| 27 de Marzo de 2024 Director Antonio Martín Beaumont

× Portada España Investigación Opinión Medios Chismógrafo Andalucía Castilla y León Castilla-La Mancha C. Valenciana Economía Deportes Motor Sostenibilidad Estilo esTendencia Salud ESdiario TV Viajar Mundo Suscribirse
Pablo Iglesias
Pablo Iglesias

Cartago debe ser destruida: el grito de guerra en la España de Podemos

La voladura del Régimen del 78 es la venganza rencorosa de quienes detestan la España del consenso y la convivencia. Y acabar con el Rey, su principal estrategia.

| Fernando de Rosa Opinión

 

 

“Carthago delenda est” (Cartago debe de ser destruida) es la famosa frase que se atribuye al senador romano Catón el viejo y  según las crónicas, la pronunciaba en el Senado de Roma cada vez que finalizaba sus discursos en el año 150 a.c.

Realmente esta alocución latina viene a referirse al empeño de un grupo de Senadores para destruir Cartago como idea fija que se anhelaba y por encima de todo se quería conseguir. Esta fijación por destruir aquello que odias y que consideras que  es lo que impide la imposición de tu proyecto, viene a definir claramente el proyecto político de Podemos en estos momentos.

El  particular asalto al poder de Pablo Iglesias y su corte palaciega,  tiene un claro obstáculo y es la España de la transición, la España de Adolfo Suárez , Felipe González, Santiago Carrillo y Manuel Fraga , pero sobre todo la de S.M. el  Rey Emérito Juan Carlos I.

Es decir la España del consenso en la que toda una generación decidió que las futuras generaciones de españoles se merecían una oportunidad de paz y progreso, descartando la destrucción mutua que había sido la constante durante los 100 años anteriores.

Recuerdo cómo mis padres nos llevaron de la mano a mis hermanos y a mi cuando fueron a votar “si” en el referéndum para la Reforma política un miércoles 15 de diciembre de 1976, fecha que poco se recuerda pero que fue el germen de la actual democracia y del posterior referéndum constitucional del 6 de diciembre de 1978.

Durante esos dos años se construyó el  andamiaje que ha sostenido  la convivencia hasta nuestros días, fueron años de mucha tensión por los ataques terroristas de grupos de izquierda radical comunista e independentista , como ETA , el GRAPO, y el FRAP, que pretendían destruir la incipiente democracia.

 

 

E incluso alentaban la ruptura revolucionaria frente al consenso logrado en torno a la figura de S.M el Rey emérito  Juan Carlos I por parte de las fuerzas conservadoras , liberales, demócrata-cristianas, socialdemócratas y eurocomunistas.

Las  fuerzas reaccionarias de izquierda de la década de los setenta del pasado siglo, tras su sonoro fracaso han encontrado una segunda oportunidad en esta segunda década del presente siglo, en su empeño de destruir el consenso y la moderación.

Dos golpes de Estado frenados

De nuevo los hijos de los que fracasaron en ese momento levantan la bandera de la ruptura frente a la reforma , la bandera vieja de “ cuanto peor mejor”, son los hijos del rencor a la Transición pacífica,  por eso no perdonan el papel que la Monarquía jugó en la estabilidad de los inicios constitucionales y la ha seguido  jugando al parar dos golpes de Estado, el del 23 de febrero de 1981 y el del 1 de octubre de 2017.

Podemos y sus socios del independentismo radical han iniciado la campaña contra la Transición , la Constitución de 1978 y la Monarquía y sin duda utilizarán la misma táctica que el senador romano Catón el viejo, y pretenderán terminar siempre sus discursos con la frase “la Monarquía debe de ser destruída”( Monarchia delenda est).

Para ir minando el crédito de una institución que transciende a sus representantes y que esta transcendencia es su grandeza, puesto que supone la continuidad de la defensa de la moderación , de la estabilidad y la idea de España como nación unida dentro de su diversidad.

Esta continuidad  la ostenta en la actualidad S.M. El Rey Felipe VI y en un futuro la princesa Leonor, lo cual nos permite a los españoles moderados mirar el futuro con confianza, todo lo contrario de lo que se pretende por parte de  los hijos de aquellos que fracasaron con sus mensajes de odio, revancha y de ruptura revolucionaria en la transición democrática.

Por eso nuestros mensajes siempre han de acabar con la frase: “La monarquía es futuro”.