palabra. A día de hoy, a lo que se ve, la única palabra en Podemos es la de Iglesias.